Hace algunas fechas El Mundo publicó un artículo sobre ese prócer de la humanidad (100 €) que es el catedrático de la Universidad de La Laguna E. Meléndez-Hevia. Como suele ser desagradablemente habitual, los medios de comunicación suelen dar bastante jabón a los presuntos heterodoxos sin haber motivo para ello. Abundan, por ejemplo, las entrevistas aduladoras a magufazos consumados...
En esta ocasión no se trata de un par de locuelos que ven o 'hinbestigan' teleplastias en las paredes, ni de algún alucinado que ha detectado una conspiración universal mientras veía revolotear las motas de polvo a contraluz en un cuarto de su casa (arte del ocio infravalorado, como bien expresó Hernann Hesse, por otra parte), sino de un científico prestigioso (no "prestijioso") que se ha echado al monte y no para de correr, acompañado de su fiel abogado. Es, realmente, una cosa alucinante y surrealista. Algo que el super-cátedro tendría que haber llevado con más cuidado que el que ponen los del CSI en sus casos acaba convertido en una discusión mediática, donde la crítica es leída por unos cuantos zotes como envidia, y la dinámica de producción de conocimiento biomédico se parece más a un puto truco publicitario de televisión que a lo que tiene que ser. Y con seres humanos por medio, enfermos que, seguramente, también mejorarían adelgazando y montando en bici, sin tener que apoquinar 100 europios por barba.
¿Quién decía que los escépticos sólo critican a los pseudo-periodistas fabricantes de realidades "alternativas" y de enigmas para parvularios? (No se pierdan, por cierto, las últimas entradas de El retorno de los charlatanes. Magufolandia anda revuelta).
Para protestar por el inadecuado tratamiento dado por el citado diario a este asunto (¿y qué pensar de las teles locales de Tenerife?), un doctorando de la Facultad de Biología de la ULL, Alberto Marín, redactó una cartita de protesta (sana costumbre) y recopiló firmas. Todo ello ya fue enviado al periódico. La pego a continuación. En el blog de Teresa González de la Fe pueden seguir el debate actualizado y los insultos que reciben los críticos, todo ello sospechosamente parecido al mundillo del maguferío más magufo de Magufolandia. Aires de familia ($), que manifiesta la gente...
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Estimado Sr o Sra:
Nos ponemos en contacto con usted para manifestar la enorme inquietud que nos causa el tratamiento que su periódico ha dado al asunto del profesor Meléndez-Hevia. Estamos de acuerdo con que su redactora, Teresa Cruz, dé al profesor Meléndez y a su abogado la oportunidad de expresar su versión de la historia como es preceptivo para un tratamiento ecuánime y objetivo. Pero es absolutamente increíble que esta sea la única versión presentada. Cito textualmente las únicas menciones que hace el artículo a las críticas que se han hecho al doctor Meléndez:
"El currículo de Hevia invita a pensar que tiene bien amueblada la cabeza, pero sus propios compañeros de departamento en La Laguna lo califican de 'curandero'".
Y:
"Si Meléndez-Hevia tiene razón, estoy dispuesto a echarme encima la manta esperancera [atuendo típico en Tenerife] y todos nos iríamos a Estocolmo para ver cómo le dan el Nobel", dice con ironía Francisco Javier Corzo, director del departamento de Hevia y que, además, fue propuesto por éste para el cargo.
"Corzo ha declarado la guerra a Hevia y consiguió que no pudiera realizar sus experimentos en el departamento. «No se puede utilizar un despacho de una universidad como consulta privada. Todo es mera palabrería. Resulta que todo lo que yo explico en clase del metabolismo, si me atengo a lo que dice Hevia, es mentira», recalca indignado".
Es decir, si nos atenemos a su artículo, el profesor Meléndez es criticado en su departamento y sufre persecución por parte de sus compañeros, sobre todo uno que "...le ha declarado la guerra". La redactora no ha encontrado sitio en el artículo para mencionar que ha habido denuncias por parte de asociaciones médicas, un comunicado de la comisión de ética de la universidad criticando la actuación de Meléndez, un comunicado del colegio de médicos advirtiendo de los riesgos, una carta abierta de más de 50 científicos expresando su preocupación ante las prácticas del Dr. Meléndez, otra carta de miembros de la universidad, etc. Sin embargo, sí que tenemos los típicos testimonios de curación milagrosa que suelen acompañar a los curanderos.
