Aquí les dejo la versión integra de la entrevista que me pidió la revista valenciana El Temps, parte de la cual figura en la entrada anterior.
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--¿Por qué considera interesante la investigación del mito de los ovnis?
Porque se trata de una creencia social extendida a todo el mundo, y también un mito religioso sobre el origen de la vida, la tecnología y la evolución moral de los supuestos habitantes del cosmos. Es una mezcla de religiosidad y tecnología típica del ocultismo nacido en el siglo XIX y difundido en el XX. Al margen de todo ello, en la casuística ufológica, en medio de una enorme cantidad de ruido, puede haber alguna "señal" en forma de fenómenos no de todo explicados por la ciencia, como el caso del rayo globular. Algunos testimonios divulgados en la literatura ufológica pueden tener su causa en manifestaciones de este fenómeno atmosférico. De los extraterrestres no existe la más mínima prueba al respecto. Este complejo rumor formado por observaciones, creencias, especulaciones, impactantes revelaciones que se diluyen en la nada al cabo de una semana como un terrón de azúcar en el café ha propiciado que los gobiernos prestaran atención al supuesto fenómeno camuflado entre montañas de especulación, que los ejércitos realizaran investigaciones relacionadas con la seguridad del espacio aéreo (como en España, cuyo Ejército del Aire entregó a la opinión pública en los años noventa toda la información que almacenaba desde los años sesenta) y que los investigadores académicos dedicaran amplios ensayos a interpretar esta creencia (lo que refuta la especie interesada de que "la ciencia no se ha ocupado de los ovnis"). También ha servido para ocultar, tras la cortina de humo de los platillos volantes, otras actividades menos confesables, como el lanzamiento de globos espía, misiles balísticos de prueba, vuelos secretos de aeronaves militares de última generación, etc. La riqueza de la leyenda de los ovnis es inmensa, pero los pretendidos extraterrestres son muy tímidos y no se presentan a cara descubierta. Los ovnis, como dijera Robert Sheaffer, son un "fenómeno celoso de sí mismo". Y quien dice tener pruebas no las ha presentado aún. Y lo que es peor, el aficionado creyente no se las pide. Es como una religión fanática.
--¿Cómo se crea este mito? ¿A qué responde su extensión?
La historiografía del mito señala al 24 de junio de 1947 como el momento de su nacimiento. Aquel día un piloto de avionetas norteamericano, Kenneth Arnold, observó en el estado de Washington nueve objetos volantes que no pudo identificar. A partir de ahí nace la expresión "platillo volante", que los medios de comunicación convirtieron en una imagen clásica del siglo XX. La Segunda Guerra Mundial había acabado dos años antes y algunos años después comenzaba la conquista del espacio con el lanzamiento de los primeros satélites artificiales. Desde los años sesenta se hablaba de la conquista de la Luna y de planetas como Marte. Si nosotros podíamos ir a otros cuerpos celestes ¿por qué otras entidades más avanzadas no podían venir a nuestro planeta? Esta lógica es sencilla, pero choca con las enormes dificultades del viaje interplanetario. Pero la realidad no nos estropeará nunca nuestra creencia y nuestros deseos, al igual que a algunos periodistas la realidad no les estropea jamás una buena historia, aunque sea tan falsa como una moneda de un euro y medio. La historia de los ovnis esta plagada de ejemplos de este tipo.
--¿Hemos cambiado las hadas por los ET?
En cierta medida sí. Ambas entidades, hadas y extraterrestres, solo se dejan ver tímidamente, por ciertas personas y en determinadas circunstancas. El propio cambio en las visiones es también importante: vemos lo que es "tolerable" ver, lo que en nuestra cosmovisión o forma de ver el mundo es sólito presenciar. Ahora carece de sentido social y cultural ver hadas: es "normal" ver extrarrestres, naves, entidades sabias y desarrolladas espiritualmente y, sobre todo, tecnológicamente. La soledad cósmica ha sido siempre evitada mediante apariciones, manifestaciones y vislumbres de seres divinos o trasmundanos.
--¿En qué medida la literatura, el cine, la televisión han influído en la extensión y la configuración del mito?
