El prestidig... perdón, el ilusion... perdón, el "dotado" de la gran cara Uri Geller nos advierte sobre la maliciosa presencia de los escépticos en este vídeo:
¿Creen que hay truco? No, qué va; lo que hay es mucho escéptico y mucho cabrón...
Vean como no hay truco (vía Hipótesis). Geller habla en hebreo, pero a él se le entiende todooooooooooooooo:
¿Tampoco se lo creen? Si ven esto dejarán de ser escépticos:
Bueno, como seguramente ya habrán abierto su mente (como los charlatanes que retuercen la física cuántica para vender sus patrañitas místicas -tarde o temprano subiré una entrada sobre este tema, aunque no seá más que para recomendar unos pocos enlaces útiles), nada mejor que acabar estos apuntes con investigación de la buena, de la que inspira el Milenio de Cuatro (vía The Teleplastic Inquirer):
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
lunes, diciembre 31, 2007
miércoles, diciembre 26, 2007
Políticos canarios: superstición 1, ciencia 0
Sobre el cuento de la leyenda de Tacande: carta publicada hoy en "El Día".
http://www.eldia.es/2007-12-26/canarias/canarias8.htm
Las tradiciones, los cuentos y las historias de nuestra tierra pueden constituir un tema interesante de estudio desde un punto de vista histórico, etnográfico o sociológico. Probablemente, a la mayoría de canarios nos deleita escuchar o leer sobre mitos, fábulas o narraciones extraordinarias de nuestra tierra. Sin duda alguna, puede resultar interesante y divertido conocer tales leyendas que hablan de, por ejemplo, fantasmas y almas en pena; eso sí, siendo conscientes de lo que estrictamente son: leyendas que ilustran sobre las antiguas formas de pensar y de vivir de nuestros antepasados. Ahora bien, cuando un ayuntamiento, como el de El Paso, en La Palma, encabezado por su alcaldesa, María Dolores Padilla, propone la rehabilitación de una casa (sede de la antigua leyenda del alma de Tacande, una bonita historia de ánimas y espíritus) y la creación de una especie de centro para fomentar o estudiar cuestiones esotéricas y paranormales, la cosa cobra una nueva dimensión bastante preocupante, por cierto. Esa noticia la hemos leído recientemente en la prensa. Es alarmante porque no es lo mismo divulgar cultura e historia de nuestra tierra que fomentar y divulgar la superstición, la pseudociencia, la anticultura y, en definitiva, simples patrañas. Ése sería el resultado si el absurdo proyecto de crear un centro de divulgación o estudio de lo paranormal se llevara finalmente, y tristemente, a cabo.
Esta "brillante" idea de nuestros políticos palmeros nos trae a la mente, en claro contraste, otra casa en ruinas, con otra larga historia que ha aparecido hasta la saciedad en la prensa: la de la Casa Amarilla, esta vez en el Puerto de la Cruz, Tenerife. Resulta que nuestra tierra fue, a principios del siglo XX, escenario de un hito histórico e internacional en la historia de la ciencia. En la zona de La Paz del citado municipio, la Academia Prusiana (hoy Alemania) de las Ciencias fundó en 1913 la primera estación primatológica del mundo, es decir, el primer centro para la investigación con primates, concretamente con chimpancés. Su segundo director, Wolfgang Köhler, fue uno de los fundadores de la Escuela de la Gestalt, una de las más influyentes teorías en la historia de la Psicología. Sus importantes trabajos científicos en Tenerife, sobre la inteligencia de los chimpancés y sobre el conocido concepto de insight, aparecen en todos los libros de historia de la Psicología, de pensamiento y de razonamiento del mundo. Pues bien, la Casa Amarilla, sede del centro, continúa hoy cayéndose y en ruinas ante la desidia y desinterés de los políticos portuenses. Y ello pese a los esfuerzos que durante muchos años llevó a cabo la Asociación W. Köhler con el objetivo de salvar el único lugar de Canarias donde ha sucedido algo de trascendencia internacional en toda la historia de la ciencia.
