Días atrás la prensa tinerfeña recogió en sus páginas la noticia de que la historiadora María Victoria Hernández ha demostrado la existencia histórica de los protagonistas de la leyenda del alma de Tacande, en el Paso (La Palma). Me parece algo estupendo. Lo que no me parece tan bien es que un ayuntamiento se haya embarcado, con su alcaldesa María Dolores Padilla a la cabeza, en vender la leyenda como un asunto paranormal, y que, además, haya sugerido, como parte del proyecto de rehabilitación de la casa ahora en ruinas, la construcción anexa de un centro para estudiar los fenómenos paranormales. Por supuesto, esta propuesta del centro de cosas raras es un completo disparate, algo totalmente innecesario y que contará como una mancha en la trayectoria profesional de la alcaldesa en el futuro si tal idea sale adelante.
La leyenda, como hay centenares parecidas en todo el mundo, cuenta que en 1625 Ana González, vecina de Tacande, moría al dar luz a un niño bautizado como Salvador. Tres años después se produjeron supuestas manifestaciones extraordinarias en la casa donde había vivido y fallecido: su alma arrullaba la cuna del bebé, pues se movía sola ante los presentes; y en otras ocasiones se escuchaban tambores, castañuelas y panderos, y coros de voces femeninas. La cosa acabó con la visita al lugar de un sacerdote por recomendación del alma, para practicar un exorcismo o algo parecido. Y colorín colorado... En resumen, una historia que entra en la categoría de casas encantadas con poltergeist (espíritus ruidosos) en su interior, como los actuales cazafantasmas llaman a estos rumores sin pruebas que los sustenten.
No existen casas encantadas; sólo personas encantadas. Personas que creen que determinados ruidos, olores y sensaciones psicológicas tienen su origen en entidades externas procedentes de un más allá. Estas supersticiones, que algunos pretenden divulgar como si tuvieran algún valor en sí mismas superior al que realmente tienen, no son más que creencias basadas en una concepción del mundo ya superada. No existe la magia, que no pasa de ser un pobre recurso retórico para camuflar la credulidad más infantil.
Historias como la de la casa de Tacande están basadas en la transmisión oral de unos supuestos hechos de generación en generación. Como el lector se podrá imaginar, esta comunicación de persona a persona sufre importantes contaminaciones a medida que el proceso tiene lugar. Normalmente se añaden detalles inexistentes que embellecen la historia o la deforman completamente, hasta convertirla en un relato apto para ser consumido por sucesivas generaciones de cerebros sin capacidad para cuestionar lo que les han transmitido. Infinidad de experimentos científicos a lo largo de siglo XX han demostrado cuán falible y de poco crédito son los testimonios basados en observaciones supuestamente extrañas. En el caso de Tacande partimos de unos hechos que son en sí mismos absurdos, pues nadie con juicio crítico puede pensar que el "alma" de nadie pueda vagar por ahí produciendo ruidos, desplazando objetos y haciendo sonar tambores. Primero hay que probar que el alma existe, y luego que es capaz de producir semejantes portentos. Pero en las historias de lo paranormal, la casa se comienza por el tejado, nunca mejor dicho. Y en el caso de la historieta del fantasma palmero estamos ante un ejemplo de cristianismo supersticioso, donde las almas piden cuentas por las malas acciones cometidas en vida.
Para proceder a la rehabilitación de la casa de Tacande y la leyenda asociada no hay que recurrir a fenómeno paranormal alguno. No existe prueba alguna de que existan fenómenos paranormales. Ni siquiera existe una definición clara y precisa de lo que es un supuesto fenómeno paranormal. Por supuesto, del hecho de que la historiadora palmera haya demostrado que existieron los protagonistas de este piadoso bulo no se deriva que tales episodios de película de serie B ocurrieran realmente. Mientras los únicos argumentos que se presenten sean el relato de la propia historia podemos descartarla sin más, como algo propio de una época en la que los miedos irracionales asociados a una tradición religiosa eran el pan de cada día.
Los científicos desean hallar nuevos fenómenos y efectuar descubrimientos relevantes; sin embargo, más de un siglo de publicidad, afirmaciones desproporcionadas, programas televisivos vergonzosos (como el que emite la cadena Cuatro los domingos por la noche) y otras muchas afirmaciones gratuitas, leyendas, creencias y manías personales no han conseguido aportar ni una sóla prueba fehaciente de que estamos ante algo más que el deseo de creer, fenómenos naturales explicables, interpretaciones sesgadas y el inmenso poder del rumor para extenderse entre personas y sociedades propicias. Es decir, que nos encontramos ante diversas variantes de las leyendas urbanas, expresión que, afortunadamente, se ha ido popularizando a medida que algunos sectores periodísticos críticos y el público en general han ido asimilando que aquí no está en juego más allá alguno ni vida después de la muerte que valga, sino una manifestación de la capacidad del ser humano para inventar realidades que sólo existen en el interior de su cabeza.
