Vaya, qué pena que no hubo ningún fabricante de platillos volantes la noche del 24 de junio de 2004, noche de la alerta ovni de Milenio 3 o Tercer milenio o tercera tomadura de pelo o como quiera que se llame el programa que conduce un tal Jiménez, que habla por la radio de cosas raritas, como el Alés en tiempos, pero con glamour y afectación posmodernos. Padre e hijo alerteros, cultivadores de una superstición radiofónica platillista, supositorio 270 mm. de calibre con cubierta de adulación del simplón gusto mayoritario, iniciativa ideológicamente frikie, exitosa mediáticamente porque gana lo estrafalario, lo ridículo y la radio basura, el pienso compuesto paranormal disfrazado de ciencia alternativa.
Digo que qué pena que no hubo fabricantes de platillos volantes pero no debería quejarme, ni manifestar pena ni aflicción, hombre de poca fe, porque los fabricantes de platillos volantes están por todos lados, cada día, en cada libro risible de ovnis publicado desde los años 50 del siglo pasado, exceptuado en España las cosas dichas y escritas por Ares de Blas, Ballester Olmos, Manuel Borraz, el señor de Magonia, las gentes de la Fundación Anomalía y tres o cuatro más por ahí por el mundo. Quitando estos, que son como niños, como niños que destripan un juguete para ver cómo es por dentro (y no se lo perdonan), los demás son fabricantes de platillos; ¡los hay a montones!:
El caso Manises (11/11/79) fue un platillo volante (¿de qué color eran los marcianos que viajaban en las acojonantes llamaradas de Escomb... perdón, en la nave extraterrestre?), no una monumental (y natural) confusión con las emisiones de las chimeneas de la refinería cartagenera de Escombreras, una atmósfera especialmente nítida, unos cuantos estímulos astronómicos, unas contramedidas electrónicas emitidas por un portahelicópteros contra el caza español que fue a inspeccionar la nada, y todo un proceso de creación legendaria por obra y gracia del mago platillista de turno por aquella época;
el 5 de marzo de 1979 los canarios no observaron los efectos en la alta atmósfera del lanzamiento de varios misiles Poseidon de la Armada norteamericana desde submarinos localizados en el Atlántico Norte, sino un petardo extraterrestre que viajaba en el astral, en el ultravioleta o en algún universo multidimensional de los que algún experto en auto-engaños (y en intentar contagiar a los demás) fabrica en su cabeza;
en el barrio de Zurbarán de Bilbao, en agosto de 1976, un poderoso platillo volante se apareció a los del lugar, nada de humo iluminado por los Altos Hornos de Vizcaya y el croar de un sapo partero que interpretó los efectos especiales sonoros, como pusieron de manifiesto Félix Ares, Luis Alfonso Gámez y Jesús Martínez Villaro;
y lo que vio el comandante Lorenzo Torres el 4 de noviembre de 1968 volando sobre la costa oriental española no fue el planeta Venus (a pesar de hallarse localizado justo en el lugar en que se encontraban las misteriosas luces) sino una nave de origen desconocido que realizó varias piruetas alrededor del avión. Es un detalle "sin importancia" que en unas declaraciones efectuadas el año siguiente al suceso el relato del piloto no citase estos detalles y que sus palabras fueras mucho, pero mucho más comedidas que después de pasar por las manos de un conocido fabricante de irracionalidades y patrañas pseudoespirituales;
tampoco la aventura de un grupo de soldados de reemplazo en la playa del Diablito (Gran Canaria) en abril de 1991 fue una invención de un par de famosos correcaminos de los platillos volantes, ni la supuesta acción de reconocimiento efectuada por el Ejército del Aire fue una chapuza, como algunas fuentes militares pusieron de manifiesto (independientemente de la realidad o no de los hechos, que ya es "independencia", por otra parte): lo que realmente ocurrió fue que en la citada playa se vieron unas luces y unas sombras a las que las balas disparadas por los soldados -atención a la película- dejaban indiferentes, mientras el helicóptero en el que se habían desplazado era sobrevolado por las misteriosas luces, que es decir lo mismo que platillos volantes, para qué nos vamos a andar con rodeos... Según uno de los soldados -soldados de reemplazo que fueron llevados a una playa turística a pegar tiros de madrugada durante media hora, gloriosa parida- los Cetmes fueron trucados para que no delataran su uso, y se ordenó boquita cerrada a todo el mundo. Mihterioh de la siensia...
