La última entrada del blog Paranormalidades se ocupa de las recientes perlas que el hiper-optimista actor Tom Cruise ha soltado igual que las cabritas sueltan sus cagarrutas, sólo que en el caso de Cruise sus excrementos verbales no sirven ni para abonar el terreno. Asigan en su blog se refiere a las recientes afirmaciones de este actor (no se sabe cuándo lo es y cuándo deja de serlo) sobre los extraterrestres y las enfermedades psíquicas, y ambas son deudoras de su militancia en la cienciología, uno de los movimientos pseudo-religiosos más alocados del mundo. Cruise cree por supuesto en los bichitos espaciales y tiene la desvergüenza de soltar que los fármacos que combaten las alteraciones psíquicas son inútiles, y que su negocio, quiero decir, su religión, lo cura todo con unos meneos al aire libre y con dieta sana.
Con esta breve nota quiero completar la colección de barbaridades que, cual Benítez con libro fresco bajo el brazo, el actor se ha permitido largar en los medios de comunicación con motivo de las entrevistas concedidas para hablar de La guerra de los mundos. Y lo hago con otra de esas típicas salidas, quizá aún más significativa que las anteriores. Se pudo leer en una entrevista que el semanario alemán Der Spiegel le realizó el pasado mes de abril. Casi al final del diálogo, el periodista le pregunta a Cruise por la estrecha vigilancia a la que es sometida la cienciología en Alemania. Según el actor, aquélla habría descendido en su intensidad porque no se han encontrado indicios delictivos en las actividades de la secta en el citado país. A pesar de los más de 50 juicios abiertos contra la multinacional alucinatoria, las autoridades no ha encontrado nada punible, asegura. Cruise indica luego que no todo el mundo en el país centroeuropeo está en contra de la ciencio, que ha tenido increíbles experiencias (no especifica cuáles) y que se ha encontrado con gente extraordinaria y generosa (probablemente los que le bailan el agua). Pero que hay una minoría que odia la cienciología... Entonces el entrevistador aclara que hay una diferencia entre el odio y tener una perspectiva crítica, a lo que el actor responde: para mí hay una conexión entre esa perspectiva crítica y el odio. He visto la misma simpleza en multitud de ocasiones entre el maguferío clásico; esa falsa atribución alimenta buena parte del victimismo con que se arropan los hinbestigadores de enigmas, y todos aquellos que se deslizan como culebras por el mercado espiritual. Al final tienen todos un cierto aire de familia.
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
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