En una medida imposible de cuantificar. La literatura y el pensamiento especulativo ha tenido entre sus protagonistas, desde la antigüedad, a los extraterrestres. Tanto los pluralistas como los unicistas se refirieron, para afirmar o para negar, a la existencia de otros cosmos y entes similares a los conocidos entonces. Este debate ha permanecido siempre en la conciencia de los seres humanos, aun con épocas de escasa presencia directa en las manifestaciones culturales. En el siglo XX retoma el protagonismo ayudado por las novelas y relatos de éxito comercial, las películas de serie B norteamericanas, la enorme difusión de los medios de comunicación audiovisuales y escritos y el gran volumen de la literatura especializada en los principales idiomas occidentales. Ello permitió que el mito inicial se diversificara, que surgieran nuevos motivos como las abducciones, el secretismo oficial, los contactos con elegidos (contactados), las alertas ovni, el pseudo-periodismo de investigación, etc.
--En su libro Los ovnis ¡vaya timo! (editorial Laetoli,Navarra, 2006) afirma que hablar de extraterrestres es prácticamente hablarle al espejo...
No recuerdo haber empleado esa expresión, pero me parece una buena forma de resumir lo que es este mito. Es una historia de religación secular con un más allá material, cósmico y tecnológico. Expresa la definitiva conversión del ser humano occidental en un ser planetario, preocupado por la existencia, o su sospecha, de otras entidades inteligentes en el universo para referirnos a las cuales no tenemos más patrones que los que nosotros hemos asumido: la bondad, la maldad, la curiosidad, el deseo de descubrimiento, el viaje de exploración, la evolución espiritual, la conquista, la destrucción y el rapto de los extraños inferiores, etc. Intuimos que esos seres del cosmos, si existen, deben amoldarse a alguna de las variantes morales enumeradas, entre otras posibles. Pocas veces tenemos en cuenta que una posibilidad es la indiferencia absoluta, que es también una de las soluciones factibles para la "paradoja de Fermi". Ésta trata de explicar o comprender por qué no hemos sido aún visitados por extraterrestres y ni siquiera hemos detectado su existencia mediante algún dispositivo, señal, indicio o clave de indudable origen alienígena.
--¿Por qué ya no hay, hoy en día, tantos supuestos avistamientos como en los años 70-80 del siglo pasado?
La causa parece residir en la publicidad que este tema ha recibido históricamente en los medios de comunicación. Cuanto más se habla, publica, debate y especula más observaciones se denunciarán. Es una situación típica de contagio social, de la misma forma que en épocas de epidemia los seres humanos estamos más sensibilizados antes posibles síntomas. Ésta es, al mismo tiempo, una enseñanza negativa, en el sentido de que esa dinámica de picos y valles en el flujo de informes sobre observaciones de supuestos ovnis nos está diciendo lo que no es el supuesto "fenomeno ovni", o lo que no es en gran parte: un fenómeno natural. Es un fenómeno fuertemente influido por los deseos y las expectativas de los seres humanos. No hay ningún fenómeno en la naturaleza que dependa o tenga en cuenta la psicología humana para manifestarse. En la subcultura ovni sabemos de épocas, como los años setenta del siglo XX, en los que la prensa se ocupaba casi a diario de este tema y los telediarios divulgaban noticias al respecto, algo impensable hoy en día. El público estaba atento y expectante, y era mucho más probable que fenómenos astronómicos como el planeta Venus o grandes estrellas fugaces fuesen tomadas por fenómenos extraños o "no identificados", algo que ha ocurrido en innumerables ocasiones; no en vano, el planeta Venus es conocido como "la reina de los ovnis" (véase el blog Misterios del aire, de Juan Carlos Victorio).
--Usted habla de 'olas', de 'epidemias' cíclicas de ovnis: ¿qué mecanismos activan estas 'olas'?