¿Y qué decir del Dr. Padrón y sus extraterrestres con mono rojo dentro de una esfera traslúcida de 30 metros de diámetro el 22 de junio de 1976 en Gáldar (Gran Canaria)? Pues eso, nada de los efectos de otro misil aberrantemente percibidos por el citado médico, un testigo convenientemente trabajado por unos cuantos ocultólogos, paranormalistas, nuevaeristas de saldo y alérgicos al sentido común. Entre centenares de testigos fue el único que describió semejantes imaginaciones, pero como suele ser habitual su testimonio se convirtió en el más citado y reproducido.
Bueno, otro día sigo con la lista, que es casi interminable; he apuntado los primeros episodios que me han venido a la mente, ejemplos del enema número 1 de la ciencia contemporánea, el "misterio" por excelencia, el no va más de los investigadores de campo y playa, la farsa mediática más ordeñada del siglo XX, la leyenda urbana solidificada, el rumor de granito, el fósil viviente de un monstruo surgido a mediados del siglo pasado. Volvamos con Magonia.
Lo interesante, lo bueno, es que a pesar de todas las batallitas en los días anteriores a la alerta, de todas estas afirmaciones pro-platillistas y de las réplicas escépticas, hubo avistamientos, concretamente un mega-avistamiento (sic), según informó una fuente anónima en Magonia, añadiendo que lo que fuese aquello no se sabe, pero fenómenos extraños se vieron en el cielo esa noche, y, por suerte, no fueron obra de ningún escéptico ocioso. De una cosa estamos seguros: no fue obra de escépticos, ni ociosos ni atareados (al menos ninguno declaró haber confeccionado platillo volante alguno); pero de lo que no estamos seguros los escépticos es de que fuera un fenómeno extraño lo que supuestamente se vio la noche del 24 de junio dentro de la alerta ovni (que es como decir "¡miren al cielo de noche, se pueden ver platillos volantes!"). ¿Por qué fue un fenómeno extraño? Pues porque lo dicen los hipotéticos testigos y los feligreses se lo creen; se lo creen porque sí, porque les da la gana, sin pruebas. No las necesitan. El misterio existe, les basta el "testimonio".
El mismo que declaró solemnemente sobre la presencia de algo raro en los cielos nocturnos de la alerta fue el que a continuación soltó que claro, claro. Lo que pasa es que el escepticismo está condenado al fracaso, porque nunca jamás va a lograr demostrar la inexistencia de fenómenos paranormales, UFOs, teleplastias, etc., etc., etc. y mil etcéteras más. ¿Creen ustedes que esta sandez fue escrita así? Pues no, he corregido seis faltas de ortografía en la versión original; pero la idea se cogía, estaba clara: son los mihterioh de la siensia. Demostrar la inexistencia de algo es difícil; es como si yo pretendiese demostrar que no existe el hombre del saco. ¿No será que lo que hay que probar es que algo existe por parte de quien lo cree? Hala, a pensar, humanoides...
El proyecto Magonia no funcionó respecto a la fabricación de platillos volantes, pero sí en lo relativo a no ponérselo fácil a los tradicionales estafadores de la cultura. El cabreo, los insultos, las falacias, los estúpidos clichés de siempre escuchados y leídos los días anteriores a la romería platillista apta para las nuevas generaciones de crédulos, fueron prueba de que el experimento sociológico-barsimpsoniano de Magonia tuvo un tanto por ciento de éxito. Yo me conformo, en esta primera edición magonífera, con que algún interesado en los pseudomisterios radiofónicos se diera cuenta de que todo esto es algo que hay que tomárselo a coña. En cierto sentido, el proyecto fue la puesta en práctica de aquello de que vale más una carcajada que mil tercermileniadas...
