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Con
el cuento de la vieja majadera me refiero al fenómeno observado desde todo el archipiélago canario el atardecer del día 5 de marzo de 1979, objeto de manipulación en innumerables ocasiones por parte de la farándula española de los platillos volantes, todos aquéllos que podrían ser contertulios habituales de una
Salsa rosa ufológica. La cosa fue grande y espectacular: miles de potenciales testigos, decenas de páginas periodísticas, varias series fotográficas desde diversos puntos de la geografía canaria y una investigación oficial del Ejército del Aire que dio como resultado un voluminoso expediente de 229 páginas, desclasificado en 1995.
Y es que me acabo de tropezar con la penúltima divulgación patatera de este suceso en la página web de un programa de radio que se llama
Esencia de medianoche, de la mano de José Gregorio González. La citada web, y me imagino que también el programita radiofónico, es una de esas producciones en las que la ciencia es indistinguible a primera vista del ocultismo redivivo, de las leyendas urbanas como la criptozoología, de las tradiciones locales sobrevaloradas y de las creencias más absurdas que uno se pueda imaginar. Aquí, la única que sale perdiendo en todo este mejunje es la ciencia, en particular a los ojos de los muchos ignorantes aficionados a los
misterios que la industria cultural de categoría regional convierte en
apasionantes secretos y
enigmas acojonantes de todo a 100. Son muchas las personas que probablemente son incapaces de discriminar entre un abundante conjunto de creencias y rumores y los auténticos desafíos de la ciencia contemporánea.
Esencia de medianoche tiene arte y parte en esta situación, al menos localmente, y quizá como referente nacional entre el maguferío patrio y sus
fans, confirmación de esa leyenda nuevaerístico-piadosa de la
magia de Canarias (me da la risa) cultivada por ciertos elementos desde los años 70. Lo mejor es que se pongan una medalla y sobre la marcha se la quiten, como un ministro. Toca réplica. Empecemos.
No me vengas ahora, González, con la "coincidencia" de que el suceso canario se produjo dos días después de que la Junta de Jefes de Estado Mayor decidiera reforzar el carácter secreto de sus investigaciones sobre testimonios de ovnis, el 3 de marzo de 1979, que esa estrategia es propia de gentes con mente ocultista, por ejemplo astrólogos, que detectan infantiles conexiones entre los planetas de nuestro sistema solar (sólo esos, no los más de 130 extrasolares que se han descubierto en la última década) y los acontecimientos terrestres sociales o individuales, y sólo relacionados con los humanos, no con las bacterias, ni con los elefantes. Que hay una conexión entre ambas cosas debería probarlo quien lo afirma, por medio de algún documento militar previo al 3 de marzo en el que se haga referencia al fenómeno que, con toda probabilidad, iba a contemplar la ciudadanía el atardecer del lunes 5. Esto sería muy interesante: una nueva prueba, indirecta e innecesaria a estas alturas, pero prueba al fin y al cabo, de la naturaleza balística de lo observado. Así que te animo a ti y a los demás visionarios de las
conexiones mágicas a que encuentren una prueba documental del vínculo entre la decisión del 3 de marzo y el fenómeno del 5.
No, José Gregorio, tú, Benítez y todos los demás que han leído la información y comparado las fotos con las de otros lanzamientos balísticos saben que el caso está más que cerrado, incluso desde pocos días después de tener lugar, en la propia prensa, que, a pesar de las absurdas declaraciones de alguna fuente local que anda revoloteando por el astral con más frecuencia que por el mundo real, ya apuntó esta posibilidad. En 1992 las fundamentales aproximaciones de Manuel Borraz
Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios, y la confirmación con datos de primera mano por parte de
Vicente Juan Ballester Olmos y quien esto escribe no han hecho más que reforzar con candados la puerta de este caso, que no estuvo abierta más tiempo que el que su espectacularidad y novedad le permitió.