Como he dicho, su activación está estrechamente relacionada con la publicidad que la creencia en los ovnis recibe en los medios de comunicación. Normalmente aparece un caso relevante –explicado o no- que actúa como detonante, cuyo seguimiento produce una avalancha de nuevas denuncias por parte de personas que han estado atentas y sensibilizadas a las cosas que se ven en el cielo (aviones, planetas que salen y se ponen, estrellas fugaces esporádicas, fenómenos de refracción de la luz en la atmósfera, etc.) o bien luces en la lejanía que pueden ser cualquier cosa: casas, automóviles, barcas de pescadores, aeronaves aterrizando, lanzamientos balísticos iluminados por la luz solar, reentradas de chatarra espacial, entre otras muchas posibilidades.
--¿Y la prensa? ¿Cuál es su papel en este embrollo?
Es fundamental. La prensa creó el fenómeno, lo distribuyó, lo cuidó y alimentó, y hace que flaquee en determinadas épocas, cuando el interés social se satura, como en la actualidad y desde finales de siglo. Sigue habiendo, no obstante un nivel basal de actividad y observaciones, pero muy inferior al de épocas de "oleada". Ocurre como en las modas.
--¿Por qué verdes? ¿Por qué con antenas? ¿Por qué humanoides?
Quizá porque cada testigo interpreta lo que ve a su manera. El testimonio humano no es válido como prueba. Si incluso a la hora de informar de un accidente de tráfico diferentes testigos, incluso los no implicados, no se ponen de acuerdo sobre cómo ocurrieron los hechos, menos debemos confiar en la palabra de quien asegura haber visto un extraterrestre paseándose por el campo o a bordo de una nave interplanetaria. Pero no porque mientan, sino porque nuestro cerebro reconstruye las percepciones, las altera, las adorna e interpreta, influido, además, por la cultura popular de los platillos volantes (imágenes, películas, divulgación acrítica y crédula, etc.). Al final, lo que queda en nuestra memoria es muy distinto de lo que percibimos realmente. Realmente las tipologías de los "extraterrestres" son múltiples, como ha puesto de manifiesto Luis R. González, colaborador de la Fundación Íkaros, una fundación dedicada a la conservación del patrimonio cultural español relacionado con la mitología ufológica con sede en Santander. Se han visto seres enanos, de estatura normal y gigantes, con intenciones agresivas y pacíficas o indiferentes, recolectores de plantas y raptores de personas para llevárselas a su nave (abduciones). Estos últimos suelen ser de color gris, y casi todos antropomorfos o humanoides. Pero también tenemos ejemplares más raros: con forma de murciélago o de búho gigante, monstruos peludos achaparrados, de contornos geométricos, sin cabeza... La fauna ET es muy variada, a gusto del consumidor, lo que hace que la Tierra sea el ombligo del Universo, sin duda; ¿o no?
--¿Qué interés podría tener una supuesta civilización extraterrestre por nosotros?
Probablemente el mismo que nosotros por ellos. O no. Quizá, si es que existe alguna, no tengan el más mínimo interés en saber de otras civilizaciones. No es necesario que lo que nosotros experimentamos como interés sea sentido por otros seres o civilizaciones. Quizá sean piratas y estén buscando otros planetas para colonizarlos, exterminar a sus habitantes, llevarse las materias primas que consideren útiles y seguir su viaje interestelar. Quizá pasen de largo porque no les interese establecer contacto, de la misma forma que a la mayoría de los seres humanos no les interesa comprender el lenguaje que se establece en el interior de los hormigueros o colmenas entre las diferentes castas de individuos. Otros piensan que esas entidades son una especie de evangelizadores cósmicos que llevan la buena nueva de la evolución espiritual a las razas menos evolucionadas, al igual que ocurre en nuestro planeta con las religiones históricas, algunas de las cuales parecen necesitar el convertir al mayor número de humanos a su credo. La historia cobra así sentido: el sentido único y el deseo de homogeneizar a las comunidades terrestres es trasplantado al universo.
--¿Dónde está Ovnilandia?