Esta asociación al menos consiguió que el Cabildo la declarara Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico. Pero nos preguntamos, ¿y para qué ha servido? Todo sigue igual, pese a las llamadas por parte de eminentes y prestigiosos científicos de todo el mundo, como la primatóloga Jane Goodall, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, quien grabó un vídeo desde Tanzania afirmando que sería una tragedia que se perdiera la Casa Amarilla. En este sentido son más de treinta las universidades e institutos de investigación de todo el mundo los que han solicitado la salvación del inmueble, desde Australia hasta EEUU.
Igualmente, el equipo decanal de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna organizó hace unos años la reunión de la Conferencia Nacional de Decanos de España, propiciando que allí se firmara una declaración conjunta en la que se pedía la rehabilitación de la Casa Amarilla. Al anterior alcalde del Puerto de la Cruz, Marcos Brito, se le entregó el escrito y un dossier-propuesta sobre posibilidades de uso y rehabilitación de la casa: un museo de la Psicología y la Primatología y una sala para reuniones y congresos. Allí, se comprometió ante todos los decanos de Psicología de España a salvarla. Eso fue en 2003. Dejó su cargo en las pasadas elecciones y, como es natural, nada de nada: la casa sigue cayéndose. Sólo quedaría esperar que algo cambie al fin con la nueva alcaldía.
En definitiva, nos parece escandaloso el desinterés, la desidia y "el pasotismo" de nuestros políticos ante todo aquello que no genere beneficios electorales, esto es, ante la cultura y la ciencia; su inexistente preocupación ante la pérdida de lugares donde pasó algo interesante -y real- en la historia mundial y no donde se alberga un simple cuentito de fantasmas. Ese desinterés se manifiesta también en esa Televisión Canaria que llaman "la nuestra", en la que detestables programas del corazón y de ámbito paranormal copan las distintas franjas horarias casi en su totalidad. En la que la cultura de verdad brilla por su ausencia. Luego nos quedará volver a quejarnos del nivel cultural de nuestra tierra.
Carlos Javier Álvarez González
Profesor Titular de Psicología (ULL) y 37 firmas más, la mayoría profesores e investigadores de la ULL y otros centros
http://www.eldia.es/2007-12-26/canarias/canarias8.htm
Las tradiciones, los cuentos y las historias de nuestra tierra pueden constituir un tema interesante de estudio desde un punto de vista histórico, etnográfico o sociológico. Probablemente, a la mayoría de canarios nos deleita escuchar o leer sobre mitos, fábulas o narraciones extraordinarias de nuestra tierra. Sin duda alguna, puede resultar interesante y divertido conocer tales leyendas que hablan de, por ejemplo, fantasmas y almas en pena; eso sí, siendo conscientes de lo que estrictamente son: leyendas que ilustran sobre las antiguas formas de pensar y de vivir de nuestros antepasados. Ahora bien, cuando un ayuntamiento, como el de El Paso, en La Palma, encabezado por su alcaldesa, María Dolores Padilla, propone la rehabilitación de una casa (sede de la antigua leyenda del alma de Tacande, una bonita historia de ánimas y espíritus) y la creación de una especie de centro para fomentar o estudiar cuestiones esotéricas y paranormales, la cosa cobra una nueva dimensión bastante preocupante, por cierto. Esa noticia la hemos leído recientemente en la prensa. Es alarmante porque no es lo mismo divulgar cultura e historia de nuestra tierra que fomentar y divulgar la superstición, la pseudociencia, la anticultura y, en definitiva, simples patrañas. Ése sería el resultado si el absurdo proyecto de crear un centro de divulgación o estudio de lo paranormal se llevara finalmente, y tristemente, a cabo.