Comentas que aún quedan algunos cabos sueltos que alimentan la duda sobre la naturaleza de aquel
objeto. ¿Qué cabos sueltos son esos? Te he escuchado esta afirmación en varias ocasiones, pero aún no has detallado qué son exactamente esos cabos; ¿no serán los testimonios "anómalos" de los testigos? Me temo que sí, pero esos "cabos" desaparecieron hace mucho tiempo; sólo individuos con nulo conocimiento de la psicología de la percepción pueden seguir manteniendo la falacia de los testigos, en éste y en cualquier otro episodio.
Los testimonios anómalos, esos que hacen referencia a que el objeto "cambio de dirección", "quedó inmovilizado", "voló en vertical y en horizontal", que tenía "forma de óvalo, disco o más compleja", etc., son sólo eso, testimonios, y además los más subjetivos (de hecho esas descripciones de la forma se acercan bastante a la que podemos contemplar en las fotografías). ¿Por qué tradicionalmente la ufología remarca los testimonios más extravagantes en ocasiones en que se dispone de una abrumadora cantidad de relatos del mismo suceso que no hacen mención a esos detalles, como en el caso de los espectáculos celestes ocasionados por bólidos, reentradas de chatarra espacial y... lanzamiento de misiles? Al contrario, la inmensa mayoría de las descripciones hacen referencia al fenómeno de manera coincidente a grandes rasgos, lo cual nos lleva a pensar que son mucho más objetivos que los testimonios aislados que se refieren a inverosímiles maniobras. ¿Qué debemos pensar del individuo que observó el suceso que aquí nos ocupa desde Las Cañadas del Teide y relacionó el movimiento de unos árboles con el fenómeno que estaba contemplando, según aparece en la prensa de aquellos días? ¿Por qué no le damos el mismo valor que a los que tradicionalmente se han presentado como "pruebas" o "indicios" de la extrañeza del 5/3/79?
¿Que la "hipótesis" misil no es contradictoria con las declaraciones oficiales? ¿A qué declaraciones oficiales te refieres? Es como si no hubieses leído ninguno de los artículos que sobre este asunto he publicado, cosa que puedo entender; pero lo que no podría entender es que no hayas leído los documentos incluidos en el expediente desclasificado. No hay que ir muy lejos en sus 229 páginas: la tercera es la carta que el General Jefe del Mando Aéreo de Canarias dirige en febrero de 1980 al Teniente General Jefe del Estado Mayor del Aire en la que asegura que
mi criterio personal es que el fenómeno ha sido producido por dos misiles de extraordinaria potencia y calibre, lanzados desde la zona que indica el informe y probablemente dirigidos a Siberia, lo que haría sospechar que se trata de armas soviéticas.
Fueron dos los misiles observados (sus efectos en la alta atmósfera, recuerda), aunque según los registros que figuran
aquí fueron cuatro, y coincide además la hora de los lanzamientos con el momento en que los canarios observaron y fotografiaron las diversas etapas. Es secundario que los submarinos no se encontraran en la zona indicada por el juez informador, que no fueran dirigidos a Siberia y que en lugar de soviéticos fueran norteamericanos. Lo importante es que a pesar de que el juez informador, el entonces comandante Antonio Munaiz Ferro-Sastre, no se decanta por ninguna causa explicativa -por desconocimiento- su superior parecía tenerlo más claro. El paso del tiempo e investigaciones independientes no hicieron más que confirmar su impresión inicial, muy probablemente después de contemplar las numerosas fotos publicadas por la prensa. Además, casi un año después del suceso (febrero de 1980) la opinión del militar seguía siendo la misma, puesto que, a causa de un extravío, se vio obligado a remitir el informe completo de nuevo a Madrid; podría haber aprovechado entonces para matizar su opinión inicial en un documento adjunto, por ejemplo, si los inútiles ufólogos que ya por entonces habían vampirizado el caso hubiesen aportado algo más que palabrería ocultista para
mentes abiertas.