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
viernes, noviembre 19, 2004
viernes, noviembre 12, 2004
Tratamiento equitativo de lo "paranormal"
Lo paranormal, los ovnis y demás cosas raras parecen estar exentos del tratamiento normal que en los medios de comunicación se dispensa a otros aspectos de la actividad humana. Y digo humana, sí, tratándose de paranormalidades y de ovnis. Ese tratamiento normal es el que presenta las dos caras de la moneda, los pros y los contra, el que le da un espacio equivalente a los que están a favor y a los que están en contra, en particular en programas informativos como los telediarios. Recientemente tuvimos el enésimo ejemplo de tratamiento, no ya desigual, sino en sí mismo partidista, incompleto y desinformativo con la tontería esa de las caras de Bélmez, que mira que han ordeñado la cosa desde 1971. Me ahorraré contarles la historia, pues ya está perfectamente detallada en otros blogs como este y este.
La asepsia informativa no es habitual; lo frecuente es que lo paranormal o cualquier invento criptozoológico, platillesco o de embrutecimiento, perdón, de cambio de la conciencia para jóvenes y entidades cándidas que se administran su dosis de basurrilla mensual en papel cuché multicolor aparezca como Pedro por su casa en los medios de comunicación, sin que al reportero de turno parezca sonarle raro lo que está oyendo, como si lo que le está contando el patán acientífico de turno fuera un género en sí mismo, una perspectiva, una posibilidad, de tal forma que alguien, imbuido de una versión fallida del concepto de libertad de expresión podría llegar a ver con malos ojos la crítica o la refutación de la parida misteriófila que acaba de escuchar. Esto es lo que permite que cosas tan chuscas como los caretos de Bélmez aparecieran en los telediarios con el mismo mimo, tiempo y relevancia que si se hubiese ajustado al 100% la causa de la extinción de los dinosaurios. Y si en este caso es de suponer que los científicos hablarían de posibilidades confirmadas (los pros) y muy probablemente -habría sido lo correcto- habrían entrevistado a voces críticas de la explicación total (los contras), en el caso de Bélmez no ocurrió así: el paquete va entero, sin voces discordantes, sin "quisiera apuntar otras posibilidades menos fantásticas que las de los paranormalistas", sin que los periodistas televisivos se preguntaran en ningún momento si no estarían colándole un gol a la audiencia, es decir engañándola con una absurda representación en la que un señor con un boli en la mano y rodeado de una penumbra ad hoc señalaba algo en el piso, mientras desbarraba un rato sobre los acojonantes misterios que rodean el pueblo jiennense. Me pareció estar viendo una parodia de los Simpson...
Para remediar un poco la situación ventajista de que los señores del misterio industrial gozan en los medios de comunicación se está gestando una iniciativa hasta donde sé pionera en España, surgida de la lista de correo electrónico Charlatanes y promovida inicialmente por Mauricio José Schwarz. El próximo día 20 de noviembre se difundirá a todos los medios nacionales y extranjeros acreditados en España un dossier crítico sobre Bélmez, con el que se espera conseguir que los periodistas adquieran la sana e ineludible costumbre de consultar a fuentes opuestas sobre los temas paranormales y misteriosillos, platillos volantes estrellados, luces populares (¿se referirán a las de las verbenas?), Yetis, vírgenes que lloran sangre y otros efectos especiales, viajes astrales y un laaaaaargo etcétera, además de, por supuesto, las pinturas belmecianas en el cemento.
¿Qué podemos hacer mientras? Podemos firmar antes del día 20 el breve texto que acompañará el dossier citado, que reproduzco a continuación. Para firmar debe ir a esta dirección web y cumplimentar las casillas que aparecen en la parte inferior.
