miércoles, febrero 23, 2011

Reportaje más entrevista en El Temps

En una próxima entrada subiré la versión íntegra de la entrevista que me hicieron, ya que para la revista la redujeron bastante.

El Temps, nº 1391, 8 de febrero de 2011 (www.eltemps.net).







martes, febrero 22, 2011

Paco Padrón se encontró -o tropezó- con Luis Miravitlles

Revisando artículos antiguos del fallecido Francisco Padrón, presunto ufólogo y ocultista que pegó a todos los palos posibles del más allá, me encuentro con una divertida anécdota relacionada con el divulgador científico Luis Miravitlles. Al parecer, ambos coincidieron en una ocasión invitados en un programa de televisión de TV-2 en Barcelona, “La Nit Bruixa”, para hablar de cosas raras y muy misteriosas. Entre los invitados se encontraba también una grafóloga. Por la anécdota que cuenta Padrón, Miravitlles actuó cual Johnny Carson o Randi con el prestidigitador Geller. Veamos qué dice Padrón de la anécdota:

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También quiero destacar el hecho, para mí incalificable, por parte de un representante de la ciencia, en el programa de TV-2 “La Nit Bruixa”, en Barcelona. Después de mi intervención fue entrevistada una conocida grafóloga catalana, Rosita Torrens. A continuación Luis Miravitlles asumió el papel de inquisidor de la ciencia. Nada que argumentar en contra, pero sí en el momento en que dicho señor la [sic] entrega, en un papel, el registro de su firma para que Rosita haga un rápido estudio grafológico. Después Miravitlles, aclara que le había cambiado el papel por otro donde figuraba otra firma, concretamente la de la presentadora del programa. Estimo que aquello fue una burda representación, una farsa, una mentira, un acto indigno de un supuesto representante de la ciencia

Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife), 13 de agosto de 1989.

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¿Inquisidor de la ciencia? Si esta estupidez les parece poco la de "supuesto representante de la ciencia" tampoco se queda atrás. Basta ver qué cuenta la Wikipedia de Luis Miravitlles. Supongo que a Padrón no se le ocurrió informarse del currículum de quien puso en evidencia a la grafóloga y a sus propias creencias, de paso.

Quizá valdría la pena rescatar ese programa de televisión en el que Miravitlles desenmascaró a la citada cuentista (porque eso fue lo que debió ocurrir, a tenor de la reacción indignada de Padrón). En mi opinión, se trató de una deliciosa manera de romper un más que probable escenario de autocomplacencia y de pavoneo acrítico en pro de las facultades psi y otros rumores la subcultura creyente. Seguramente a Miravitlles, para proceder de tal forma, no le hizo falta haber leído a James Randi, pero sí fue muestra de un interés por poner a prueba a la semi-bruja de la grafología y, potencialmente, a cualquiera que pretendiese tener facultades o poderes psi.

Para quienes no recuerden a Luis Miravitlles, aquí pego el único fragmento que se puede hallar en Youtube.

martes, febrero 08, 2011

La Nave de los Locos

Sergio Sánchez y Diego Zúñiga son ufólogos, exufólogos o neo-ufólogos, como el lector prefiera, toda vez que se cansaron un poco del mundillo de los platillos y sus personajes principales, gente, en su mayoría, de traca, es decir, de la cultura de todo a cien del misterio. Volvieron hace algunos meses (La Nave de los Locos, nº 37, agosto 2010), y me parece muy bien, porque tienen una manía funesta para los creyentes y quienes los alimentan, que es pensar, pensar en uno de sus objetos de interés: el mito ufológico. Esta perversión les lleva a no tragarse los sapos que otros se tragan enteritos o medio masticados, y a rehuir la propaganda infumable, pan de cada día en Ovnilandia. Lo demuestran los citados en los artículos con los que se abre este número de La Nave. Y ya que están, lean también el tercero y el cuarto, ambos de John Rimmer. Y el de Borraz. Y la entrevista a Ignacio Cabria…


Lean también el comentario que Luis Alfonso Gámez escribió sobre este número de La Nave, que les informa de algunos de sus contenidos, entre ellos una reseña firmada por Sergio Sánchez de mi librito Los ovnis ¡vaya timo! .

En su entrada, Gámez comenta:

Me pasa como a Diego Zúñiga: para mí, la ufología murió cuando enloqueció más allá del límite, cuando a las increíbles abducciones les sucedieron los encuentros sexuales, las conspiraciones para matar a Kennedy, los platillos estrellados por doquier, las sondas anales....

