Los misterios misteriosos, las experiencias y las ciencias de frontera (que son las que se practican en los Pirineos o en la confluencia del estado de Texas y México), los relatos sobre ovnis y portentos celestiales, las apariciones fantasmales y casas encantadas y los cuentos sobre monjas voladoras, monjas recauchutadas y otras majaderías del circo paranormal están basadas en el testimonio humano. Algunos ignorantes, dándoselas de entendidos, han hablado de "testigos de elite" como si tal categoría existiese, como si ante fenómenos por definición extraños y supuestamente inexplicables pudiese alguien alcanzar un nivel elitista en la comprensión y transmisión de su propia percepción. Esto es falso, y quienes lo han vendido lo saben. La literatura seria sobre la percepción y el recuerdo es abundante, y, afortunadamente, tenemos en español un ejemplo reciente en ¿Se puede creer a un testigo? El testimonio y las trampas de la memoria. Giuliana Mazzoni. Editorial Trotta, Madrid, 2010.
Pero ya escribiré una reseña sobre esta monografía para otro lugar; ahora quiero dejarles una cita extraída de otro libro de uno de los imprescindibles de la investigación escéptica de lo paranormal Joe Nickell, que en su Entities. Angels, Spirits, Demons, and Other Aliens Beings. Prometheus Books, Amherst, New York, 1995, p. 43, recoge la siguiente anécdota al ocuparse no de las casas encantadas, sino de las mentes encantadas:
La sugestión puede desembocar en el contagio. En 1978 un pequeño oso panda escapó de un zoo de Roterdam, después de lo cual la policía dio la alerta en los medios. Pronto empezaron a comunicarse observaciones del panda, unas cien, a lo largo de toda Holanda. Desgraciadamente, un animal solo no puede estar en tantos lugares en un periodo de tiempo tan breve. De hecho, nadie había visto el panda realmente, ya que había muerto atropellado por un tren cerca del zoo. ¿Cómo explicamos todas estas observaciones? La respuesta es: por contagio. La expectación lleva a la gente a malinterpretar lo que realmente están viendo. Por ejemplo, alguien podría haber visto un perro detrás de unos arbustos y pensar que eran el panda debido a sus propias expectativas. Otros tienen experiencias ilusorias similares. La publicidad generada por el caso pudo haber provocado algunas llamadas falsas.
Multitud de programas prescindibles de radio, páginas periodísticas, ocultistas domingueros, gente enemiga del sentido común, amante de su dinero (del de usted, no solo del de ellos) y ansiosa por seguir cultivando sus ignorancias y creencias paranormalistas continuarán apelando al testimonio y al dogma de la inmaculada percepción, al honor de los testigos y otras estúpidas falacias para adornar su mundillo de magia y atontamiento sociedad anónima.
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
martes, noviembre 29, 2011
lunes, noviembre 14, 2011
Los OVNIs… ¿son un timo?
Ése es el título que para la ocasión le han puesto a una entrevista que me realizaron el pasado viernes día 11 en Radio Vitoria, en el programa Plaza nueva. Tratamos, entre otras cosas, la petición de unos ufolocos para que el gobierno norteamericano dijera lo que a aquéllos les sale de las pelotas, con perdón. Aquí está el podcast:
miércoles, noviembre 09, 2011
domingo, noviembre 06, 2011
viernes, noviembre 04, 2011
jueves, noviembre 03, 2011
¿Hay alguien ahí fuera?
La serie Escépticos continúa su camino entregando cultura y pensamiento crítico en un escenario, el de los medios de comunicación mayoritarios, donde estas cosas parecen estar tácitamente prohibidas. No hay más que ver, por lo cerca que me toca, el caso de la Televisión Autonómica canaria, donde abundan en los últimos tiempos programas de marujeos y espectáculos espiritistas de los que dan asco, como el de la médium –¡ja!- Marilyn Rossner, que vendrá de nuevo a estas islas próximamente a aligerar el bolsillo de los incautos de la mano de quienes no tienen vergüenza y le siguen el juego. También tenemos en Radio Nacional, con dinero público, un programa donde toda la metralla pseudomisteriosa de grano grueso se presenta de color blanco.