Esta "brillante" idea de nuestros políticos palmeros nos trae a la mente, en claro contraste, otra casa en ruinas, con otra larga historia que ha aparecido hasta la saciedad en la prensa: la de la Casa Amarilla, esta vez en el Puerto de la Cruz, Tenerife. Resulta que nuestra tierra fue, a principios del siglo XX, escenario de un hito histórico e internacional en la historia de la ciencia. En la zona de La Paz del citado municipio, la Academia Prusiana (hoy Alemania) de las Ciencias fundó en 1913 la primera estación primatológica del mundo, es decir, el primer centro para la investigación con primates, concretamente con chimpancés. Su segundo director, Wolfgang Köhler, fue uno de los fundadores de la Escuela de la Gestalt, una de las más influyentes teorías en la historia de la Psicología. Sus importantes trabajos científicos en Tenerife, sobre la inteligencia de los chimpancés y sobre el conocido concepto de insight, aparecen en todos los libros de historia de la Psicología, de pensamiento y de razonamiento del mundo. Pues bien, la Casa Amarilla, sede del centro, continúa hoy cayéndose y en ruinas ante la desidia y desinterés de los políticos portuenses. Y ello pese a los esfuerzos que durante muchos años llevó a cabo la Asociación W. Köhler con el objetivo de salvar el único lugar de Canarias donde ha sucedido algo de trascendencia internacional en toda la historia de la ciencia.
Esta asociación al menos consiguió que el Cabildo la declarara Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico. Pero nos preguntamos, ¿y para qué ha servido? Todo sigue igual, pese a las llamadas por parte de eminentes y prestigiosos científicos de todo el mundo, como la primatóloga Jane Goodall, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, quien grabó un vídeo desde Tanzania afirmando que sería una tragedia que se perdiera la Casa Amarilla. En este sentido son más de treinta las universidades e institutos de investigación de todo el mundo los que han solicitado la salvación del inmueble, desde Australia hasta EEUU.
Igualmente, el equipo decanal de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna organizó hace unos años la reunión de la Conferencia Nacional de Decanos de España, propiciando que allí se firmara una declaración conjunta en la que se pedía la rehabilitación de la Casa Amarilla. Al anterior alcalde del Puerto de la Cruz, Marcos Brito, se le entregó el escrito y un dossier-propuesta sobre posibilidades de uso y rehabilitación de la casa: un museo de la Psicología y la Primatología y una sala para reuniones y congresos. Allí, se comprometió ante todos los decanos de Psicología de España a salvarla. Eso fue en 2003. Dejó su cargo en las pasadas elecciones y, como es natural, nada de nada: la casa sigue cayéndose. Sólo quedaría esperar que algo cambie al fin con la nueva alcaldía.
En definitiva, nos parece escandaloso el desinterés, la desidia y "el pasotismo" de nuestros políticos ante todo aquello que no genere beneficios electorales, esto es, ante la cultura y la ciencia; su inexistente preocupación ante la pérdida de lugares donde pasó algo interesante -y real- en la historia mundial y no donde se alberga un simple cuentito de fantasmas. Ese desinterés se manifiesta también en esa Televisión Canaria que llaman "la nuestra", en la que detestables programas del corazón y de ámbito paranormal copan las distintas franjas horarias casi en su totalidad. En la que la cultura de verdad brilla por su ausencia. Luego nos quedará volver a quejarnos del nivel cultural de nuestra tierra.
Carlos Javier Álvarez González
Profesor Titular de Psicología (ULL) y 37 firmas más, la mayoría profesores e investigadores de la ULL y otros centros
jueves, diciembre 20, 2007
Cuando el testigo 'miente'
El Mundo-La Gaceta de Canarias, 7 de diciembre de 2007.