Cabría preguntarse si esa lógica repugnancia por tales derivaciones de la ufología, más allá de la tradicional curiosidad con afán científico que una pequeña parte de los interesados (los recopiladores, evaluadores y explicadores de casuística), no tiene en cuenta que la ufología es, precisamente, todo eso; o mejor dicho, que era previsible que acabase convirtiéndose en todo eso. No le recrimino ni a Gámez ni a nadie no haber previsto esa transformación de la ufología en un manicomio de contactados, abducidos y conspiranoicos desequilibrados… ¿O sí? No sé, quizá deberíamos haber imaginado un escenario así porque tal situación era auténticamente previsible: si nunca contamos con una sola prueba válida de que la esencia del supuesto misterio consistiese en lo que nos vendían los periodistas disfrazados de Indiana Jones y la propia creencia, por tal motivo, no se extinguía, esta situación era un poderoso indicio indirecto de que nos hallábamos ante una especie de religión de fanáticos bajo el ropaje del buen rollo, el cambio de conciencia y el desfile carnavalesco de pseudo-investigadores que se presentaban disfrazados de San Jorge después de haber aniquilado al dragón del secreto oficial. Y lo más importante de todo: que este escenario de frikismo general platillista era y es lo normal, que no era razonable esperar otra cosa, y que los críticos y los auténticos interesados racionales son, como he comentado unas pocas veces entre amigos y cervezas en algún bar escéptico lagunero, los auténticos raros, los extraños, los que se salen de la norma, la minoría, los realmente frikis, al igual que el pensamiento crítico y la cultura de verdad es una frikada en una sociedad donde se promociona el paletismo, la igualación de todas las opiniones por lo bajo, donde Cuarto milenio pasa por ser un ejemplo de divulgación científico-cutural (¡cágate, lorito!) y donde Planeta encantado se emitió dos veces por la tele pública sin repartir primero mascarillas anti-contaminación a los televidentes. (A Mourinho no me lo toquen: adoro a ese tipo, en serio, por si alguien está pensando en él al leer algunos ejemplos del mundo-basura de los medios de comunicación).

La Nave de los Locos pasa factura al mundo de los platillos en los artículos que cité al principio. Lo bueno es que tiene intención de seguir haciéndolo una vez al año.

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Sergio Sánchez y Diego Zúñiga (Ed.): La Nave de los Locos, nº 37, Santiago de Chile, agosto de 2010. 175 páginas. 11,16 euros.

viernes, diciembre 31, 2010

Escépticos


Mañana a las 22:00 horas.

Promo del primer programa, sobre la absurda leyenda de que el viaje a la Luna no fue real:

jueves, noviembre 11, 2010

Misterios a porrillo

Publicado hoy en el suplemento Principia, de Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife). Una vez que se me pasó el susto, cambié al final una equis por una ese, en Escéptico.

miércoles, noviembre 10, 2010

Artículo en AstronomíA y entrevista en esRadio Las Pamas

La revista AstronomíA publica en su nuevo número, 137 (noviembre 2010), un artículo del que soy autor. Lleva por título El mito de los ovnis como herramienta para explicar astronomía básica. En él recojo algunos populares episodios en los que el planeta Venus o un bólido fue el auténtico protagonista de la observación "extraña", por muy super-pilotos de aeronave que fueran los testigos.


De paso, les dejo el enlace a una entrevista que me hicieron sobre el Curso Ciencia y pseudociencias 2010 para una radio de Las Palmas de Gran Canaria.

viernes, septiembre 24, 2010

Carl Sagan y los platillos volantes

[Publicado originalmente en Circular Escéptica, 12].

Alguien debería hallar alguna relación entre la ufología y la criptozoología… ¡Ya lo tengo!: los ovnis son una serpiente de verano. Bueno, sí, es una tontería. Me debo haber contagiado del que se hizo eco hace poco que Carl Sagan le había confesado en secreto secretísimo a J. A. Hynek que creía que los ovnis eran naves extraterrestres tripuladas por marcianitos pero que no lo podía decir en público porque vendría a llevárselo el hombre del saco, o algo parecido.

Es que hay que tener unas tragaderas como las de un rorcual azul para creerse semejante disparate, más viniendo de una fuente exopolítica, un sarao internacional mitad circo mitad manicomio.

Pero claro, al tener la mente abierta es más probable que te apuntes al carro de intentar arrimar a Carl Sagan a las ideacas platillistas, visto su prestigio y su interés por la vida extraterrestre. Sagan es plato apetecible para los cultivadores menos racionales de la ufología. Hace dos años un grupo brasileño de creyentes trató de apropiarse del nombre del astrofísico para legitimar sus correrías tras los platillos volantes amparados bajo tan popular nombre. Afortunadamente, tal absurdo no prosperó, pero lo cambiaron por Galileo Galilei, el santo patrón de todos los chiflados que aspiran a dar un vuelco a la ciencia contemporánea amparándose en sus manías personales. Y no hace mucho, en un programa nocturno y dominguero de paranormalidades y otros desperdicios culturales nos presentaron a Sagan como inspirador del presentador de semejante embrollo. Sí, ya sé que es risa, pero así de cínico y desvergonzado es el patio de los misterios mediáticos.

En el mundo del negocio del misterio, de la figuración y de la pérdida de tiempo con pseudos-descubrimientos ridículos (me viene ahora a la mente la disparatada monserga ocultista de los restos nazi-atlanteos-profético-2012 en Lanzarote: visiten este enlace y este y pásmense) hay una permanente tensión, nunca resuelta, entre el apego a la ciencia, a su prestigio, y la crítica a la misma, normalmente calumniosa en este sector del mercado de los misterios. Y cuando digo a la ciencia me refiero a los científicos, que son los que hacen ciencia, porque ésta no se hace sola.