El pasado 17 de octubre le tocó a los platillos volantes aparecer en Escépticos. La primera vez que lo vi, aquella misma noche en Internet, no estaba en condiciones de valorarlo adecuadamente, ya que venía de cervecear con el director del curso Ciencia y pseudociencias después de acabar la primera jornada del segundo módulo. Tenía el juicio nublado ;-), y me habría apetecido una refutación y explicación de toda la casuística nacional, de ese Gran Fraude de los Miles de Kilómetros Recorridos y otras hostias con las que comulgan los creyentes, antiguos y recientes. Pero no, el objetivo del programa era otro, tan legítimo como el citado: mostrar las claves culturales de la leyenda, cosa que consigue plenamente porque le permite al televidente darse cuenta de que los ovnis no tienen nada que ver con los extraterrestres, que son una producción humana, que son ideas que revolotean de mente en mente hasta que, como si fueran los ultracuerpos de la peli, se van instalando y se anclan.
Ayer di mi charla sobre el mito de los platillos volantes, Ovnis: la invasión que nunca llegó, en la decimoprimera edición del Curso Interdisciplinar de la Universidad de La Laguna Ciencia y pseudociencias. Al volver a ver hoy el episodio citado de Escépticos ¿Hay alguien ahí afuera?, compruebo que gran parte de los argumentos allí esgrimidos coinciden con los míos ayer. Es interesante porque demuestra que el mito de los platillos volantes no es patrimonio de charlatanes y profesionales de la tergiversación, sino que es un tema susceptible de estudio racional y de divulgación como puede serlo cualquier otra leyenda mundial; que cualquier otra universidad o cualquier otro medio de comunicación puede acercarse a este mundillo de los misterios del espacio y de las creencias paranormalistas con la misma orientación; que incluso los medios pueden funcionar como un servicio público educativo; que pueden hacer una obra de caridad no contribuyendo a difundir enfoques sensacionalistas, especulaciones absurdas y afirmaciones ridículas sin pruebas entre toda esa gente que, como se dice cerca del final del capítulo, no sabe distinguir entre la ficción y la realidad.
Y aquí tienen el capítulo, que también está disponible en el blog de su presentador, Magonia, y en la web del Círculo Escéptico:
El pasado 17 de octubre le tocó a los platillos volantes aparecer en Escépticos. La primera vez que lo vi, aquella misma noche en Internet, no estaba en condiciones de valorarlo adecuadamente, ya que venía de cervecear con el director del curso Ciencia y pseudociencias después de acabar la primera jornada del segundo módulo. Tenía el juicio nublado ;-), y me habría apetecido una refutación y explicación de toda la casuística nacional, de ese Gran Fraude de los Miles de Kilómetros Recorridos y otras hostias con las que comulgan los creyentes, antiguos y recientes. Pero no, el objetivo del programa era otro, tan legítimo como el citado: mostrar las claves culturales de la leyenda, cosa que consigue plenamente porque le permite al televidente darse cuenta de que los ovnis no tienen nada que ver con los extraterrestres, que son una producción humana, que son ideas que revolotean de mente en mente hasta que, como si fueran los ultracuerpos de la peli, se van instalando y se anclan.
Ayer di mi charla sobre el mito de los platillos volantes, Ovnis: la invasión que nunca llegó, en la decimoprimera edición del Curso Interdisciplinar de la Universidad de La Laguna Ciencia y pseudociencias. Al volver a ver hoy el episodio citado de Escépticos ¿Hay alguien ahí afuera?, compruebo que gran parte de los argumentos allí esgrimidos coinciden con los míos ayer. Es interesante porque demuestra que el mito de los platillos volantes no es patrimonio de charlatanes y profesionales de la tergiversación, sino que es un tema susceptible de estudio racional y de divulgación como puede serlo cualquier otra leyenda mundial; que cualquier otra universidad o cualquier otro medio de comunicación puede acercarse a este mundillo de los misterios del espacio y de las creencias paranormalistas con la misma orientación; que incluso los medios pueden funcionar como un servicio público educativo; que pueden hacer una obra de caridad no contribuyendo a difundir enfoques sensacionalistas, especulaciones absurdas y afirmaciones ridículas sin pruebas entre toda esa gente que, como se dice cerca del final del capítulo, no sabe distinguir entre la ficción y la realidad.