Desde la publicación de su artículo, el servicio Canario de Salud ha procedido a la prohibición cautelar de los famosos polvos, se ha denunciado al menos un caso de reacción adversa al tratamiento, la Universidad se ha desmarcado de las actividades de Meléndez y su instituto, y el ex fiscal general del estado, abogado de Meléndez, amenaza con revelar una lista de los miembros del Gobierno Canario que toman los polvos. ¿Es mucho pedir que den una información completa e imparcial sobre el asunto?
Su periódico ha dado una excelente cobertura informativa sobre otros temas de salud como el caso del Dr Brú. Es una pena que esta vez no haya sido así.
Fdo.
Alberto Marin Sanguino - Licenciado en Biología, Estudiante de doctorado, Universidad de La Laguna (ULL).
Aaron Cabrera Asensio - Doctor en Biología, Investigador, Universidad pública de Navarra
Inés Rodriguez Hidalgo - Doctora en Astrofísica, Profesora ULL-IAC y Directora del Museo de La Ciencia y el Cosmos de Tenerife.
Catalina Ruíz Pérez - Doctora en Física y Profesora ULL
JMª Soler Insa - Médico especialista en Neurología, Barcelona
Luis Diaz Vilela - Doctor en Psicología, Profesor ULL.
Raquel Martin Olivera - Medico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Tenerife.
Abelardo Canalejo Quiles - Licenciado en Psicología, Tenerife.
Isabel Alvarez González - Doctora en Economía, Profesora ULL
Luís Vega Martín - Doctor en Física. Profesor ULL
Carlos Santamaría Moreno - Doctor en Psicólogía, Profesor ULL.
Ricardo Campo Pérez - Licenciado en Filosofía. Doctorando Facultad Filosofía (ULL).
Aldo A. González Brito - Doctor en Medicina, Profesor ULL.
Guillermo Hernandez Peña - Programador aplicaciones
Ferran Tarrasa Blanes - Dr. Ingeniero Industrial
Ernesto Vila Forment - Médico especialista en Cardiología
Teresa González de la Fe - Doctora en sociología. Catedrática ULL.
Gustavo Adolfo Vazquez Gomez.- Vigilante de seguridad. Barakaldo-Vizcaya
José Vicente Arlandis Ortolá - Licenciado en Matemáticas. Profesor de Secundaria.
Javier Armentia Fructuoso - Licenciado en Física, Director del Planetario de Pamplona
Alberto Rodriguez Calvo - Químico, Técnico superior de gestión de Investigación. USC.
Carlos Alvarez Fernández - Diseñador gráfico
Basilio Ruiz Cobo - Doctor en Astrofísica, Profesor ULL-IAC.
Jorge J. Frías Perles - Profesor de Secundaria
Jesús Mª Navarro López de Alda - Análisita de energía eólica
Eloy Anguiano Rey - Director del Centro de Referencia Linux UAM-IBM, Profesor Titular de Lenguajes y Sistemas Informáticos (EPS-UAM).
José Mª Bello Diéguez - Arqueólogo, Director del Museo Arqueológico e Histórico de A Coruña
Xavier Martínez Sánchez de Neyra - Biólogo
Luis Javier Capote Pérez - Doctor en Derecho. Universidad de La Laguna
Juan Soler Enfedaque - Maquinista de RENFE
Ander Izeta Permisán - Biólogo
Elisenda Font Campdelacreu - Catedrática de Matemáticas de Bachillerato
Ismael Pérez Fernández - Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones
Joan Alòs i Marquès - Sabadell (Barcelona), Licenciado en Filosofía y Letras
Montse Sierra Hernández - Empleada de Banca
Juan Anguita Acosta - Ldo. en Ciencias Físicas, Profesor de Enseñanza Secundaria
Ramón Ordiales Plaza, Ingeniero en informática, EEZA - CSIC.