El apego a la ciencia se concreta entre quienes desde el siglo XIX vienen usando de conceptos científicos para legitimar las más variadas ocurrencias, desde el contacto con entidades desencarnadas en el más allá mediante tecnologías variadas a la indiscriminada utilización de conceptos de la física cuántica para sustentar disparates como el cambio de conciencia o la memoria del agua pasando por los criptozoólogos, que anteponen sus creencias en bichos inexistentes a la base teórica, los métodos y procedimientos de la biología. También podemos citar, por ejemplo, el uso que algunos programas televisivos y radiofónicos de misterios hacen de científicos invitándolos a participar, con los que se intenta dar una pátina se rigor al resto de barbaridades que son las que, en último término, dan la nota en tales programas. ¿No pretendió un popular programa de televisión hace años vender una alerta ovni con el concurso de diversos museos de la ciencia y planetarios españoles? (también en este enlace). Afortunadamente la jugada platillista les salió mal. Y otro ejemplo es, precisamente, la falsa atribución a Sagan de su creencia en los platillos volantes u ovnis como naves espaciales con señores inteligentes a bordo.

Pero, ¿qué pensaba realmente Sagan del mito de los platillos volantes? Porque, como suele ocurrir, una cosa es lo que sale publicado en revistas mensuales alucinógenas y otra la realidad. ¿De verdad usted, lector, se puede creer que un crítico de circo mundial de los platillos volantes (entre otras muchas cosas producto de la imaginación humana) confesara en la intimidad –en la intimidad del descanso de un programa televisivo a otro invitado, Hynek- que realmente creía que nos visitaban seres extraterrestres a bordo de naves interplanetarias? Seguimos, por otro lado, perpetuando la interesada confusión entre ovnis y naves extraterrestres. Lo que ocurre es que en los ovnis no hay que creer: hay miles de testimonios; y eso son los ovnis: testimonios y relatos sobre fenómenos u objetos que un testigo o un grupo de personas no pudo identificar adecuadamente. Otra cosa es, por tanto, lo que realmente sean esos ovnis en último término. Pero para estos periodistillas del misterio tales disquisiciones no son más que piedrecitas en el camino que habitualmente transitan, pavimentado de sobreentendidos, retórica populachera, credulidad, ignorancia del interesado medio, afán de figuración y utilización, a discreción, de los propios científicos para que te pongan una sonrisa de compromiso desconocedores de la auténtica y esencial patraña que se desarrolla en tales escenarios alternativos, misteriosos y mentalmente abiertos. En un teatrillo de marionetas clásico hay más dignidad que en toda una serie de programas del mundo del más allá mediático.

Sagan fue cofundador en 1976 del actual CSI , y, como indica Manuel Borraz, siempre consideró que la búsqueda de inteligencias extraterrestres es uno de los más trascendentales desafíos científicos, pero opinaba que no hay pruebas de que estemos siendo visitados. Para él, la respuesta no la iban a aportar los ovnis sino las sondas de exploración espacial y la radioastronomía (en Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo. En: Vida en el universo, Del mito a la ciencia. Ricardo Campo (ed.), Fundación Anomalía, Santander, 2008, p. 48). Borraz toma esta cita de Sagan, Carl, 1972, The Extraterrestrial an Other Hypotheses, en UFO´s. A Scientific Debate. Carl Sagan and Thornton Page, Ithaca and London: Cornell University Press, p. 274.

He seleccionado algunas citas de El mundo y sus demonios (Planeta, Barcelona, 1997) en las que queda bien claro cuál era la opinión de Sagan sobre los platillos volantes:

Lentamente me fui dando cuenta de que, existiendo la falibilidad humana, podría haber otras explicaciones para los platillos volantes (…) Todo depende de la prueba. En una cuestión tan importante [la igualación ovnis-extraterrestres], la prueba debe ser irrecusable. Cuanto más deseamos que algo sea verdad, más cuidadosos hemos de ser. No sirve la palabra de ningún testigo. Todo el mundo comete errores. Todo el mundo hace bromas. Todo el mundo fuerza la verdad para ganar dinero, atención o fama. Todo el mundo entiende mal en ocasiones lo que ve. A veces incluso ven cosas que no están (p. 88).

La mayoría de la gente contaba lo que había visto con toda sinceridad, pero lo que veían eran fenómenos naturales, si bien poco habituales. Algunos avistamientos de ovnis resultaron ser aeronaves poco convencionales, aeronaves convencionales con modelos de iluminación poco usuales, globos de gran altitud, insectos luminiscentes, planetas vistos bajo condiciones atmosféricas inusuales, espejismos ópticos y nubes lenticulares, rayos en bola, parhelios, meteoros, incluyendo bólidos verdes, y satélites, morros de cohetes y motores de propulsión de cohetes entrando en la atmósfera de modo espectacular (p. 89).