Y aquí tienen el capítulo, que también está disponible en el blog de su presentador, Magonia, y en la web del Círculo Escéptico:
La prensa es una cosa y la ciencia otra
¿Se imaginan ustedes una carta como esta en una revista de misterios al uso? No, claro, porque ningún perpetrador de amaños pseudocientíficos le recriminará a otro el no amoldarse a unos requisitos mínimos de procedimiento. Lo que importa a los ¿periodistas? del misterio no es la precisión ni el seguir unos pasos preestablecidos, sino causar asombro, temor fácil y que el lector trague sin masticar, no ofrecer un producto decente fruto de exprimirse las neuronas racionalmente en el que la venta, la publicidad y mercaderías varias son el último criterio a tener en cuenta, si es que llega a estar presente.
Lea la carta escrita por el catedrático Luis González de Vallejo sobre las sismitas de El Médano: puede usted aprender cómo funciona, o debe funcionar, la ciencia una vez escrita en papeles, en artículos.
Lea la carta escrita por el catedrático Luis González de Vallejo sobre las sismitas de El Médano: puede usted aprender cómo funciona, o debe funcionar, la ciencia una vez escrita en papeles, en artículos.
martes, noviembre 01, 2011
Ovnis en Crónicas
El espacio Crónicas, del canal 24 horas de Televisión Española, dedicó un programa a los ovnis el pasado domingo día 30 con el título Expediente OVNI.
La cosa empezó en tono surrealista, con el contactado Grifol desbarrando en Montserrat (un lugar medio clásico de la platillología más friki) una noche de día 11, como siempre. "La doble manifestación de los ovnis sobre esta montaña", dice. Va sobradísimo, tan más allá de la lógica y la sensatez, le importa todo tanto un carajo, que no se cuida lo más mínimo de hablar con cierta propiedad, con cierto disimulo. Ni sonríe ni se inmuta, pero le dio "un hervor en la sangre" cuando empezó a ver platillos. "Si sois vosotros hacedme un bamboleo, y salgo de dudas", cuenta que le dijo a los seres de arriba. Y se le apareció Julio Iglesias cantando.
Ya reunido con el personal para ver las estrellas fugaces que al azar cruzan por allí y visto que aquella noche no hubo suerte, declara: "Si no nos lo otorgan [el ver las naves] que lo aceptemos sin ninguna inquina porque los de arriba aplican su superior criterio". Y todo el mundo a su casa, que la virtud está en el término medio, que no te puedes pegar horas de alerta porque te puedes empachar. Otro dice que lo importante es "lo que se percibe interiormente y que la montaña de Montserrat es mágica". Bueno, estas simplezas ya las decía hace décadas Francisco Padrón de Las Cañadas del Teide, que también veía platillos, naves y seres a mogollón.
El programa presenta ahora a uno de los creativos que diseñaron las campañas publicitarias en las que aparecían platillos volantes hace algún tiempo. Habla de "creatividad social", porque la gente quiere participar en sus montajes. Es decir, identifica a la remanguillé el revuelo de crédulos y cachondos mentales con me quieren ayudar en mi campaña para ganar dinero. Bueno, es una forma como cualquier otra de colgarse una medalla, porque, probablemente, el citado no leyó las amargas quejas de los creyentes en visitas de marcianos que lamentaron la manipulación una vez se destapó (hasta entonces habían especulado y tragado a espuertas). Algo tan nítido, tan real, resultó ser un trucazo de ordenador. ¿No se enteró usted de los berrinches, señor publicitario? ¿Y las risas de los escépticos tampoco las oyó, antes y después de descubrirse el pastel? Seguramente a usted este escenario le parece el idóneo para vender su producto, pero no parece muy apropiado llamarlo "creatividad social" porque el target no resultó ser gente que "ha querido difundir la campaña", aunque el revuelo y el engorde de la cuenta corriente de la empresa le parezca "maravilloso", claro. En cualquier caso, le animo a que vuelva a idear otra campaña similar. En mi opinión, su idea es estupenda como experimento social porque vemos cómo la más desbocada credulidad se desparrama antes de cualquier atisbo de duda o paciencia previa a un análisis de las imágenes.