POR EL DERECHO A UNA INFORMACIÓN CRÍTICA EN TEMAS CIENTÍFICOS
Desde principios de octubre, los medios informativos españoles han dedicado gran cantidad de tiempo a difundir como un hecho la afirmación de que ciertas manchas presentes en una casa en Bélmez de la Moraleda, Jaén, son rostros humanos producidos de forma paranormal, afirmación que se extiende a la primera casa en la que se pueden ver estas caras desde 1971.
La única fuente informativa citada en todos los casos es una asociación relacionada con la explotación económica del fenómeno durante los últimos años y que carece de toda representatividad y rigor científico, y que no está acreditada en modo alguno, llamada SEIP, Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas, a cuyos integrantes se ha presentado como "científicos" sin serlo y "expertos" sin sustentarlo.
Los medios no han mostrado interés alguno en acudir a otras fuentes para contrastar estas extravagantes afirmaciones. Desde hace 31 años, al publicitarse por primera vez este caso, se han ofrecido explicaciones al fenómeno y éstas han sido difundidas por organizaciones como ARP-SAPC (Alternativa Racional a las Pseudociencias-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico) que reúne, entre otros, a destacados científicos y miembros del mundo académico español. Numerosos sitios en Internet, publicaciones, análisis, estudios críticos y otras fuentes ponen en duda tanto la explicación paranormal de las caras de Bélmez como la seriedad y credibilidad de la SEIP y de sus dirigentes.
Quienes suscribimos la presente consideramos que esta situación vulnera lo dispuesto en el artículo 20.1.d) de la Constitución Española, que garantiza el derecho A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión, ya que la información al respecto ha sido tendenciosa, sesgada, sin contrastar y en general desaseada y amarillista, en modo alguno veraz.
Igualmente consideramos que la presentación de esta información seudocientífica sin contrastarla y sin dar espacio a una visión equilibrada de tal información propicia la difusión de las supersticiones, promueve el ocultismo, va a contracorriente de los esfuerzos educativos esenciales para la sociedad española y se opone al pensamiento crítico que es la esencia de toda sociedad libre y democrática.
Por ello, de manera atenta pero enérgica solicitamos que se tenga en consideración el dossier que se ha preparado sobre el caso, que resume la visión crítica sobre el siempre sospechoso caso de las caras de Bélmez, y esperamos que se le dé una difusión similar, en cuanto a atención, espacio y tiempo, a la que se le concedió en las semanas anteriores a la publicidad de la SEIP y del Ayuntamiento de Bélmez de la Moraleda.
Atentamente
La asepsia informativa no es habitual; lo frecuente es que lo paranormal o cualquier invento criptozoológico, platillesco o de embrutecimiento, perdón, de cambio de la conciencia para jóvenes y entidades cándidas que se administran su dosis de basurrilla mensual en papel cuché multicolor aparezca como Pedro por su casa en los medios de comunicación, sin que al reportero de turno parezca sonarle raro lo que está oyendo, como si lo que le está contando el patán acientífico de turno fuera un género en sí mismo, una perspectiva, una posibilidad, de tal forma que alguien, imbuido de una versión fallida del concepto de libertad de expresión podría llegar a ver con malos ojos la crítica o la refutación de la parida misteriófila que acaba de escuchar. Esto es lo que permite que cosas tan chuscas como los caretos de Bélmez aparecieran en los telediarios con el mismo mimo, tiempo y relevancia que si se hubiese ajustado al 100% la causa de la extinción de los dinosaurios. Y si en este caso es de suponer que los científicos hablarían de posibilidades confirmadas (los pros) y muy probablemente -habría sido lo correcto- habrían entrevistado a voces críticas de la explicación total (los contras), en el caso de Bélmez no ocurrió así: el paquete va entero, sin voces discordantes, sin "quisiera apuntar otras posibilidades menos fantásticas que las de los paranormalistas", sin que los periodistas televisivos se preguntaran en ningún momento si no estarían colándole un gol a la audiencia, es decir engañándola con una absurda representación en la que un señor con un boli en la mano y rodeado de una penumbra ad hoc señalaba algo en el piso, mientras desbarraba un rato sobre los acojonantes misterios que rodean el pueblo jiennense. Me pareció estar viendo una parodia de los Simpson...