Una vez eliminados de la serie de datos los fenómenos naturales, los engaños y aberraciones psicológicas, ¿queda algún residuo de casos muy creíbles pero extremadamente raros, sobre todo casos sustentados por pruebas físicas? ¿Hay una señal oculta en todo este alboroto? Desde mi punto de vista, no se ha detectado ninguna. Hay casos de los que se informa con fiabilidad que no son raros, y casos raros que no son fiables. No hay ningún caso –a pesar de más de un millón de denuncias de ovnis desde 1947- en que la declaración de algo extraño que sólo puede ser una aeronave espacial sea tan fidedigna que permita excluir con seguridad una mala interpretación, tergiversación o alucinación. Todavía hay una parte de mí que dice: qué lástima (p. 99).

A principios de la década de los sesenta argumenté que las historias de ovnis se acuñaban principalmente para satisfacer anhelos religiosos. En una época en que la ciencia ha complicado la adhesión acrítica a antiguas religiones, se presenta una alternativa a la hipótesis de Dios: los dioses y demonios de la antigüedad, con el disfraz de la jerga científica y la ‘explicación’ de sus inmensos poderes con terminología superficialmente científica, bajan del cielo para atormentarnos, ofrecernos visiones proféticas y tentarnos con visiones de un futuro de esperanza: una religión misteriosa naciente de la era espacial (p. 151).

Un razonamiento similar al de esta última cita puede hallarse en Sagan, Carl, 1972, The Extraterrestrial an Other Hypotheses, en UFO´s. A Scientific Debate. Carl Sagan and Thornton Page, Ithaca and London: Cornell University Press, p. 272.

¿Queda claro ahora lo que realmente pensaba Sagan del mito de los platillos volantes, yendo directamente a la fuente en lugar de hacerse uno eco de la parida surgida de una mente exopolítica?

Pero, ¿se puede esperar otra cosa de un aficionado a los misterios como José Gregorio González que, por ejemplo, reconoce que los más famosos ovnis canarios de los setenta fueron misiles pero que hubo algo más? ¿Algo más de qué? ¿Una nave extraterrestre de Alfa Centauro camuflada en las estelas de los misiles? ¿Una pelota de gofio amasado? Es el mismo que se tragó que un accidente doméstico en una localidad tinerfeña fue una combustión espontánea. O que hizo el ridículo paseándose por el Museo de Historia y Antropología de La Laguna contando el bulo del fantasma de la inexistente Catalina de Lercaro. Y el alma de Tacande, y el Chupacabras de Taco y… La lista es interminable.

Pero aquí el que no se consuela es porque no quiere: aquí tienen la auténtica prueba de que hay extrañas máquinas volando por los cielos.

sábado, septiembre 18, 2010

Ciencia y pseudociencias 2010

La nueva edición, décima, del Curso de Extensión Universitaria de la Universidad de La Laguna

Ciencia y pseudociencias,

comienza el lunes 27 de septiembre. En la web provisional del Curso tienen el programa completo y una presentación en ppt con la historia del mismo.

sábado, agosto 28, 2010

Galaxias y centellas paranormalísima

El pasado domingo acudí invitado al programa de radio de Canarias Radio La Autonómica (Santa Cruz de Tenerife) Galaxias y Centellas para hablar de... los ovnis, claro. Vayan al enlace y abajo, en Descárgate el último programa, podrán escucharlo.

lunes, agosto 23, 2010

¿Estamos solos en el Universo?

Vi ayer un interesante reportaje de la Agencia Espacial Europea que lleva por título ¿Estamos solos en el Universo?

Es interesante, y los expertos consultados son gente seria y normal, no patéticos pseudo-ufólogos pseudo-periodistas de los que dan vergüenza ajena. Pero hay algo que no me gusta en el reportaje, o que considero incorrecto: se masca algo que, a lo largo del mismo y al final, con la última frase del comentarista, se hace explícito:

¿Solos o acompañados? Ni la ciencia ni los iluminados tiene por ahora las respuestas.

Parece como si las posibles respuestas de un u otro colectivo fuesen distintas pero simétricas. Y no. Me parece que sólo la ciencia puede llegar a responder esta pregunta, no los iluminados, que no han hecho más que ruido y más ruido en un medio que incluye hipotéticas señales. ¿Pondrían ustedes en pie de igualdad a Swedenborg, con sus visitas guiado por la corte celestial a todos los planetas de nuestro Sistema Solar, todos habitados, claro, y la misión Kepler?

O dicho de otra manera: formalmente, el reportaje está muy bien –en particular las intervenciones de David Clarke- pero debería llevar otro título, un título, el que ustedes quieran, que no incluya las palabras vida y universo. Simplemente eso. Creo, incluso, que un organismo como la ESA no debería producir un reportaje como el que comento. Si acaso, uno en el que dejase bien claro que una cosa es su investigación normal y otra un mito popular que la cultura contemporánea y el sensacionalismo mediático ha ido asociando a aquélla.

Cuando se formula y se responde, a tientas, la pregunta ¿estamos solos en el universo?, los ovnis, los platillos volantes o como queramos llamar a este amasijo informe de relatos, leyendas y miles de imágenes borrosas no pintan nada. Y el que crea lo contrario que aporte las pruebas, pero pruebas pruebas, no afirmaciones que a usted le dé la gana que nos traguemos sin masticar.