De paso, aprovecho para recomendar una entrada de audio en Magonia
De paso, aprovecho para recomendar una entrada de audio en Magonia
miércoles, diciembre 05, 2007
La leyenda de Tacande y los cuentos paranormales
Días atrás la prensa tinerfeña recogió en sus páginas la noticia de que la historiadora María Victoria Hernández ha demostrado la existencia histórica de los protagonistas de la leyenda del alma de Tacande, en el Paso (La Palma). Me parece algo estupendo. Lo que no me parece tan bien es que un ayuntamiento se haya embarcado, con su alcaldesa María Dolores Padilla a la cabeza, en vender la leyenda como un asunto paranormal, y que, además, haya sugerido, como parte del proyecto de rehabilitación de la casa ahora en ruinas, la construcción anexa de un centro para estudiar los fenómenos paranormales. Por supuesto, esta propuesta del centro de cosas raras es un completo disparate, algo totalmente innecesario y que contará como una mancha en la trayectoria profesional de la alcaldesa en el futuro si tal idea sale adelante.
La leyenda, como hay centenares parecidas en todo el mundo, cuenta que en 1625 Ana González, vecina de Tacande, moría al dar luz a un niño bautizado como Salvador. Tres años después se produjeron supuestas manifestaciones extraordinarias en la casa donde había vivido y fallecido: su alma arrullaba la cuna del bebé, pues se movía sola ante los presentes; y en otras ocasiones se escuchaban tambores, castañuelas y panderos, y coros de voces femeninas. La cosa acabó con la visita al lugar de un sacerdote por recomendación del alma, para practicar un exorcismo o algo parecido. Y colorín colorado... En resumen, una historia que entra en la categoría de casas encantadas con poltergeist (espíritus ruidosos) en su interior, como los actuales cazafantasmas llaman a estos rumores sin pruebas que los sustenten.
No existen casas encantadas; sólo personas encantadas. Personas que creen que determinados ruidos, olores y sensaciones psicológicas tienen su origen en entidades externas procedentes de un más allá. Estas supersticiones, que algunos pretenden divulgar como si tuvieran algún valor en sí mismas superior al que realmente tienen, no son más que creencias basadas en una concepción del mundo ya superada. No existe la magia, que no pasa de ser un pobre recurso retórico para camuflar la credulidad más infantil.
Historias como la de la casa de Tacande están basadas en la transmisión oral de unos supuestos hechos de generación en generación. Como el lector se podrá imaginar, esta comunicación de persona a persona sufre importantes contaminaciones a medida que el proceso tiene lugar. Normalmente se añaden detalles inexistentes que embellecen la historia o la deforman completamente, hasta convertirla en un relato apto para ser consumido por sucesivas generaciones de cerebros sin capacidad para cuestionar lo que les han transmitido. Infinidad de experimentos científicos a lo largo de siglo XX han demostrado cuán falible y de poco crédito son los testimonios basados en observaciones supuestamente extrañas. En el caso de Tacande partimos de unos hechos que son en sí mismos absurdos, pues nadie con juicio crítico puede pensar que el "alma" de nadie pueda vagar por ahí produciendo ruidos, desplazando objetos y haciendo sonar tambores. Primero hay que probar que el alma existe, y luego que es capaz de producir semejantes portentos. Pero en las historias de lo paranormal, la casa se comienza por el tejado, nunca mejor dicho. Y en el caso de la historieta del fantasma palmero estamos ante un ejemplo de cristianismo supersticioso, donde las almas piden cuentas por las malas acciones cometidas en vida.
Para proceder a la rehabilitación de la casa de Tacande y la leyenda asociada no hay que recurrir a fenómeno paranormal alguno. No existe prueba alguna de que existan fenómenos paranormales. Ni siquiera existe una definición clara y precisa de lo que es un supuesto fenómeno paranormal. Por supuesto, del hecho de que la historiadora palmera haya demostrado que existieron los protagonistas de este piadoso bulo no se deriva que tales episodios de película de serie B ocurrieran realmente. Mientras los únicos argumentos que se presenten sean el relato de la propia historia podemos descartarla sin más, como algo propio de una época en la que los miedos irracionales asociados a una tradición religiosa eran el pan de cada día.