A continuación, la jefa del satélite NMM Newton de ESA, el astrofísico Telmo Fernández de Castro y Ricardo Amils, del CAB, resumieron brevemente sus líneas de investigación científica. Realmente, no sé muy bien qué pintan estas personas en un documental sobre ovnis, al igual que, más adelante, el divulgador científico Ismael Pérez hablando de SETI. Ninguno de los cuatro habló de ovnis ni platillos volantes. Hablaron de ciencia, de telescopios, de exoplanetas y de la posibilidad de vida extraterrestre, cosas que, desde un punto de vista etic, no tienen absolutamente nada que ver con los ovnis (sí desde un punto de vista emic, pero éste no es el que adoptan los científicos) así que todo esto no crea más que confusión entre los televidentes poco avezados. Cuando menos, habrá servido para comparar a gente formada con gandules intelectuales del contacto y del platillo posado.
Sin solución de continuidad, saltamos de nuevo a los ovnis. Mal, aunque interviene sobre la marcha el catedrático de sociología de la UCM Fermín Bouza, que dice que los ovnis son un mito técnico, un prodigio técnico que viola las leyes de la física y la química (Bouza se pone en el lugar de la creencia). Supongo que el seguidor de a pie no se enteró de la misa la mitad porque la gente de letras dice unas cosas muy raras.
Julían Rodríguez Bustamante, piloto protagonista del caso de 170968 en la aerovía Tenerife-Gran Canaria, nos cuenta que vio una cosa muy extraña, "que se hacía más grande al acercarse", pero probablemente no vio más que un bólido, por mucho que a él la diera la impresión de que "se paró de repente". Recuerden: los testimonios no son prueba de nada, nada más que de una percepción filtrada por los ojos, el nervio óptico, el cerebro, el recuerdo, las palabras y la circunstancia social de comunicación. Nada menos.
Sobre el caso Manises, que entra en escena a continuación, es conveniente leer este enlace , este y este. Y esperar a que aparezca, donde sea y como sea, una segunda edición actualizada del libro de Juan Antonio Fernández Peris El expediente Manises. Juan Antonio, que sale brevemente en el documental y le cortaron todo un resumen del caso, debería echarle un vistazo al vídeo y contrastar estas nuevas declaraciones de Tomás y de Morlán con las que han hecho en otras ocasiones, por si hay algo que le llame la atención. Es una posibilidad como cualquier otra. No es la primera vez que la gente cambia sus declaraciones inconscientemente, añade detalles, adorna, embellece o introduce giros significativos en su discurso que deben ser tenidos en cuenta por cualquier crítico, por cualquiera que no pretenda hacer pasar el testimonio oral por pruebas de algo, que ya sabemos, repito, que no lo es; pero hay gente desinformada que se lo cree porque los farsantes de la platillología no han tenido el interés de desasnarlos. También deben tener en cuenta los interesados que, aunque el Ejército del Aire calificara a los pilotos y otros profesionales del aire de "testigos de clase A" esto no quiere decir que no puedan malinterpretar un estímulo luminoso, ni que no se pongan nerviosos, ni que no tengan ideas preconcebidas, ni que no se dejen influir por pseudoperiodistas del misterio, ni que su memoria no reconstruya y reinterprete lo vivido, sino que se confía en gente de la casa, nada más. Y lo demás, lo que importa, nos lo cuanta cualquier manual de psicología de la percepción, libros que son tabú para cualquier reportero del cuento ufoparanormal.