Ése es el motivo por el que Neil deGrasse Tyson se toma con humor al principio la pregunta de si cree en ovnis en este vídeo que A. C. Agostinelli acaba de subir a su blog Factor 302.4. Tyson es astrofísico, y su actividad no tiene nada que ver como tal con el mito de los platillos volantes. Hace unos días le recordaba a una periodista que es casi una pregunta obligada cuando entrevistan a un astrofísico en la prensa si cree en los ovnis. Esto, como siempre digo, proporciona información negativa, en el sentido de que nos da pistas sobre una carencia o un sesgo no explícito. En este caso, que esa pregunta sea un lugar común nos habla de las carencias que padece el periodismo general en torno a temas científicos (¿no confundieron astrofísica y astrología hace unos años en El País?). Y si lo queremos interpretar como un sesgo, podemos decir que se trata de una errónea asociación popular, cultural, entre una ciencia y un fenómeno psicosociológico (que éste pueda ser objeto de análisis científico, a años luz de periodismo chapucero medio, es otro tema).

En cualquier caso, las palabras de Tyson son mucho más clarificadoras que la imagen final que el documental de la Agencia Espacial Europea parece dejar en la mente de quien lo visiona.

La forma más baja de evidencia que existe en este mundo es el testimonio visual, dice Tyson. Pues eso, no se puede decir de forma más clara. Todo lo que cuenta Tyson ha sido dicho y repetido hasta la saciedad por todos los críticos del mundo. Vean el vídeo y la estupenda demolición de la falsa creencia en la fiabilidad del testimonio humano:

martes, agosto 10, 2010

"El Mundo" y los ovnis en España

He decido posponer el comentario anunciado en la entrada anterior sobre lo que pensaba Carl Sagan sobre los platillos volantes para el próximo número de la Circular Escéptica, el 12, que está en el horno en estos momentos. Una vez publicado, será reproducido aquí.

Es conveniente profundizar sobre esta cuestión -la presunta creencia en marcianitos verdes del astrofísico norteamericano- para que el interesado no se tropiece sólo con la majadería del abierto de mente de turno, uno más de los que han intentado arrimar el ascua de Sagan a su sardina magufa. En otras ocasiones, por el contrario, se ha acusado a Sagan de ser un tergiversador y de estar pagado por los mismos poderes que algunos se imaginan después de haber fumado alguna hierba rara. La cosa es decir gilipolleces, y darte pisto mientras apartas la vergüenza de igual forma que los perros entierran su meada.

Parece que los medios generalistas se asesoran, de vez en cuando, con cierto criterio: véase el especial que El Mundo está dedicando a los ovnis en España. No siempre va a consistir el acercamiento periodístico al mito platillista en una ridícula perpetuación de chorradas acuñadas décadas atrás por periodistas correcaminos.

jueves, agosto 05, 2010

Las cicatrices saladas de Roque, el Moñigo

A la espera de comentarles mañana, si me es posible, lo que creía Carl Sagan de los platillos volantes, les dejo ahora este delicioso texto extraído de El camino, de Miguel Delibes.

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Pero la herida de Roque, el Moñigo, era de una esquirla de metralla. Se la produjo una bomba al estallar en un prado cuando, una mañana de verano, huía precipitadamente al bosque con la Sara. Los más listos del pueblo decían que el percance se debió a una bomba perdida, que fue lanzada por el avión para quitar peso. Más Roque, el Moñigo, recelaba que el peso que había tratado de quitar el avión era el suyo propio. De todas maneras, Roque, el Moñigo, agradecía al aviador aquel medallón de carne retorcida que le había dejado en el muslo.

Continúan los tres mirando la cicatriz que parecía, por la forma, una coneja. Roque, el Moñigo, se inclino de repente, y la lamió con la punta de la lengua. Tras un rápido paladeo, afirmó:

- Sigue sabiendo salada. Dice Lucas, el Mutilado, que es por el hierro. Las cicatrices de hierro siguen sabiendo siempre saladas. Su muñón también sabe salado y el de Quino, el Manco, también. Luego, con los años, se quita ese sabor.

Daniel, el Mochuelo, y Germán, el Tiñoso, le escuchaban escépticos. Roque, el Moñigo, receló de su incredulidad. Acercó la pierna a ellos e invitó:

- Probad, veréis cómo no os engaño.

El Mochuelo y el Tiñoso cambiaron unas miradas vacilantes. Al fin, el Mochuelo se inclinó y rozó la cicatriz con la punta de la lengua.

- Sí, sabe salada –confirmó.

El Tiñoso lamió tras él y asintió con la cabeza. Después dijo:

- Sí, es cierto que sabe salada, pero no es por el hierro, es por el sudor. Probad mi oreja, veréis como también sabe salada.

Daniel, el Mochuelo, interesado en el asunto, se aproximó al Tiñoso y le lamió el lóbulo dividido de la oreja.

- Es verdad –dijo-. También la oreja del Tiñoso sabe salada.

- ¿A ver? –inquirió dubitativo el Moñigo.

Y deseoso de zanjar el pleito, chupó con avidez el lóbulo del Tiñoso con la misma fruición que si mamase. Al terminar, su rostro expresó un profundo desencanto.