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
miércoles, febrero 22, 2006
viernes, febrero 10, 2006
Campamento de investigadores
Una de las principales y crecientes preocupaciones de los escépticos es la prevención del "pensamiento" mágico o, como decía Mauricio José Schwarz recientemente en la lista de correo Charlatanes, el pensamiento desordenado, que retrató en seis puntos:
1. El pensamiento desordenado es difuso. Se conforma con entender las cosas a grosso modo, porque el detalle fino exige pensar y detenerse en los detalles.
2. El pensamiento desordenado se enamora de las ideas interesantes. Los hechos le parecen bastos, groseros y poco cautivadores.
3. El pensamiento desordenado se decanta por el "principio de autoridad" selectivo.
4. El pensamiento desordenado selecciona los datos que le gustan y desecha los que no le gustan
5. El pensamiento desordenado, como los razonamientos de los esquizofrénicos paranoides, es capaz de generar fantasías bien estructuradas y de gran complejidad.
6. El pensamiento desordenado privilegia la evidencia anecdótica.
Cualquier ejemplo de pseudociencia, de creencia mágica, de alternatividad ñoña y empalagosa, posee alguno de estos rasgos, ni no todos. Piensen en algún creyente ferviente con el que hayan tenido oportunidad de hablar, en algún artículo habitual en este campo dirigido a la emotividad del lector antes que a su cerebro, como si el aficionado fuese un animal de granja al que hay que cuidar y mimar para que produzca rédito, que no es ni leche ni carne, ni huevos, sino el dinero del que viven los mercachifles de Paranomalanadia y los extorsionadores de lo "alternativo" en su faceta médica, tarotista y astrológica.
¿Y cómo se previenen todas estas fallas en la capacidad de razonar?; ¿cómo se puede inmunizar a los futuros y potenciales consumidores de comida liofilizada paranormalista? Los que confunden democracia con la libertad para divulgar chorradas y que la gente se las trague como si nada esgrimirán el derecho a creer en lo que se considere oportuno, en lo que dé la gana o en lo que a cada uno le salga del órgano correspondiente. Claro, faltaría más. Se puede creer que la Tierra es plana. Pero, de la misma forma, a los escépticos y críticos concienciados frente a la desvergüenza inaudita de los periodistas y escritores de patrañas y refritos de patrañas sin fin les sale igualmente de los órganos correspondientes divulgar los datos omitidos, las explicaciones racionales, las versiones no permitidas por la farándula misteriófila y los gurús del más allá y los pseudo-enigmas; en definitiva, extender todo lo posible el pensamiento crítico y el saludable y natural escepticismo.
Epa, que se me ha ido el hilo... Repito: ¿cómo prevenir todas estas fallas en la capacidad de razonar? Pues mostrándoselas a los niños, educándolos en los rudimentos del pensamiento exigente, en la crítica a las verdades incuestionadas y las leyendas paranormales. Educar, ¿para qué?, se preguntaba el filósofo... Una primera respuesta, casi más un exabrupto, sería: para no convertirnos en mamíferos rumiantes. Por ello quiero hacerme eco de una interesante iniciativa del CSICOP norteamericano: el Campamento para investigadores, dedicado especialmente a niños entre 7 y 16 años. Tendrá lugar del 12 al 17 de julio del presente año en Camp Seven Hills, Holland, Nueva York. En la zona se puede practicar senderismo, hacer picnic, hay arroyos, lagos, una cala, complejos deportivos y el resto de instalaciones habituales en estos espacios.
Imagínense a buen montón de chiquillos durante cinco días en plena naturaleza aprendiendo de sus monitores a hacer preguntas inquisitivas, a identificar las afirmaciones gratuitas, a darse cuenta de que lo que para algunos son pruebas (de los ovnis, del Big Foot, de las teleplastias, de las lucecitas misteriosas reconvertidas en "leyendas populares", de la magia, de la telepatía y de otras muchas cosas del bazar de la pseudociencia) no son más que rumores, creencias reconfortantes y una forma de darse pote como Indiana Jones del misterio a la par que hacer unos dineros vendiendo humo. Todo ello debería proporcionarlo la educación obligatoria, pero parece que no lo hace con el éxito mínimo necesario para que no abunden los credulazos incapaces de hacer suyo el extraordinario "poder" del pensamiento crítico frente a la prolífica charlatanería. Siempre es preferible una ligera esclavitud que andar a la intemperie frente a gurús, iglesuchas y bufones de lo "oculto".