V. J. Ballester Olmos, previa cinematográfica entrada en la biblioteca del Cuartel General del Aire en Madrid, hace un resumen de la desclasificación de los papeles sobre ovnis del EA. Yo ya lo conocía, pero la inmensa mayoría seguro que no. Y si no lo sabían es porque les han engañado por acción u omisión. La intervención de Ballester Olmos es el núcleo duro del programa, uno de los únicos, junto con Fernández Peris y los testigos, que no desentona, porque habla de lo que específicamente trata el programa según su título, aunque se centra en uno de sus aspectos posibles. Pero es que ese aspecto en el que se centra es uno muy relevante, uno de los tópicos clásicos de Ovnilandia. Sabe de lo que habla y no le vende motos al televidente.
José Luis Tajada nos cuenta su película sobre yacimientos arqueológicos en Castilla-La Mancha que avalan la hipótesis de que estas manifestaciones hayan sido interpretadas de manera religiosa, ferromagnética o climática. No sabemos, pero algo misterioso y extraño sí está sucediendo aquí. Que quede constancia. Y también de un pinar por el que pasa una ortotenia. Y de una cortina de plástico o de agua de dos metros que cae del cielo y que difumina el espacio y absorbe el sonido.
La curandera de Hellín. ¡La curandera de Hellín! Pensarán ustedes qué demonios tiene que ver un personaje de estos con un programa sobre ovnis, previo paso por un lugar con energías telúricas y con mucho poder. Pues resulta que un ¿ufólogo? local que se llama José Antonio Iniesta dice que por allí se ven muchos ovnis, que es una zona caliente de avistamientos (está el mundo y después Hellín), que hay muchas energías y naves nodriza y bolas luminosas que la gente ve desde sus balcones, y que quizá por todas esas energías variadas hay tantos curanderos en la zona. ¿No será porque en la zona hay mucha ignorancia y credulidad respecto a estos matasanos? Aparece entonces una señora de estas sobando a un chico al que le curó la depresión. El programa en este momento pega un bajón tremendo. Ni siquiera televisivamente se justifica el dar paso al chiringuito de una curandera cuando se está hablando de platillos volantes solo porque al ¿ufólogo? de turno se le ocurrió citar esa relación entre platillos, energías y charlatanes varios de la salud.
En mi opinión, el programa está mejor de lo que esperaba, a pesar de sus graves defectos. Si tenemos en cuenta que, casi por obligación, en un producto televisivo sobre ovnis hay que dejar que algún contactado nos cuente un chorro de majaderías y haga el ridículo con la misma pose que otros pegan un pase de pecho a un toro, y que siempre te aparecerá algún descubridor de la pólvora en forma de ortotenias, seres, miedos y otras cosicas del más allá, nos queda un producto pasable, con una buena presencia de voces sensatas (incluso los científicos de la ESA y del CAB, aunque no tengan que estar en ese programa, contribuyen indirectamente a la sensatez y a la crítica del presupuesto básico del mito: ovni = naves ET) y ajenas al mercadeo, hoy venido a menos, del platillismo nacional.
La cosa empezó en tono surrealista, con el contactado Grifol desbarrando en Montserrat (un lugar medio clásico de la platillología más friki) una noche de día 11, como siempre. "La doble manifestación de los ovnis sobre esta montaña", dice. Va sobradísimo, tan más allá de la lógica y la sensatez, le importa todo tanto un carajo, que no se cuida lo más mínimo de hablar con cierta propiedad, con cierto disimulo. Ni sonríe ni se inmuta, pero le dio "un hervor en la sangre" cuando empezó a ver platillos. "Si sois vosotros hacedme un bamboleo, y salgo de dudas", cuenta que le dijo a los seres de arriba. Y se le apareció Julio Iglesias cantando.
Ya reunido con el personal para ver las estrellas fugaces que al azar cruzan por allí y visto que aquella noche no hubo suerte, declara: "Si no nos lo otorgan [el ver las naves] que lo aceptemos sin ninguna inquina porque los de arriba aplican su superior criterio". Y todo el mundo a su casa, que la virtud está en el término medio, que no te puedes pegar horas de alerta porque te puedes empachar. Otro dice que lo importante es "lo que se percibe interiormente y que la montaña de Montserrat es mágica". Bueno, estas simplezas ya las decía hace décadas Francisco Padrón de Las Cañadas del Teide, que también veía platillos, naves y seres a mogollón.