Por todo esto, por la simple observación de las fotografías, por los diversos expertos que desde el primer momento se decantaron claramente por su naturaleza balística (consulta el apartado dedicado a este caso en
Los OVNIs y la Ciencia de Ballester Olmos y Guasp Carrascosa, Plaza y Janés, 1989, a ver si te quedas con la copla de una vez por todas), por el hallazgo de
infinidad de series fotográficas en Internet en las que se observan los efectos clásicos de estas pruebas en la atmósfera por la confirmación con datos de primera mano de los registros de Jonathan McDowell, por todo esto, digo, no quedará en el
álbum de las anécdotas las contundentes y contradictorias afirmaciones de esos mismos investigadores realizadas años después del avistamiento asegurando que se trataba de uno o varios misiles norteamericanos tipo [/Polaris, afirmaciones que rectificaron en 1987 afirmando que eran misiles rusos lanzados hacia Siberia/]. No quedará en ningún inventario de contradicciones porque
siempre se ha hecho referencia a misiles, al margen de su origen, porque este extremo ha estado claro desde el principio; no hemos hecho otra cosa que confirmarlo y reforzarlo en repetidas ocasiones, mientras otros propalaban estupideces como que era
de origen extraterrestre o
se desplazaba en el ultravioleta, por seleccionar, que tales barbaridades han abundando en estas décadas, y tú bien lo sabes.
Pero claro, como lo de los misiles es más que evidente hay que sacarse de la manga magufa una perla del razonamiento
idem: tal vez no fuera sólo el lanzamiento de misiles, sino una sincrónica manifestación OVNI (yo escribo siempre ovni con minúsculas, otro día te lo explico). O Caperucita Roja, que se manifestó en el bajo astral del cielo de Canarias; o las energías telúricas del Teide; o el aliento de algún chupacabras canario. Por poder ser... Cualquier cosa antes que reconocer la suficiencia de la explicación trivial, que desde el principio, sí, estaba clara, y había que documentar y comprobar. ¿A quién pretendes confundir? ¿A los jóvenes que se inician en esta manía de las chucherías enigmáticas? No sé, no sé, pero eso de que reconozcas que realmente fueron misiles (aunque
a lo mejor había algo más) ¿no es un poco
contradictorio con el título que le estampaste a un artículo tuyo en Karma 7, en julio de 1999,
No eran misiles, hablando de este caso y de la cantada del médico grancanario F.J. Padrón tres años antes, en junio de 1976? Yo lo llamaría más bien ignorancia, de todas formas.
Tengo que felicitar a Alfonso Ferrer de nuevo: ya lo hice en la réplica a un artículo que publicó en
Atlantes, enigmas de la ciencia (nº 11, junio 2002) por su aproximación general a este suceso y otros semejantes divisados desde Canarias, excepto por unas pocas apreciaciones totalmente erróneas (peligro nuclear para las islas, etc.) y por su conclusión de "no explicado". Ahora es nuevo motivo de satisfacción el que haya localizado a varios tripulantes del
SSBN 642 Kamehameha, el submarino responsable de los lanzamientos de este 5/3/79, como informamos V.J. Ballester Olmos y yo
en este artículo. Pero la selección de las declaraciones de los tripulantes que realizas es bastante vaga y poco concluyente, y no aportas las declaraciones clave. En cambio,
en este artículo de Arberto Ferrer sí que queda claro que los tripulantes consultados reconocieron lo que se observa en las fotos del 5/3/79, puros efectos el la atmósfera del lanzamiento de misiles, al margen de que no recuerden la fecha exacta. ¿Qué más quieres?; ¿un viaje en el tiempo y embarcar en el submarino para ver cómo disparaba los supositorios? El propio Ferrer asegura que
el ojo clínico de un experto en la materia no deja lugar a dudas. La afirmación está hecha sobre la base de una formidable serie de fotos de extraordinaria calidad. Claro, clarísimo:
a la vista de las fotos, como a los pocos días de producirse el espectáculo. Lo demás es marear la perdiz y soplar gaitas.