Se trata de introducir a los jóvenes al escepticismo y a la libre investigación y pensamiento. A través de numerosas actividades lúdicas, los niños aprenderán lo fundamental de las afirmaciones extraordinarias, los valores humanistas y la toma de decisiones racionales. Durante esos días, los participantes explorarán el cielo nocturno a la búsqueda de constelaciones y se explicarán las interpretaciones de las culturas antiguas, al mismo tiempo que se hablará de la astrología y los ovnis. También habrá expediciones criptozoológicas (pseudociencia que estos días anda de capa caída), sesiones de magia, historias escépticas de fantasmas a la luz de hogueras nocturnas, introducciones comprensibles a la evolución de las especies y a la diversidad cultural del planeta, etc. También se abordarán diversas supersticiones populares (¿o se llaman "leyendas populares"?). El programa completo es accesible en Camp Inquiry Program.
¿Sería posible que algún día el escepticismo español organice unas jornadas similares en algún punto de nuestra geografía? ¿O quizá algún Museo de la Ciencia se avendría a dar vida a algo parecido, aun a una escala menor? Debemos contribuir con buenas vacunas a que las sanguijuelas no se aprovechen del pensamiento desordenado.
1. El pensamiento desordenado es difuso. Se conforma con entender las cosas a grosso modo, porque el detalle fino exige pensar y detenerse en los detalles.
2. El pensamiento desordenado se enamora de las ideas interesantes. Los hechos le parecen bastos, groseros y poco cautivadores.
3. El pensamiento desordenado se decanta por el "principio de autoridad" selectivo.
4. El pensamiento desordenado selecciona los datos que le gustan y desecha los que no le gustan
5. El pensamiento desordenado, como los razonamientos de los esquizofrénicos paranoides, es capaz de generar fantasías bien estructuradas y de gran complejidad.
6. El pensamiento desordenado privilegia la evidencia anecdótica.
Cualquier ejemplo de pseudociencia, de creencia mágica, de alternatividad ñoña y empalagosa, posee alguno de estos rasgos, ni no todos. Piensen en algún creyente ferviente con el que hayan tenido oportunidad de hablar, en algún artículo habitual en este campo dirigido a la emotividad del lector antes que a su cerebro, como si el aficionado fuese un animal de granja al que hay que cuidar y mimar para que produzca rédito, que no es ni leche ni carne, ni huevos, sino el dinero del que viven los mercachifles de Paranomalanadia y los extorsionadores de lo "alternativo" en su faceta médica, tarotista y astrológica.
¿Y cómo se previenen todas estas fallas en la capacidad de razonar?; ¿cómo se puede inmunizar a los futuros y potenciales consumidores de comida liofilizada paranormalista? Los que confunden democracia con la libertad para divulgar chorradas y que la gente se las trague como si nada esgrimirán el derecho a creer en lo que se considere oportuno, en lo que dé la gana o en lo que a cada uno le salga del órgano correspondiente. Claro, faltaría más. Se puede creer que la Tierra es plana. Pero, de la misma forma, a los escépticos y críticos concienciados frente a la desvergüenza inaudita de los periodistas y escritores de patrañas y refritos de patrañas sin fin les sale igualmente de los órganos correspondientes divulgar los datos omitidos, las explicaciones racionales, las versiones no permitidas por la farándula misteriófila y los gurús del más allá y los pseudo-enigmas; en definitiva, extender todo lo posible el pensamiento crítico y el saludable y natural escepticismo.
Epa, que se me ha ido el hilo... Repito: ¿cómo prevenir todas estas fallas en la capacidad de razonar? Pues mostrándoselas a los niños, educándolos en los rudimentos del pensamiento exigente, en la crítica a las verdades incuestionadas y las leyendas paranormales. Educar, ¿para qué?, se preguntaba el filósofo... Una primera respuesta, casi más un exabrupto, sería: para no convertirnos en mamíferos rumiantes. Por ello quiero hacerme eco de una interesante iniciativa del CSICOP norteamericano: el Campamento para investigadores, dedicado especialmente a niños entre 7 y 16 años. Tendrá lugar del 12 al 17 de julio del presente año en Camp Seven Hills, Holland, Nueva York. En la zona se puede practicar senderismo, hacer picnic, hay arroyos, lagos, una cala, complejos deportivos y el resto de instalaciones habituales en estos espacios.