- Es cierto que sabe salada también –dijo-. Eso es que te dañaste con la cerca de alambre y no con púa de una zarzamora como crees.

- No –salto el Tiñoso, airado-; me rasgué la oreja con la púa de una zarzamora. Estoy bien seguro.

- Eso crees tú.

Germán, el Tiñoso, no se daba por vencido. Agachó la cabeza a la altura de la boca de sus compañeros.

- ¿Y mis calvas, entonces? –dijo con terca insistencia-. También saben saladas. Y mis calvas no me las hice con ningún hierro. Me las pegó un pájaro.

El Moñigo y el Mochuelo se miraron atónitos, pero, uno tras otro, se inclinaron sobre la morena cabeza de Germán, el Tiñoso, y lamieron una calva cada uno. Daniel, el Mochuelo, reconoció enseguida:

- Sí, saben saladas.

Roque, el Moñigo, no dio su brazo a torcer:

- Pero eso no es una cicatriz. Las calvas no son cicatrices. Ahí no tuviste herida nunca. Nada tiene que ver que sepan saladas


El camino
Miguel Delibes
Ediciones Destino, Barcelona, 1980.
[pp. 99-101]


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Y de propina, este vídeo de Michael Shermer, ahora que nuestra televisión pública se dedica a hacer propagada a los brujos reunidos en San Sebastián y que en la Sexta se ceban con el príncipe y sus creencias supersticiosas (por si no teníamos bastante con el de Inglaterra y su alucinógena cosmovisión newager):

martes, julio 20, 2010

Indiferencia (y prescindencia) de la criptozoología (XX)

Un loris que se creía extinguido es descubierto por zoólogos, que son quienes hallan (o redescubren) nuevas especies. Los "criptozoólogos", mientras, fumando cosas raras y viendo Yetis, Chupacabras, Nessies y "dinosaurios" africanos.

En este enlace.

jueves, julio 08, 2010

Contacto del tipo «lo se todo»

[Publicado originalmente en el número 11 de Circular Escéptica]
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Hace algunas fechas, el crítico mexicano Luis Ruiz Noguez, autor de Marcianitos Verdes , me pidió que comentara un texto (bautizado por él con el irónico título de Contacto del tipo 'lo sé todo') de esos que algunas personas ofendidas con el pensamiento crítico y los incómodos escépticos suelen escribir sin pensar demasiado en lo que están haciendo, y adornado con una buena colección de topicazos. La autora es una tal Marla Peña, y el escrito figura en este enlace.

Ruiz Noguez subió luego mis líneas a la zona de comentarios de la entrada correspondiente, y aquí las reproducimos. Los comentarios de la autora van en cursiva, mientras que los míos aparecen en negrita.

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Contacto del tipo «lo se todo»

Marla Peña

En más de una ocasión, he dejado de seguir a la gente en Twitter por cruzar la línea de lo que considero que es una conducta tolerable.

Yo no estoy en Twitter, pero es probable que en alguna ocasión dejase de seguir a alguna persona por cruzar una línea semejante. Este escrito de Marla Peña podría ser un caso.

Hay todo tipo de personas en Twitter. Celebridades (que incluso si a veces respondes a sus «tweets» no te siguen), personas que «piensan» que son famosos (por ejemplo, esa basura de los «reality» de la televisión, la mayoría de las veces, son aún más arrogantes que las verdaderas celebridades famosas), escritores famosos (Paulo Coelho es uno de ellos), científicos (sin comentarios), revistas de interés y el resto de todos nosotros.

Pero, aparte de muchos arrogantes que se autopromocionan por ahí (cuyos «tweets» me parecen tolerables), lo que más me ha sorprendido es que la gente que considero que han cruzado la línea son sólo los científicos.

¿Los científicos en general, todos, o algunos ejemplos concretos?

¿Por qué? Me gustaría saber. En mi opinión, estoy más allá de sorprendida. Tengo que admitir que, durante toda mi vida, he tenido profesores de la universidad, con doctorados, que son insoportablemente arrogantes y engreídos, pero también tuve profesores que eran muy inteligentes y humildes. Además, muchos de mis mejores amigos tienen doctorados así, por esa razón, nunca he tenido ninguna idea preconcebida negativa hacia los triunfadores académicamente avanzados.

Arrogantes, engreídos, inteligentes, humildes... Eso pasa en el gremio de los científicos, en el de los panaderos, en el de los informáticos, en el de los escritores de espiritualidades de tercera división como Paulo Coelho, etc. Pasa en todas las colectividades, en todos los oficios que han inventado los seres humanos. Tales defectos y virtudes no son patrimonio de los científicos.

No quiero generalizar, ya que he encontrado científicos muy agradables y amistosos cuyos «tweets» son muy interesantes. Sin embargo, he leído «tweets» de un grupo de científicos que realmente me han molestado.

Ah, ahora lo veo más claro. Esto, sin duda, es más razonable. Otra cosa es que en usted y en mí no coincidan aquéllos que consideramos agradables y amistosos y los que percibimos como molestos. Es muy probable que sea al contrario.

