El próximo día 3 de marzo se inicia la nueva edición del curso interdisciplinar de la Universidad de La Laguna (ULL) Ciencia e irracionalidad en la cultura contemporánea, que se extenderá hasta el 28 de abril. El curso es ya un clásico -y único en España en la actualidad- de la oferta lectiva de la citada institución académica, que cuenta con el patrocinio de diversas entidades como el Ayuntamiento de La Laguna, ARP-SAPC, la Fundación Anomalía y Apeles Limpiezas.
Uno de los principales frutos de este curso es la publicación en la editorial Equipo Sirius (Madrid) el pasado mes de septiembre de 2004 del libro Ciencia y pseudociencias: realidades y mitos (disponible en librerías), del que fueron editores científicos los doctores de la ULL Inés Rodríguez Hidalgo, Luis Díaz Vilela, Carlos Álvarez González y José María Riol Cimas, coordinadores y directores a su vez de anteriores ediciones del curso interdisciplinar que comentamos.
Con la presente edición, son ya cinco los años que este curso lleva impartiéndose dentro de la oferta de créditos de libre elección de la ULL, con un más que aceptable número de matriculados año tras año (más de 100 en su tercera edición, la cota más alta, por ahora). En esta ocasión, los coordinadores del curso hemos introducido algunas variaciones temáticas respecto a la del año pasado, con la pretensión de adecuarlo, aún más, a las materias y aspectos señalados de la divulgación científica contemporánea y las creencias de carácter irracional o pseudocientífico, que son los dos grandes bloques en los que tradicionalmente se divide el curso.
Algunos de los temas que abordaremos en el primer módulo son: una aproximación general al método científico, la teoría de la evolución, la mecánica cuántica, el planeta Marte, la inteligencia artificial, las matemáticas como ciencia básica, la clonación y el genoma humanos, los alimentos transgénicos y la geología de Canarias.
En el segundo, los asistentes podrán conocer una aproximación crítica a las experiencias inusuales, al uso de la ciencia en la publicidad, los supuestos "misterios" de la mente humana, la astrología, el mito de las visitas extraterrestres, la Atlántida, los "fenómenos paranormales", las pirámides de Güímar, y la Sábana Santa, así como asistir a un coloquio-debate sobre las mal llamadas medicinas alternativas. Los profesores invitados de la Península serán el periodista científico Luis Alfonso Gámez, que hablará sobre el complejo mito de la Atlántida; Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona, que ofrecerá una aproximación escéptica a la Sábana Santa y otros "enigmas" del Cristianismo; y el popular divulgador científico Manuel Toharia, director del Museo de la Ciencia Príncipe Felipe de Valencia, que abordará la divulgación científica y la presencia de las pseudociencias en los medios periodísticos.
No es preciso recordar que los organizadores del curso no aspiramos la desaparición de las creencias paranormales e interpretaciones heterodoxas de la realidad, objetivo que no sería más que un espejismo voluntarista y escasamente racional: estas creencias mágicas y maravillosas siempre han estado presentes en el imaginario humano y siempre lo estarán, a pesar del enorme éxito explicativo de la ciencia empírico-racionalista. Por el contrario, nuestra pretensión irrenunciable es, a la par que la difusión del conocimiento científico básico, el acercamiento crítico y escéptico a los tópicos paranormales y doctrinas pseudocientíficas. De esta forma, el alumnado -y quien desee asistir libremente y sin compromiso alguno, como oferta de extensión universitaria que el curso es- tendrá acceso a una información que prácticamente nunca es ofrecida en los medios de comunicación, en donde predominan el sensacionalismo y la diseminación, como un género en sí mismo, de absurdas especulaciones o de antiguas creencias ocultistas bajo un barniz contemporáneo. Nuestro deseo es que el alumno adquiera o fortalezca su capacidad de discriminar entre diferentes versiones de un fenómeno o creencia, y que use el sentido crítico ante cualquier afirmación extravagante. La actitud intelectual deseable sería, según un conocido ejemplo metafórico, la misma que cualquier persona pone en marcha cuando desea adquirir un automóvil de segunda mano: acribillar a preguntas escépticas al vendedor sobre el estado general del vehículo. ¿Por qué no actuamos de forma similar ante cualquier astrólogo, adivinador, promotor de maravillas (milagros, apariciones), divulgador de historias de platillos volantes o sobre presuntos fenómenos paranormales, como el todavía reciente y esperpéntico caso de las "caras" de Bélmez de la Moraleda (Jaén), fraude rescatado del olvido después de más de 30 años? (véase el especial que El Escéptico Digital dedicó a este asunto el 16 de noviembre de 2004). Tiene usted derecho a que le informen adecuadamente.
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
sábado, febrero 26, 2005
viernes, febrero 18, 2005
No pasó nada raro
Ayer me llamó la cadena SER de Las Palmas de Gran Canaria para una entrevista sobre... Yo pensé sobre la marcha que algo raro había pasado:
- quizá la luz majorera de Mafasca se había aparecido en la plaza de la Candelaria de Santa Cruz de Tenerife y la policía la tenía acordonada (a la luz, no a la plaza).