Imagínense a buen montón de chiquillos durante cinco días en plena naturaleza aprendiendo de sus monitores a hacer preguntas inquisitivas, a identificar las afirmaciones gratuitas, a darse cuenta de que lo que para algunos son pruebas (de los ovnis, del Big Foot, de las teleplastias, de las lucecitas misteriosas reconvertidas en "leyendas populares", de la magia, de la telepatía y de otras muchas cosas del bazar de la pseudociencia) no son más que rumores, creencias reconfortantes y una forma de darse pote como Indiana Jones del misterio a la par que hacer unos dineros vendiendo humo. Todo ello debería proporcionarlo la educación obligatoria, pero parece que no lo hace con el éxito mínimo necesario para que no abunden los credulazos incapaces de hacer suyo el extraordinario "poder" del pensamiento crítico frente a la prolífica charlatanería. Siempre es preferible una ligera esclavitud que andar a la intemperie frente a gurús, iglesuchas y bufones de lo "oculto".
Se trata de introducir a los jóvenes al escepticismo y a la libre investigación y pensamiento. A través de numerosas actividades lúdicas, los niños aprenderán lo fundamental de las afirmaciones extraordinarias, los valores humanistas y la toma de decisiones racionales. Durante esos días, los participantes explorarán el cielo nocturno a la búsqueda de constelaciones y se explicarán las interpretaciones de las culturas antiguas, al mismo tiempo que se hablará de la astrología y los ovnis. También habrá expediciones criptozoológicas (pseudociencia que estos días anda de capa caída), sesiones de magia, historias escépticas de fantasmas a la luz de hogueras nocturnas, introducciones comprensibles a la evolución de las especies y a la diversidad cultural del planeta, etc. También se abordarán diversas supersticiones populares (¿o se llaman "leyendas populares"?). El programa completo es accesible en Camp Inquiry Program.
¿Sería posible que algún día el escepticismo español organice unas jornadas similares en algún punto de nuestra geografía? ¿O quizá algún Museo de la Ciencia se avendría a dar vida a algo parecido, aun a una escala menor? Debemos contribuir con buenas vacunas a que las sanguijuelas no se aprovechen del pensamiento desordenado.
viernes, febrero 03, 2006
Sobre las pirámides de Güímar (Tenerife)
Con esta anotación quiero dejar constancia de la aparición en el mercado de un libro titulado:
Pirámides de Güímar. Mito y realidad
Los autores son dos astrofísicos del Instituto de Astrofísica de Canarias, Antonio Aparicio y César Esteban, y la editorial Centro de la Cultura Popular Canaria, La Laguna, 2005. Pueden realizarse pedidos a través de
Centro de la Cultura Popular Canaria
Correo electrónico: centrodelacultura@centrodelacultura.com
Desde diciembre se encuentra en librerías. Como en otros lugares saldrá publicada una reseña más formalita, ahora sólo quiero felicitar a los autores, en particular a César, que es a quien más conozco de los dos, escéptico frente al mercadeo paranormal, además, como buen científico concienciado.