Algunos científicos piensan que están promoviendo el «pensamiento crítico» y, por tanto, todo lo que está fuera de su burbuja de sistema de creencias es muy criticado por ellos de una forma muy grosera. La gente que he visto que sigue esta práctica son medio famosos y tienen su propio programa de televisión, lo que lo hace (en mi opinión) aún peor.

Bueno, no todos los científicos promueven el pensamiento crítico, que es algo que, por cierto, deberían promover constantemente todos porque es una herramienta indispensable en su trabajo; de hecho, lo es en casi cualquier ámbito de la vida: si usted pierde las llaves del coche no piensa que se las robó un fantasma invisible o algún extraterrestre, sino que pone a su cerebro a trabajar para reconstruir todas las acciones que haya ejecutado desde la última vez que vio las llaves hasta que, quizá, dé con ellas pensando racional y críticamente. La inmensa mayoría de los científicos no son famosos ni tienen programa de televisión. Ojalá hubiera muchos programas de televisión donde científicos, filósofos y artistas promovieran el pensamiento crítico y el sanísimo escepticismo, y no la credulidad, los programas de tarotistas, de adivinadores y del resto de aprovechados de la buena fe de sus semejantes. Estas son las basuras que las ciertas televisiones emiten con frecuencia, todo con una buena pasta de por medio, que esta gente no se alimenta del aire, claro.

De la nada, los llamados «pensadores críticos» comienzan a criticar, de una manera muy grosera, a otras personas que creen en cualquier cosa en la que ellos no creen, como Dios, o empiezan a burlarse de las personas que dicen haber tenido un avistamiento ovni.

Están tan seguros de que Dios no existe... ¡wow! Hey, yo no soy una persona religiosa y, personalmente, sí, creo en la existencia de Dios y en el creador. Pero aquí está la cosa, si usted afirma que Dios no existe, para mí suena como si tuviera las respuestas a todos los misterios del mundo.


¿De la nada? De la nada no. Precisamente por conocer cómo funciona el cerebro humano y buena parte de la realidad, y por cómo se ha comprobado que podemos construir leyes de la naturaleza que parecen describir con gran fidelidad cómo funciona ésta, con mucho tiempo, esfuerzo y repetición, es que los científicos, y cualquier persona bien informada, pueden concluir que hay cosas como las visitas de extraterrestres a la Tierra que son escasamente probables. No estaría mal que se aportaran pruebas de este apasionante hallazgo, pero no sé si usted sabrá que los testimonios humanos y las fotografías borrosas no son «pruebas» que estén a la altura de una afirmación tan «enorme», «tremenda» y alejada de la «cotidianeidad» como las visitas de alienígenas a la Tierra. Si a usted le dicen que en la calle donde vive acaba de aterrizar una nave procedente de un planeta de nuestra galaxia, ¿le basta para dar su consentimiento la palabra de un familiar o de un vecino o necesita verlo con sus propios ojos primero y que, luego, un amplio grupo independiente de científicos de todo el mundo examine la nave y el ADN de los seres y llegue a la conclusión de que tal objeto no tiene su origen en la Tierra? ¿Capta ahora la enorme diferencia que existe entre afirmaciones gratuitas y pruebas científicas? ¿Verdad que no basta la palabra de cualquier persona, sea ésta quien sea, científico, escritor de novelas de misterio o piloto de Fórmula 1? En cambio, si un familiar le dice «Está lloviendo», quizá sea suficiente con su palabra y no le haga falta asomar la cabeza por la ventana para comprobar que es verdad para coger el paraguas antes de salir a la calle...

En cuanto a Dios, muchos científicos creen que no existen pruebas de su existencia, y están en su completo derecho de afirmarlo públicamente. Igual que usted de lo contrario.


Personalmente, creo en la combinación de la evolución y creación.

Ésta es la diferencia: usted necesita creer. Hay muchos científicos, y los biólogos evolucionistas de hoy en día están entre ellos, que no necesitan creer: les basta con los hechos de la evolución para explicar el origen y desarrollo de las especies.

Y realmente odio cuando la gente afirma tener verdades absolutas. ¡No hay verdades absolutas, gente! Yo esperaba que fueran lo suficientemente humildes para reconocerlo, pero lamentablemente no lo son.

Pues precisamente la ciencia no está basada en verdades absolutas, sino en modelos provisionales, unos más fuertes que otros, pero sujetos al cambio y a la falsación. Parece poco probable que la teoría de la gravitación universal pueda ser falsada. Si acaso, será en el futuro integrada en alguna hipotética Teoría del Todo, si llega a lograrse algún día. En cualquier caso, los objetos y los seres vivos seguirán siendo atraídos por gravedad hacia el centro de la Tierra, ¿no cree?, independientemente del odio que a usted le puedan producir los científicos especializados en Física, si es que están englobados en el paquete contra el que dirige tal odio (sentimiento que debería quedar al margen cuando se habla de ciencia, por cierto).

No importa cuántos errores han hecho a lo largo de la historia la ciencia y la religión, no han aprendido nada de ella, porque en cuanto se les pregunta, están listos para sentarse en su absurda posición absoluta y no muestran flexibilidad al admitir que podrían estar equivocados.