El programa presenta ahora a uno de los creativos que diseñaron las campañas publicitarias en las que aparecían platillos volantes hace algún tiempo. Habla de "creatividad social", porque la gente quiere participar en sus montajes. Es decir, identifica a la remanguillé el revuelo de crédulos y cachondos mentales con me quieren ayudar en mi campaña para ganar dinero. Bueno, es una forma como cualquier otra de colgarse una medalla, porque, probablemente, el citado no leyó las amargas quejas de los creyentes en visitas de marcianos que lamentaron la manipulación una vez se destapó (hasta entonces habían especulado y tragado a espuertas). Algo tan nítido, tan real, resultó ser un trucazo de ordenador. ¿No se enteró usted de los berrinches, señor publicitario? ¿Y las risas de los escépticos tampoco las oyó, antes y después de descubrirse el pastel? Seguramente a usted este escenario le parece el idóneo para vender su producto, pero no parece muy apropiado llamarlo "creatividad social" porque el target no resultó ser gente que "ha querido difundir la campaña", aunque el revuelo y el engorde de la cuenta corriente de la empresa le parezca "maravilloso", claro. En cualquier caso, le animo a que vuelva a idear otra campaña similar. En mi opinión, su idea es estupenda como experimento social porque vemos cómo la más desbocada credulidad se desparrama antes de cualquier atisbo de duda o paciencia previa a un análisis de las imágenes.
A continuación, la jefa del satélite NMM Newton de ESA, el astrofísico Telmo Fernández de Castro y Ricardo Amils, del CAB, resumieron brevemente sus líneas de investigación científica. Realmente, no sé muy bien qué pintan estas personas en un documental sobre ovnis, al igual que, más adelante, el divulgador científico Ismael Pérez hablando de SETI. Ninguno de los cuatro habló de ovnis ni platillos volantes. Hablaron de ciencia, de telescopios, de exoplanetas y de la posibilidad de vida extraterrestre, cosas que, desde un punto de vista etic, no tienen absolutamente nada que ver con los ovnis (sí desde un punto de vista emic, pero éste no es el que adoptan los científicos) así que todo esto no crea más que confusión entre los televidentes poco avezados. Cuando menos, habrá servido para comparar a gente formada con gandules intelectuales del contacto y del platillo posado.
Sin solución de continuidad, saltamos de nuevo a los ovnis. Mal, aunque interviene sobre la marcha el catedrático de sociología de la UCM Fermín Bouza, que dice que los ovnis son un mito técnico, un prodigio técnico que viola las leyes de la física y la química (Bouza se pone en el lugar de la creencia). Supongo que el seguidor de a pie no se enteró de la misa la mitad porque la gente de letras dice unas cosas muy raras.
Julían Rodríguez Bustamante, piloto protagonista del caso de 170968 en la aerovía Tenerife-Gran Canaria, nos cuenta que vio una cosa muy extraña, "que se hacía más grande al acercarse", pero probablemente no vio más que un bólido, por mucho que a él la diera la impresión de que "se paró de repente". Recuerden: los testimonios no son prueba de nada, nada más que de una percepción filtrada por los ojos, el nervio óptico, el cerebro, el recuerdo, las palabras y la circunstancia social de comunicación. Nada menos.