Para remediar un poco la situación ventajista de que los señores del misterio industrial gozan en los medios de comunicación se está gestando una iniciativa hasta donde sé pionera en España, surgida de la lista de correo electrónico Charlatanes y promovida inicialmente por Mauricio José Schwarz. El próximo día 20 de noviembre se difundirá a todos los medios nacionales y extranjeros acreditados en España un dossier crítico sobre Bélmez, con el que se espera conseguir que los periodistas adquieran la sana e ineludible costumbre de consultar a fuentes opuestas sobre los temas paranormales y misteriosillos, platillos volantes estrellados, luces populares (¿se referirán a las de las verbenas?), Yetis, vírgenes que lloran sangre y otros efectos especiales, viajes astrales y un laaaaaargo etcétera, además de, por supuesto, las pinturas belmecianas en el cemento.
¿Qué podemos hacer mientras? Podemos firmar antes del día 20 el breve texto que acompañará el dossier citado, que reproduzco a continuación. Para firmar debe ir a esta dirección web y cumplimentar las casillas que aparecen en la parte inferior.
POR EL DERECHO A UNA INFORMACIÓN CRÍTICA EN TEMAS CIENTÍFICOS
Desde principios de octubre, los medios informativos españoles han dedicado gran cantidad de tiempo a difundir como un hecho la afirmación de que ciertas manchas presentes en una casa en Bélmez de la Moraleda, Jaén, son rostros humanos producidos de forma paranormal, afirmación que se extiende a la primera casa en la que se pueden ver estas caras desde 1971.
La única fuente informativa citada en todos los casos es una asociación relacionada con la explotación económica del fenómeno durante los últimos años y que carece de toda representatividad y rigor científico, y que no está acreditada en modo alguno, llamada SEIP, Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas, a cuyos integrantes se ha presentado como "científicos" sin serlo y "expertos" sin sustentarlo.
Los medios no han mostrado interés alguno en acudir a otras fuentes para contrastar estas extravagantes afirmaciones. Desde hace 31 años, al publicitarse por primera vez este caso, se han ofrecido explicaciones al fenómeno y éstas han sido difundidas por organizaciones como ARP-SAPC (Alternativa Racional a las Pseudociencias-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico) que reúne, entre otros, a destacados científicos y miembros del mundo académico español. Numerosos sitios en Internet, publicaciones, análisis, estudios críticos y otras fuentes ponen en duda tanto la explicación paranormal de las caras de Bélmez como la seriedad y credibilidad de la SEIP y de sus dirigentes.
Quienes suscribimos la presente consideramos que esta situación vulnera lo dispuesto en el artículo 20.1.d) de la Constitución Española, que garantiza el derecho A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión, ya que la información al respecto ha sido tendenciosa, sesgada, sin contrastar y en general desaseada y amarillista, en modo alguno veraz.
Igualmente consideramos que la presentación de esta información seudocientífica sin contrastarla y sin dar espacio a una visión equilibrada de tal información propicia la difusión de las supersticiones, promueve el ocultismo, va a contracorriente de los esfuerzos educativos esenciales para la sociedad española y se opone al pensamiento crítico que es la esencia de toda sociedad libre y democrática.
Por ello, de manera atenta pero enérgica solicitamos que se tenga en consideración el dossier que se ha preparado sobre el caso, que resume la visión crítica sobre el siempre sospechoso caso de las caras de Bélmez, y esperamos que se le dé una difusión similar, en cuanto a atención, espacio y tiempo, a la que se le concedió en las semanas anteriores a la publicidad de la SEIP y del Ayuntamiento de Bélmez de la Moraleda.
Atentamente
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