De ello hay casos en cualquier actividad humana.

Sé que esto es improbable, una ilusión, pero a veces fantaseo que un buen día el universo comenzará a contraerse, y luego a expandirse de nuevo en un patrón completamente impredecible.

Bueno, ésa es una de las teorías cosmológicas que se barajan sobre la evolución a largo plazo del Universo. No tiene que ver con la fantasía: es una teoría racional cosmológica. Si es cierta o falsa, quizá algún día se pueda probar o descartar, independientemente de lo que a quienquiera que sea le guste más o le guste menos.

Lo mismo se aplica al fenómeno ovni. Me acuerdo de este tipo que se llama el «Bad astronomer» (o algo así) que escribió un artículo hace un rato diciendo que afirmaciones ovni eran falsas. Todo era Venus, un meteoro, ISS, satélites o aviones. Él cree que se trata de la verdad, porque nadie ha recogido ninguna prueba real de los ovnis.

Las afirmaciones sobre ovnis son afirmaciones sobre ovnis. No son «ovnis», ni naves extraterrestres, ni seres de otra galaxia, ni pruebas de nada. Son relatos emitidos por un ser humano sobre un hipotético fenómeno que él no supo identificar y que, aprovechando una palabra muy conocida difundida en nuestra sociedad, calificó como «ovni». Otra cosa es lo que vio en realidad. Y sí, realmente buena parte de los testimonios pueden explicarse por las causas citadas y otras muchas. Eche un vistazo, por ejemplo, a este blog , o al mismo historial de «Marcianitos Verdes».

Me pregunto (y no tengo ningún conocimiento acerca de sus procedimientos), pero hace mucho oí a un científico mencionar que en el pasado, los restos de aviones rusos habían sido recuperados por el gobierno de EE.UU. y viceversa. Me pregunto si, en virtud de las circunstancias de misiones altamente secretas, cualquier civil normal tendría acceso a recoger los restos sólo por el hecho de probar su punto.

No entiendo muy bien qué quiere decir con esto. En muchas partes del mundo, civiles y militares han hallado restos de aviones, de satélites y de otros artefactos de fabricación humana caídos a tierra después de cumplir su cometido. ¿Y?

Lo siento, pero simplemente no creo que todo lo que hay más allá de este planeta pueda no ser más que microbios o gente en una etapa de la revolución preindustrial.

Esto no tiene nada que ver con lo anterior. No es cuestión de creer: es cuestión de probar. Para su tranquilidad, le diré que hay muchos científicos que creen que pueda existir vida no sólo en lugares lejanos del Universo, sino, quizá, en nuestro propio Sistema Solar, en Marte, en Titán, y en otros satélites, pero siempre vida sencilla y microscópica adaptada a las condiciones ambientales. Usted puede seguir creyendo que el Universo es como nos lo presenta «Star Wars», pero no dejará de ser eso, una creencia.

Una vez más, negar la existencia de otra civilización (en mi opinión) equivale a decir que ya sabes todo lo que hay en el universo entero.

Falso. Es que no tenemos pruebas de ello. Y no hay ninguna ley en el Universo que lleve a que obligatoriamente deban existir otras civilizaciones, nos guste o no.

Y diciendo que lo que cada persona ha sido testigo (cuando dicen que han tenido un avistamiento ovni) no es más que Venus, un meteoro, ISS, satélites o aviones está más allá de un insulto. ¿Por qué algunas personas creen que si no tenemos un grado en astrofísica, por lo tanto, todos somos idiotas? ¡Hey, incluso han dicho que los pilotos pueden cometer errores, pero nunca los científicos!

Falso. No se toma por idiota a nadie. Eso lo dice usted. Todo el mundo puede confundirse, puede malinterpretar un estímulo visual en un momento dado, sea barrendero, astronauta o piloto militar. Nuestro cerebro no es infalible, interpretamos constantemente lo que vemos. Nuestra mente, nuestra fisiología cerebral, nuestros recuerdos y nuestras palabras funcionan creativamente. Recreamos la realidad, no la transmitimos con absoluta fiabilidad, como si fuéramos espejos que reflejan la imagen tal y como les llega. Esto es la base de nuestra psicología de la percepción. Está en los libros de divulgación elemental, al alcance de cualquiera, incluso de usted.

Luego otro tipo dijo recientemente que si nosotros idiotas decimos la palabra «ovni», significa que todos nos estamos refiriendo a una nave ET.

Pues me parece que es lo que a la mayoría de las personas les viene a la mente cuando oyen la palabra «ovni». Otra cosa es esa asociación sea completamente falsa, claro.

¡Uf! Estoy cansada de esos idiotas.

A mí me pasa lo mismo, sólo que mis blancos no son los suyos.

Honestamente, no quisiera que el LHC les proporcione las respuestas que buscan. Un bien merecido castigo por su actitud estúpida.

Pues yo espero todo lo contrario, por el bien del conocimiento humano.

¿Caso "tipo Levelland" en Tenerife?

La información sobre este caso consiste en un muy breve y muy dudoso comentario en el libro de Jacques Vallée Fenómenos insólitos del espaci...