Los científicos desean hallar nuevos fenómenos y efectuar descubrimientos relevantes; sin embargo, más de un siglo de publicidad, afirmaciones desproporcionadas, programas televisivos vergonzosos (como el que emite la cadena Cuatro los domingos por la noche) y otras muchas afirmaciones gratuitas, leyendas, creencias y manías personales no han conseguido aportar ni una sóla prueba fehaciente de que estamos ante algo más que el deseo de creer, fenómenos naturales explicables, interpretaciones sesgadas y el inmenso poder del rumor para extenderse entre personas y sociedades propicias. Es decir, que nos encontramos ante diversas variantes de las leyendas urbanas, expresión que, afortunadamente, se ha ido popularizando a medida que algunos sectores periodísticos críticos y el público en general han ido asimilando que aquí no está en juego más allá alguno ni vida después de la muerte que valga, sino una manifestación de la capacidad del ser humano para inventar realidades que sólo existen en el interior de su cabeza.
Me da la impresión que la alcaldesa de El Paso está muy mal asesorada. No estamos en 1882, año en que la Society for Psychic Research se fundó en Gran Bretaña, entre otras cosas, para averiguar qué había de cierto en las casas encantadas (una manía especialmente victoriana), sino en 2007. Han pasado casi 130 años y estas leyendas siguen en la mente de quienes no han tenido la oportunidad de acceder a la literatura crítica y en boca de quienes confían en medrar socialmente amparados por la credulidad de los receptores de sus majaderías prefabricadas y por el insaciable afán de lucro de los programas radiotelevisivos especializados en tales asuntos. Una alcaldesa no debe derrochar el erario público o malgastarlo con un enfoque equivocado, ni el Cabildo, o la institución competente si su para-propuesta sale adelante. No debe promocionar supersticiones que sólo amedrentaban a nuestras abuelas, y no a todas. Los gobernantes están para fomentar la cultura, entre otras cosas, no para alentar historietas de miedo en versión cazafantasmas siglo XXI disfrazados de defensores del patrimonio folclórico. Que no le tomen el pelo quienes se puedan presentar como defensores de un patrimonio cultural reconvertido en asunto paranormal injustificadamente, pues en realidad no son más que periodistas interesados en exprimir supersticiones y creencias infundadas. No permita que los residentes en El Paso y los turistas sean engañados por no haber tenido a mano asesores solventes.
La leyenda, como hay centenares parecidas en todo el mundo, cuenta que en 1625 Ana González, vecina de Tacande, moría al dar luz a un niño bautizado como Salvador. Tres años después se produjeron supuestas manifestaciones extraordinarias en la casa donde había vivido y fallecido: su alma arrullaba la cuna del bebé, pues se movía sola ante los presentes; y en otras ocasiones se escuchaban tambores, castañuelas y panderos, y coros de voces femeninas. La cosa acabó con la visita al lugar de un sacerdote por recomendación del alma, para practicar un exorcismo o algo parecido. Y colorín colorado... En resumen, una historia que entra en la categoría de casas encantadas con poltergeist (espíritus ruidosos) en su interior, como los actuales cazafantasmas llaman a estos rumores sin pruebas que los sustenten.
No existen casas encantadas; sólo personas encantadas. Personas que creen que determinados ruidos, olores y sensaciones psicológicas tienen su origen en entidades externas procedentes de un más allá. Estas supersticiones, que algunos pretenden divulgar como si tuvieran algún valor en sí mismas superior al que realmente tienen, no son más que creencias basadas en una concepción del mundo ya superada. No existe la magia, que no pasa de ser un pobre recurso retórico para camuflar la credulidad más infantil.
