Ésta es una de las instantáneas facilitadas por Ole Henningsen. No es espectacular como las de otras series tomadas desde el archipiélago, pero aun así tiene su valor histórico.
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Otra novedad que quiero comunicarles es la publicación por parte de la Fundación Anomalía del número 7 del CD-ROM @nomalía, que junto con el Anuario Cuadernos de Ufología y el Suplemento Internacional constituyen las tres publicaciones que esta entidad ofrece a los interesados en los mitos espaciales y las creencias maravillosas.
En este nuevo ejemplar, José Ruesga pasa revista al estado del proyecto Méliès, que pretende reunir la mayor cantidad de información relacionada con las producciones cinematográficas en las hayan estado presentes extraterrestres, una significativa parcela de la cultura cinematográfica. En estos momentos cuenta con 229 títulos de películas contenidas en 341 soportes, 19 series de TV y 188 documentales, como datos más destacados. El proyecto se halla en permanente crecimiento
Martin Kottmeyer hace un resumen la primera película directamente inspirada en episodios ufológicos, Starship invasions (1977), una mediocre cinta que cuenta las batallas espaciales de diversas razas alienígenas con la Tierra como escenario, y en la que aparecen motivos propios del caso Vilas Boas, Pascagoula, la abducción de los Hill, diversas morfologías alienígenas, etc.
Chris Aubeck aclara una de esas fantasiosas historias relacionadas con las patrañas arqueoastrológicas. Se trata del supuesto hallazgo en 1938 en la frontera entre China y el Tíbet de una "prueba" de que un grupo de extraterrestres nos visitó en un pasado remoto.
De acuerdo con la falsa historia, una expedición que viajó hasta la región de Baian Kara Ula encontró varias tumbas en una cueva casi inaccesible en la cual yacían los restos de los esqueletos de unos extraños seres de poco más de un metro de altura, de huesos delgados y cráneos enormes, por supuesto alienígenas. Junto a ellos estaban varios cientos de misteriosos discos grises. Cada uno tenía un agujero en el centro (como un elepé moderno) y una serie de "jeroglíficos" que se extendían desde el agujero hasta el perímetro del disco. Los drokpa y los kham, habitantes de la meseta tibetana, sería poco menos que los descendientes de aquellos seres.
La historia experimentó multitud de transformaciones y añadidos -cual platillo de Roswell. Nunca se ha demostrado la existencia de la expedición que descubrió los discos, de los científicos que la componían ni de la agencia de noticias que habría divulgado inicialmente el hallazgo. El bulo parte de una revista alemana sesentera, "esotérica" y sensacionalista.
Diversos personajes del mercadeo pseudo-arqueológico continuaron exprimiendo el asunto por medio de libros en los que se pergeñaban fraudes, como que los drokpa habrían asegurado que sus antepasados procedían de un planeta en el sistema de Sirio, y que se habían quedado atrapados en la tierra en 1014 debido a un fallo mecánico en su nave espacial. Muchos crédulos se tragaron esta estúpida historia, a pesar de que su inventor confesó en la revista Fortean Times que todo era un invento.
Los drokpa y los kham son auténticos pueblos nómadas y no son enanos ni deformes, y no merecen que ningún sacacuartos con chaleco multibolsillos se invente estúpidas especulaciones sobre su pasado. Las explicaciones que Aubeck da del origen de la historia, lógicas y sensatas, deberán leerlas en la propia publicación.
Y por último, quiero dejar constancia de dos asuntos más:
- La nota de apoyo a Luis Alfonso Gámez que el Círculo Escéptico ha subido a su web. No se pierdan (y divulguen) el listado de enlaces que aparece al final del texto. También Javier Armentia expresó su opinión al respecto.
- La editorial Laetoli ha publicado dos nuevos libros dentro de su colección ¡Vaya timo!, el dedicado a los fenómenos paranormales, del que es autor mi buen amigo Carlos Álvarez, y a la criptozoología, firmado por Carlos Chordá. Más adelante subiré al blog una reseña de cada uno de ellos.