Me permitirán que haga una introducción sobre hipotéticos penes paranormales. Se supone que en el Más Allá, perdón, el más allá (el Más Allá es un panfleto pseudo-cultural) los seres siguen teniendo una personalidad, una decencia y un saber estar. Por eso no tendría sentido que en Bélmez se hubiesen teleplastificado penes. ¡Qué escándalo, en 1971, que en una casa andaluza hubiesen comenzado a aparecer semejantes órganos en la pared! Menos mal que fueron caras, como corresponde a muertos, difuntos o ingresados en el más allá como Dios manda. Hasta los muertos dan la cara. Y es que si hubiesen dado el pene se habrían podido producir situaciones embarazosas (no hagan asociaciones de ideas facilonas, por favor): imagínense que alguna viuda visita la casa en cuestión con los penes ahí colgando en las paredes, cipote que te crió en lugar de la Pava, por poner un ejemplo, y lo reconoce: no puede ser, me recuerda a mi marido. ¡Qué número! Y el alboroto consiguiente contra la dueña de la casa, que a ver por qué aparece el pene de mi marido en su casa, que a ver dónde se ha visto eso, y que ahora me quedo con la duda de la fidelidad de mi marido, y si el muy... le habrá enviado un recuerdo desde el más allá a esta fresca.... Pero no, al final lo que se manifestó, impregnó o teleplastificó con brocha y pincel fueron unos cuantos caretos insulsos. ¡Qué poca imaginación tienen en el más allá, o en la otra dimensión! Semejante bobería viene rodando desde 1971 hasta la actualidad, bien es cierto que con largas temporadas de olvido, resucitado periódicamente por aquellos que no han encontrado mejor forma de estar en el mundo que engañarse a sí mismos y a los demás. Pero ya no rueda mas lo de Bélmez. A Bélmez le han parado los pies, y el maguferío tiembla de rabia.
Las caras de Bélmez eran para mí un curioso pasteleo que me caía lejos, una historia de la que no comprendía por qué no había sido explicada, debunkizada y derribada completamente. Su fama y aureola de misterio clásico lo hacía un bocado especialmente apetecible al que no pude hincar el diente por residir a mil y pico kilómetros. No ocultaré la satisfacción que siento ahora por la aclaración mediática de esta farsa enquistada. Las revelaciones de Pueblo al año siguiente de saltar la historia habían quedado sepultadas en el olvido y por supuesto ningún fabricante de paradojas había vuelto sobre ellas en sus libracos o en los especiales de revistas magufas. En más de una ocasión me lamenté de que el enigma de Bélmez no hubiese sido destripado y explicado completamente, que es el destino natural de los enigmas y misterios de este mundo, a no ser que seas un redomado sinvergüenza y digas en público lo contrario.
Pero ha bastado un mes y pico para tirar por los suelos un misterio con casi 35 años de antigüedad. Pero bueno, tampoco hay que exagerar: Bélmez no ha sido un misterio en su puñetera vida, eso lo sabe hasta el que asó la manteca, si es que tal sujeto tenía dos dedos de frente y no se dejaba camelar por los prestidigitadores de la irracionalidad más pedestre, de los que hacen periodismo de hinbestigasión, cambian el tono de voz en antena o en la tele, ponen musiquitas para acojonar al radioyente y sitúan al mismo nivel al científico y al pelanas de turno. ¡Qué mierda más fraudulenta!
El misterio de Bélmez, el auténtico misterio de Bélmez, era cómo ha podido perdurar semejante majadería durante tantos años en la conciencia colectiva de los aficionados al misterio, cuando habría bastado un poco de tiempo y esfuerzo para pulverizar lo que nuestros próceres de lo paranormal deslizaron en los medios y grabaron, por añadidura, en las mentes "educadas" en las variantes del ocultismo contemporáneo, por obra y gracias de los Jiménez del Oso, los Benítez y demás novelistas, exclusivamente novelistas (con perdón de los novelistas que puedan leer estas líneas).
Un mes y pico de trabajo de gabinete escéptico tipo CSI... No ha hecho falta ir a Bélmez disfrazado con chaleco de cazafantasmas alicantino. Bastó con las sugerencias de Francisco Máñez, y el trabajo colectivo desarrollado en la lista de correo electrónico Charlatanes. De esta lista partió la iniciativa de enviar un escrito de protesta a los medios de comunicación españoles contra la cobertura partidista de lo paranormal. Lo firmaron más de 250 personas y fue suficiente para acabar con la pamplina belmeziana. No les cansaré con otra versión de los hechos: visiten los últimos post de Yamato, de El retorno de los charlatanes, de Razones para dudar de Uno por uno, uno; uno por uno, dos; uno por uno... y el especial de el escéptico digital, y podrán hacerse una idea de lo acontecido estos días. Sabrán cómo se fabricó esta historia y cómo fue demolida por un grupo de personas interesadas en la divulgación del escepticismo, y en que en los medios de comunicación dejen de hacer el ridículo presentando a desahogados como si sus historietas e inventos estuviesen exentos de crítica. Es poco probable que se produzcan deserciones masivas de la religión de lo paranormal en España como consecuencia de lo publicado. De hecho, los figurones mediáticos sabrán recomponer el misterio con el paso del tiempo; ya hay algunos indicios en este sentido, como buenos camaleones, culebras hábiles en zafarse ante la parroquia crédula de la puesta en evidencia total que ha supuesto la publicación en El Mundo de esos importantes artículos para la pequeña historia de lo paranormal en España. Estoy seguro de que todo este revuelo habrá servido, en cambio, para que a algún pibe veinteañero aficionado a los enemas de la ciencia le haya hecho click en su coco la parte relacionada con "no me tomen el pelo, ni crean que soy imbécil; quiero pruebas de lo que usted me está contando; no me adules, mamón". Me conformo con esto. Es de desear que a partir de ahora, y era otro de los objetivos del manifiesto, los medios de información general consulten a fuentes de información críticas antes de dar por buenos ciertos asuntos. Ya tienen las direcciones de correo electrónico de esas fuentes; la ética profesional la tienen que poner ellos.
Tengo un amigo que esta escribiendo un paper para Nature. Intentaré convencerle de que deje de escribir machangadas y que le proponga al editor y a los árbitros un artículo sobre Bélmez, sobre su fabricación, cultivo y desmoronamiento. Portada segura. Para ahorrarle trabajo aquí le dejo las key words:
Bélmez, caras de cemento, caraduras, desfachatez, paranormal, Germán de Argamasa, Bender (¿Hans?), el robot de Futurama, alcaldesa, negociete, Franco, sales de plata, dondedigodijedigoDiego, Milenio3, a-mí-no-me-salpica-esta-mierda, escépticos, CSIC, muentras-en-sobrecito de azúcar, tumbas-sin-nombre, me-desmarco-por-la-tangente, la Preysler, aceite, agua, fregona, denuncias, pa-chulo-yo, chalequito-multibolsillos-con-seip-escrito-en-la-espalda, centro-de-interpretación, El Mundo, gatos-teleplástidos, Cavanilles, el-montaje-de-Bélmez-se-va-a-la-mierda, más-denuncias, charlatanes-a-punta-de-pala...
Que el último apague la luz.
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
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