Me da la impresión que la alcaldesa de El Paso está muy mal asesorada. No estamos en 1882, año en que la Society for Psychic Research se fundó en Gran Bretaña, entre otras cosas, para averiguar qué había de cierto en las casas encantadas (una manía especialmente victoriana), sino en 2007. Han pasado casi 130 años y estas leyendas siguen en la mente de quienes no han tenido la oportunidad de acceder a la literatura crítica y en boca de quienes confían en medrar socialmente amparados por la credulidad de los receptores de sus majaderías prefabricadas y por el insaciable afán de lucro de los programas radiotelevisivos especializados en tales asuntos. Una alcaldesa no debe derrochar el erario público o malgastarlo con un enfoque equivocado, ni el Cabildo, o la institución competente si su para-propuesta sale adelante. No debe promocionar supersticiones que sólo amedrentaban a nuestras abuelas, y no a todas. Los gobernantes están para fomentar la cultura, entre otras cosas, no para alentar historietas de miedo en versión cazafantasmas siglo XXI disfrazados de defensores del patrimonio folclórico. Que no le tomen el pelo quienes se puedan presentar como defensores de un patrimonio cultural reconvertido en asunto paranormal injustificadamente, pues en realidad no son más que periodistas interesados en exprimir supersticiones y creencias infundadas. No permita que los residentes en El Paso y los turistas sean engañados por no haber tenido a mano asesores solventes.
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
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11 comentarios:
Amen
Gordo gafotas!!!!!!!, el que esta mal asesorado eres tu. Que noooooo, que no es leyenda ni cuentos de viejo, que este fenemeno esta totalmente documentado, por la iglesia, que lo se yoooooooooo, puto gordo imbecil. Antes de hacer los mierderos articulos de este blog absurdo, informate mejor. Y no te metas con Cuarto Milenio, que aver si se lo digo a Iker, y te hace lo que Benitez al disminuido mental de tu amigo Friki Gamez. Bueno que te den por las nalgas.
Sí, sí, "documentadísimo", y "por la iglesia", no hay más que leerte a ti, magufo de tres al cuarto
juaaaaaaaa, juaaaaaaaa, juaaaaaaaa, ja, ja, ja, ja, jo, jo, jo, jo, je , je, je...
Anda que tardo mucho en aparecer un magufo analfabeto a soltar la retahila de babosadas.
Al resto, amen hermano, mas alto se podra decir pero no mas claro, si esa alcaldesa sigue adelante es para que la echen por incapacidad manifiesta.
Ah... pero... ¿no estaba de coña?
La iglesia, poderes parachungos, telememeces... Juraría por las canas de Snoopy que estaba de coña.
Señor Pérez:
Lea un poco a Jung. Sepa que la ciencia no es solo lo que usted dice. Escuchó ayer al doctor en psicología M.Almendro ayer en Cuarto Milenio? Porque es que ustedes, los inquisidores intolerantes, no se lo pierden. Pues vea lo que es un científico de verdad hablando de miesterios de verdad. Aunque claro, para toruqemadas como usted, ni la psicología ni la antroplogía serán ciencia nunca. No saben lo que es la libertad de pensamiento. ni la quieren.
Amenazando al alcalde o alcaldesa si se atreve a hacer algo que no les gusta por que sale de su pensamiento único.Es vergonzoso. Son ustedes una secta. Y por eso les va tan mal. No hay más que verles.
¿Lo de Jung es un chiste? Si, ¿no?
Lo de torquemadas y lo de intolerantes ya se nota más,por poca gracia que tenga, pero lo de Jung, ¿es un chiste? ¿no?
Asigan: no creo que lo de Jung sea un chiste. Este hombre es una de las fuentes principales del pensamiento mágico, de la New Age y demás "alternativos".
Hay un libro que tengo pensado comprar próximamente:
The Jung Cult: Origins of a Charismatic Movement. Richard Noll.
Ve a Amazon.com y mira en la Table of Contents: es casi suficiente con eso para hacerse una idea de por qué este psicólogo heterodoxo es frecuentemente citado por lo alérgicos al pensamiento crítico y al escepticismo.
Otro «escéptico» más que asevera con rotundidad: «Es imposible que...», «con un 100% de probabilidades, es cierto que...». Se ve que la más mínima literatura sobre el método científico y la validación no la han leído ni el el forro.
«Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes.» Jodeeeeeer, macho. Que la mayoría de la gente es normal y decente. Tranquilícese, hombre. Y mediante medianamente... escéptico.
Y sea medianamente escéptico, quería decir. (Fe de erratas)
Amen :)
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