En la cabeza de quienes creen que nos visitan extraterrestres y que viajan a bordo de naves interplanetarias. Éste es el núcleo de la creencia, prácticamente inamovible, transmitido de generación en generación mediante memes, piezas mínimas de información cultural que vuelan de cerebro en cerebro con el apoyo de los medios de comunicación, de los publicistas de los misterios de todo a cien, de los investigadores disfrazados de Indiana Jones y de la amplia presencia en Internet de especulaciones absurdas y ridículas, como los reptilianos, las confabulaciones entre los ejércitos y los extraterrestres, los círculos de las cosechas y otras historias producto de mentes recalentadas, con nula capacidad crítica o, al mismo tiempo, con evidentes intereses económicos por contagiar a la mayor cantidad de aficionados con estos virus absurdos para que consuman tales productos, casi siempre acogidos favorablemente por empresas privadas de comunicación.
--Se han desenmascarado muchos fraudes relacionados con fotografías y vídeos trucados, con montajes de todo tipo y condición: ¿no influyen estas constataciones a la hora de deshinchar la creencia?
Es probable que hayan servido para que algunas personas recapacitaran si tenían intención de divugar un fraude de este tipo con la intención de vender unas instantáneas fotográficas o la filmación de la luz de una farola desenfocada. Hoy en día es mucho más fácil para los analistas fotográficos descubrir un amaño o explicar la auténtica naturaleza de una luz que un fotógrado aficionado o un cámara profesional, incluso, no fueron capaces de identificar correctamente. El 90 ó el 95% de las imágenes de presuntos ovnis son vergonzosas, simples puntos de luz con fondo negro, descarados fraudes o fenómenos claramente identificables como los espectaculares lanzamientos de misiles norteamericanos Poseidon observados y fotografiados desde las Islas Canarias en los años setenta del pasado siglo. Todavía hay quien se refiere a estas instantáneas como "ovnis", de la misma forma que hay quien sostiene que la Tierra es el centro del universo y que el Sol gira a nuestro alrededor.
--¿Qué opina de la petición recientemente emanada de la revista Philosophical Transactions de la Royal Society en el sentido de reclamar a la ONU un grupo de trabajo dedicado a "asuntos extraterrestres" con capacidad para elaborar un plan a seguir en caso de contacto? Dicen que nos tendríamos que "preparar para lo peor", en caso de que llegaran a la Tierra formas de vida extraterrestre...
Es muy interesante, pero, en realidad, esta petición no tiene relación alguna con el mito de los ovnis. Para los auténticos científicos, no para quienes pretenden hacerse pasar por tales en los medios de comunicación, los ovnis no tienen relación con la vida extraterrestre más que en su aspecto cultural y mítico. Los astrobiólogos no están interesados en los ovnis porque no los necesitan. Las sondas de exploración espacial a otros planetas y satélites no van a buscar ciudades alienígenas ni señales inteligentes, sino indicios de vida microscópica, restos fósiles de la misma o marcadores atmosféricos de la presencia de vida. El folclore de los platillos volantes y todas sus ramificaciones es un tema totalmente distinto, es una creación cultural. Si algún día llega a descubrirse vida alienígena serán los científicos quienes se ocupen de estudiar el hallazo (quizá el más importante en la historia de la humanidad), no una lamentable colección de pseudo-periodistas hábiles sólo para cultivar las ideas preconcebidas de los creyentes. La NASA estudia protocolos de contacto con seres alienígeneas (que no tiene por qué ser cara a cara, o lo que tengan por cara, sino en forma de señales de radio u otras de indudable origen inteligente) desde hace décadas. Eso no quiere decir que el contacto se vaya a producir; quizá no se produzca jamás. Pero como es una posibilidad, en principio muy pequeña, debe ser considerada y prevista en sus consecuencias más probables. Quizá la ausencia de contacto, sea del tipo que sea, es un auténtico indicio de la inexistencia de seres extraterrestres. Tal vez, en caso contrario, y dada la presupuesta convergencia evolutiva, debamos prepararnos para lo peor: entidades malvadas como las que aparecen en los videojuegos de éxito. ¿Qué ocurrirá, una conferencia de paz cósmica, un proceso de esclavitud mundial como en El planeta de los simios o una guerra total como en Starship troopers? De momento, juguemos con nuestra imaginación, pero que no se aprovechen de ella.
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
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2 comentarios:
Mito social las pelotas, escèptico puto.
Jódete, y gracias por venir.
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