La historia contemporánea de los majanos de Güímar (Tenerife), amontonamientos decimonónicos de piedras para limpiar el terreno con fines agrícolas (cultivo de la cochinilla, un tinte natural) es un excelente ejemplo de pseudociencia en el campo arqueológico. Como probaron los arqueólogos laguneros, las pirámides (usemos este término para referirnos únicamente a su forma física, pues se trata de pirámides truncadas) son construcciones del siglo XIX, al no haberse encontrado resto humano alguno anterior a esa centuria. La pseudociencia entra en acción a principios de los noventa cuando un grupo de ocultistas locales, acompañados por el heterodoxo Thor Heyerdahl, se empeñan en vender el conjunto agrícola como obra de los guanches, primitivos pobladores de la isla tinerfeña. Llegaron a decir que había numerosas momias de menceyes (reyes) guanches enterradas en su interior, pero como suele ocurrir con los análisis científicos de la composición química de las teleplastias o con los implantes a los abducidos, desaparecieron misteriosamente, y nunca más se supo de ellas. Jamás se presentó un documento certificado científicamente (una crónica, una referencia en una transacción de tierras o el comentario fidedigno de un viajero que visitara la isla antes del siglo XIX.... nada. Sólo palabras, palabras y el empeño en que el público tragara lo intragable, especie de arrebato nacionalista por el cual los guanches se convertían poco menos que en herederos de la tradición arquitectónica de los egipcios. Lo que nadie sabía es que los egipcios usaran la vara castellana, que es el patrón de medida con el que están construidas las pirámides tinerfeñas...
LAGENDA, febrero '05
Lo más llamativo es la alineación astronómica (solsticio de verano) del eje principal de los majanos, y la visión de la "doble puesta de sol" en la caldera de Pedro Gil. Aquí es donde surge la "conexión masónica", que permite a los autores lanzar una bien fundada hipótesis sobre el más que probable constructor de la pirámides güimareras, entre 1854 y 1872. Pero eso es algo que dejo para que el lector lo descubra por sí mismo, al igual que otras sorpresas en torno a esta historia.
Pirámides de Güímar. Mito y realidad
Los autores son dos astrofísicos del Instituto de Astrofísica de Canarias, Antonio Aparicio y César Esteban, y la editorial Centro de la Cultura Popular Canaria, La Laguna, 2005. Pueden realizarse pedidos a través de
Centro de la Cultura Popular Canaria
Correo electrónico: centrodelacultura@centrodelacultura.com
Desde diciembre se encuentra en librerías. Como en otros lugares saldrá publicada una reseña más formalita, ahora sólo quiero felicitar a los autores, en particular a César, que es a quien más conozco de los dos, escéptico frente al mercadeo paranormal, además, como buen científico concienciado.
La historia contemporánea de los majanos de Güímar (Tenerife), amontonamientos decimonónicos de piedras para limpiar el terreno con fines agrícolas (cultivo de la cochinilla, un tinte natural) es un excelente ejemplo de pseudociencia en el campo arqueológico. Como probaron los arqueólogos laguneros, las pirámides (usemos este término para referirnos únicamente a su forma física, pues se trata de pirámides truncadas) son construcciones del siglo XIX, al no haberse encontrado resto humano alguno anterior a esa centuria. La pseudociencia entra en acción a principios de los noventa cuando un grupo de ocultistas locales, acompañados por el heterodoxo Thor Heyerdahl, se empeñan en vender el conjunto agrícola como obra de los guanches, primitivos pobladores de la isla tinerfeña. Llegaron a decir que había numerosas momias de menceyes (reyes) guanches enterradas en su interior, pero como suele ocurrir con los análisis científicos de la composición química de las teleplastias o con los implantes a los abducidos, desaparecieron misteriosamente, y nunca más se supo de ellas. Jamás se presentó un documento certificado científicamente (una crónica, una referencia en una transacción de tierras o el comentario fidedigno de un viajero que visitara la isla antes del siglo XIX.... nada. Sólo palabras, palabras y el empeño en que el público tragara lo intragable, especie de arrebato nacionalista por el cual los guanches se convertían poco menos que en herederos de la tradición arquitectónica de los egipcios. Lo que nadie sabía es que los egipcios usaran la vara castellana, que es el patrón de medida con el que están construidas las pirámides tinerfeñas...
LAGENDA, febrero '05
Lo más llamativo es la alineación astronómica (solsticio de verano) del eje principal de los majanos, y la visión de la "doble puesta de sol" en la caldera de Pedro Gil. Aquí es donde surge la "conexión masónica", que permite a los autores lanzar una bien fundada hipótesis sobre el más que probable constructor de la pirámides güimareras, entre 1854 y 1872. Pero eso es algo que dejo para que el lector lo descubra por sí mismo, al igual que otras sorpresas en torno a esta historia.
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