Historias como la de la casa de Tacande están basadas en la transmisión oral de unos supuestos hechos de generación en generación. Como el lector se podrá imaginar, esta comunicación de persona a persona sufre importantes contaminaciones a medida que el proceso tiene lugar. Normalmente se añaden detalles inexistentes que embellecen la historia o la deforman completamente, hasta convertirla en un relato apto para ser consumido por sucesivas generaciones de cerebros sin capacidad para cuestionar lo que les han transmitido. Infinidad de experimentos científicos a lo largo de siglo XX han demostrado cuán falible y de poco crédito son los testimonios basados en observaciones supuestamente extrañas. En el caso de Tacande partimos de unos hechos que son en sí mismos absurdos, pues nadie con juicio crítico puede pensar que el "alma" de nadie pueda vagar por ahí produciendo ruidos, desplazando objetos y haciendo sonar tambores. Primero hay que probar que el alma existe, y luego que es capaz de producir semejantes portentos. Pero en las historias de lo paranormal, la casa se comienza por el tejado, nunca mejor dicho. Y en el caso de la historieta del fantasma palmero estamos ante un ejemplo de cristianismo supersticioso, donde las almas piden cuentas por las malas acciones cometidas en vida.
Para proceder a la rehabilitación de la casa de Tacande y la leyenda asociada no hay que recurrir a fenómeno paranormal alguno. No existe prueba alguna de que existan fenómenos paranormales. Ni siquiera existe una definición clara y precisa de lo que es un supuesto fenómeno paranormal. Por supuesto, del hecho de que la historiadora palmera haya demostrado que existieron los protagonistas de este piadoso bulo no se deriva que tales episodios de película de serie B ocurrieran realmente. Mientras los únicos argumentos que se presenten sean el relato de la propia historia podemos descartarla sin más, como algo propio de una época en la que los miedos irracionales asociados a una tradición religiosa eran el pan de cada día.
Los científicos desean hallar nuevos fenómenos y efectuar descubrimientos relevantes; sin embargo, más de un siglo de publicidad, afirmaciones desproporcionadas, programas televisivos vergonzosos (como el que emite la cadena Cuatro los domingos por la noche) y otras muchas afirmaciones gratuitas, leyendas, creencias y manías personales no han conseguido aportar ni una sóla prueba fehaciente de que estamos ante algo más que el deseo de creer, fenómenos naturales explicables, interpretaciones sesgadas y el inmenso poder del rumor para extenderse entre personas y sociedades propicias. Es decir, que nos encontramos ante diversas variantes de las leyendas urbanas, expresión que, afortunadamente, se ha ido popularizando a medida que algunos sectores periodísticos críticos y el público en general han ido asimilando que aquí no está en juego más allá alguno ni vida después de la muerte que valga, sino una manifestación de la capacidad del ser humano para inventar realidades que sólo existen en el interior de su cabeza.
Me da la impresión que la alcaldesa de El Paso está muy mal asesorada. No estamos en 1882, año en que la Society for Psychic Research se fundó en Gran Bretaña, entre otras cosas, para averiguar qué había de cierto en las casas encantadas (una manía especialmente victoriana), sino en 2007. Han pasado casi 130 años y estas leyendas siguen en la mente de quienes no han tenido la oportunidad de acceder a la literatura crítica y en boca de quienes confían en medrar socialmente amparados por la credulidad de los receptores de sus majaderías prefabricadas y por el insaciable afán de lucro de los programas radiotelevisivos especializados en tales asuntos. Una alcaldesa no debe derrochar el erario público o malgastarlo con un enfoque equivocado, ni el Cabildo, o la institución competente si su para-propuesta sale adelante. No debe promocionar supersticiones que sólo amedrentaban a nuestras abuelas, y no a todas. Los gobernantes están para fomentar la cultura, entre otras cosas, no para alentar historietas de miedo en versión cazafantasmas siglo XXI disfrazados de defensores del patrimonio folclórico. Que no le tomen el pelo quienes se puedan presentar como defensores de un patrimonio cultural reconvertido en asunto paranormal injustificadamente, pues en realidad no son más que periodistas interesados en exprimir supersticiones y creencias infundadas. No permita que los residentes en El Paso y los turistas sean engañados por no haber tenido a mano asesores solventes.
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