Sobre el caso Manises, que entra en escena a continuación, es conveniente leer este enlace , este y este. Y esperar a que aparezca, donde sea y como sea, una segunda edición actualizada del libro de Juan Antonio Fernández Peris El expediente Manises. Juan Antonio, que sale brevemente en el documental y le cortaron todo un resumen del caso, debería echarle un vistazo al vídeo y contrastar estas nuevas declaraciones de Tomás y de Morlán con las que han hecho en otras ocasiones, por si hay algo que le llame la atención. Es una posibilidad como cualquier otra. No es la primera vez que la gente cambia sus declaraciones inconscientemente, añade detalles, adorna, embellece o introduce giros significativos en su discurso que deben ser tenidos en cuenta por cualquier crítico, por cualquiera que no pretenda hacer pasar el testimonio oral por pruebas de algo, que ya sabemos, repito, que no lo es; pero hay gente desinformada que se lo cree porque los farsantes de la platillología no han tenido el interés de desasnarlos. También deben tener en cuenta los interesados que, aunque el Ejército del Aire calificara a los pilotos y otros profesionales del aire de "testigos de clase A" esto no quiere decir que no puedan malinterpretar un estímulo luminoso, ni que no se pongan nerviosos, ni que no tengan ideas preconcebidas, ni que no se dejen influir por pseudoperiodistas del misterio, ni que su memoria no reconstruya y reinterprete lo vivido, sino que se confía en gente de la casa, nada más. Y lo demás, lo que importa, nos lo cuanta cualquier manual de psicología de la percepción, libros que son tabú para cualquier reportero del cuento ufoparanormal.
V. J. Ballester Olmos, previa cinematográfica entrada en la biblioteca del Cuartel General del Aire en Madrid, hace un resumen de la desclasificación de los papeles sobre ovnis del EA. Yo ya lo conocía, pero la inmensa mayoría seguro que no. Y si no lo sabían es porque les han engañado por acción u omisión. La intervención de Ballester Olmos es el núcleo duro del programa, uno de los únicos, junto con Fernández Peris y los testigos, que no desentona, porque habla de lo que específicamente trata el programa según su título, aunque se centra en uno de sus aspectos posibles. Pero es que ese aspecto en el que se centra es uno muy relevante, uno de los tópicos clásicos de Ovnilandia. Sabe de lo que habla y no le vende motos al televidente.
José Luis Tajada nos cuenta su película sobre yacimientos arqueológicos en Castilla-La Mancha que avalan la hipótesis de que estas manifestaciones hayan sido interpretadas de manera religiosa, ferromagnética o climática. No sabemos, pero algo misterioso y extraño sí está sucediendo aquí. Que quede constancia. Y también de un pinar por el que pasa una ortotenia. Y de una cortina de plástico o de agua de dos metros que cae del cielo y que difumina el espacio y absorbe el sonido.
La curandera de Hellín. ¡La curandera de Hellín! Pensarán ustedes qué demonios tiene que ver un personaje de estos con un programa sobre ovnis, previo paso por un lugar con energías telúricas y con mucho poder. Pues resulta que un ¿ufólogo? local que se llama José Antonio Iniesta dice que por allí se ven muchos ovnis, que es una zona caliente de avistamientos (está el mundo y después Hellín), que hay muchas energías y naves nodriza y bolas luminosas que la gente ve desde sus balcones, y que quizá por todas esas energías variadas hay tantos curanderos en la zona. ¿No será porque en la zona hay mucha ignorancia y credulidad respecto a estos matasanos? Aparece entonces una señora de estas sobando a un chico al que le curó la depresión. El programa en este momento pega un bajón tremendo. Ni siquiera televisivamente se justifica el dar paso al chiringuito de una curandera cuando se está hablando de platillos volantes solo porque al ¿ufólogo? de turno se le ocurrió citar esa relación entre platillos, energías y charlatanes varios de la salud.
En mi opinión, el programa está mejor de lo que esperaba, a pesar de sus graves defectos. Si tenemos en cuenta que, casi por obligación, en un producto televisivo sobre ovnis hay que dejar que algún contactado nos cuente un chorro de majaderías y haga el ridículo con la misma pose que otros pegan un pase de pecho a un toro, y que siempre te aparecerá algún descubridor de la pólvora en forma de ortotenias, seres, miedos y otras cosicas del más allá, nos queda un producto pasable, con una buena presencia de voces sensatas (incluso los científicos de la ESA y del CAB, aunque no tengan que estar en ese programa, contribuyen indirectamente a la sensatez y a la crítica del presupuesto básico del mito: ovni = naves ET) y ajenas al mercadeo, hoy venido a menos, del platillismo nacional.
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