No, González, no: lo del testimonio recogido por Benítez no pretendas hacerlo pasar por la prueba del algodón, seamos serios. En primer lugar, en lo relativo a Benítez yo no me fío ni de que el pedigrí de su perro sea tal. Y en segundo, el testimonio de esos soldados de Hoya Fría (dile al correcaminos ufológico cómo se escribe correctamente el nombre de la base (no Olla Fría), que se supone que si estuvo por allí persiguiendo a los sacrosantos testigos debería saber -y tú también, y haberlo corregido- la correcta grafía, que además aparece en varios letreros de la autopista del sur, no hace falta preguntar a la entrada)
no aporta nada de interés a lo ya sabido y a lo relatado por multitud de testigos de este suceso. Estoy seguro de que si tú o yo nos dedicamos una semana a buscar testimonios de este caso bajando desde Buenavista hasta la Costa del Silencio -por centrarme sólo en Tenerife- hallaríamos decenas de nuevos testimonios, en particular entre personas de 50 o más años. Para ello es recomendable llevar el chaleco multibolsillos, la grabadora, el bolígrafo gordo con cuatro colores, la libreta de notas, ni muy grande, porque entonces pareces un colegial, ni muy pequeña, que entonces eres un torpe incapaz de calcular el espacio normal de unas buenas notas
de campo; pero, sobre todo, poner cara de que estás haciendo algo importante, una tarea fundamental para la
siensia; y luego mariscada a cuenta de alguna editorial de prestigio. Yo lo cumplo todo a rajatabla, excepto lo de la mariscada, claro, que yo no hablo con Dios de tú a tú ni nada parecido para luego transcribirlo y publicarlo. Bien, ya estamos equipados (no se nos olvide el bocadillo de chorizo perrero y el zurrón del gofio, para que vean que andamos conectados con la
magia de Canarias, ahora que se acerca San Juan). Venga, a correr por ahí, por la costa oeste de Tenerife, como te dije, con La Gomera enfrente. Con toda probabilidad, nos vamos a tropezar con gentes que nos relatan lo visto en términos similares, incluso más espectaculares, y alguno nos hablará de que se paró, giró, y cambio de color e hizo maniobras imposibles. Y que del fuselaje de aquella nave salió una mano verdosa y con escamas que saludó...
Sé que es imposible para determinados fabricantes de realidades alternativas, de proceder a menudo insensato (como es tu caso con las absurdas interpretaciones prehispánicas e hiperdifusionistas de los majanos de Güímar, por poner un sólo ejemplo de tu abultado e irresponsable currículum "mágico") que reconozcan que un episodio clásico, movido ampliamente en los medios de comunicación, exagerado, sobrevalorado y pervertido no fue otra cosa que un fenómeno debido a causas
mundanas,
perfectamente conocidas, y que
se ha repetido en numerosas ocasiones en diversas partes del mundo sin que se haya convertido en un "misterio" ni nada que se le parezca. El empecinamiento que este proceder delata, ya tenga su origen en una creencia adolescente y enquistada, ya en el interés mediático por los
misterios como producto rentable en su apartado de pequeños grandes clásicos, me resulta a veces incomprensible, a pesar de estar bastante acostumbrado, por diversos motivos, a tratar con el razonamiento
magufo,
alternativo,
mágico y
nuevaerístico, o simplemente crédulo. Han pasado ya 26 añitos desde el 5/3/79, afortunadamente con periodos de olvido (yo le puse unas velas por su vigesimoquinto cumpleaños en el 2·c de
La Opinión de Tenerife en marzo del año pasado). Cuando cumpla 27 volveremos a intentar ordeñar los despojos de esta historieta de
mihterioh canarioh.