- tal vez San Borondón había emergido entre La Palma y El Hierro y ahora se podía ir caminando de una isla a otra. O entre Tenerife y Gran Canaria, con lo que el número de tópicos sustentados en ambas islas se resquebrajarían como se le resquebrajó la Realidad a Neo en Matrix, retenida por los millones de agentes Smith que montan guardia a la entrada de nuestras cavernas;
- a lo mejor los enanos, duendes y otros elementales del bosque grancanario de Ossorio habían decidido darse a conocer y aguardaban su certificado de autenticidad perfectamente formados ante una nube de fotógrafos escépticos;
- ¿había declarado públicamente una autoridad institucional del municipio palmero de Fuencaliente sobre la nave y los seres extraños que tuvo la oportunidad de contemplar hace algunos años acompañado de algunos militares y de no sé quién más? (yo qué sé, cualquiera que dé empaque al asunto, además de los militares...; Koizumi, el primer ministro japonés, por ejemplo);
- ¿o es que los norteamericanos habían decidido lanzar, a modo de "octava" de los años 70, un par de misiles Poseidon ante las mismas narices de los ufólogos vibracionales?
Pues no, no había pasado nada raro; sólo querían hablar de ufología, de ovnis. Durante un cuarto de hora los temas fueron los de siempre: que si Canarias es un lugar especial, que si el ocultamiento oficial, que si podía citar algún caso enigmático que hubiera investigado... A estos tres aspectos, mis respuestas, en resumen, fueron: no, no hubo y sí. Con este sí me referí, y comenté, el caso de la playa tinerfeña de Abades, el 9 de julio de 1992, del que quizá me ocupe pronto en este blog, a ver si alguien tiene la feliz iniciativa de embarcarse en su nuevo análisis y aclaración definitiva, destino natural y deseable de todos los enigmas, grandes o pequeños.
Pero la pregunta más interesante fue: ¿Cómo se investigan los ovnis? No era cuestión de ponerse a pensar allí a pelo sobre la dificultad de investigar algo que no hemos podido definir previamente. Y tampoco habría sido muy útil recordar las agotadas y supongo que descatalogadas obras de Vicente Juan Ballester Olmos, alimento básico para las últimas generaciones interesadas en las cosas que se ven en los cielos (y menos aún a Alberto Adell o a Allan Hendry). Cité a Horatio Caine, que como ustedes sabrán, no tiene existencia real, más que televisiva, ese "ufólogo escéptico" con un objeto nítido y bien definido de estudio: cadáveres humanos y su contexto. ¿Cómo se investigan los ovnis? (y las apariciones marianas, y el genoma humano, y la Revolución conservadora alemana, y la medicina galénica y las enanas marrones y...): pues como en CSI, de la misma forma que Horatio disecciona a los sospechosos, con el mismo espíritu que sus colaboradores recogen muestras y pruebas en el lugar y luego las llevan al laboratorio. Ni Horatio (ni los de Las Vegas) se resignan a un no explicado.
- quizá la luz majorera de Mafasca se había aparecido en la plaza de la Candelaria de Santa Cruz de Tenerife y la policía la tenía acordonada (a la luz, no a la plaza).
- tal vez San Borondón había emergido entre La Palma y El Hierro y ahora se podía ir caminando de una isla a otra. O entre Tenerife y Gran Canaria, con lo que el número de tópicos sustentados en ambas islas se resquebrajarían como se le resquebrajó la Realidad a Neo en Matrix, retenida por los millones de agentes Smith que montan guardia a la entrada de nuestras cavernas;
- a lo mejor los enanos, duendes y otros elementales del bosque grancanario de Ossorio habían decidido darse a conocer y aguardaban su certificado de autenticidad perfectamente formados ante una nube de fotógrafos escépticos;
- ¿había declarado públicamente una autoridad institucional del municipio palmero de Fuencaliente sobre la nave y los seres extraños que tuvo la oportunidad de contemplar hace algunos años acompañado de algunos militares y de no sé quién más? (yo qué sé, cualquiera que dé empaque al asunto, además de los militares...; Koizumi, el primer ministro japonés, por ejemplo);
- ¿o es que los norteamericanos habían decidido lanzar, a modo de "octava" de los años 70, un par de misiles Poseidon ante las mismas narices de los ufólogos vibracionales?
Pues no, no había pasado nada raro; sólo querían hablar de ufología, de ovnis. Durante un cuarto de hora los temas fueron los de siempre: que si Canarias es un lugar especial, que si el ocultamiento oficial, que si podía citar algún caso enigmático que hubiera investigado... A estos tres aspectos, mis respuestas, en resumen, fueron: no, no hubo y sí. Con este sí me referí, y comenté, el caso de la playa tinerfeña de Abades, el 9 de julio de 1992, del que quizá me ocupe pronto en este blog, a ver si alguien tiene la feliz iniciativa de embarcarse en su nuevo análisis y aclaración definitiva, destino natural y deseable de todos los enigmas, grandes o pequeños.
Pero la pregunta más interesante fue: ¿Cómo se investigan los ovnis? No era cuestión de ponerse a pensar allí a pelo sobre la dificultad de investigar algo que no hemos podido definir previamente. Y tampoco habría sido muy útil recordar las agotadas y supongo que descatalogadas obras de Vicente Juan Ballester Olmos, alimento básico para las últimas generaciones interesadas en las cosas que se ven en los cielos (y menos aún a Alberto Adell o a Allan Hendry). Cité a Horatio Caine, que como ustedes sabrán, no tiene existencia real, más que televisiva, ese "ufólogo escéptico" con un objeto nítido y bien definido de estudio: cadáveres humanos y su contexto. ¿Cómo se investigan los ovnis? (y las apariciones marianas, y el genoma humano, y la Revolución conservadora alemana, y la medicina galénica y las enanas marrones y...): pues como en CSI, de la misma forma que Horatio disecciona a los sospechosos, con el mismo espíritu que sus colaboradores recogen muestras y pruebas en el lugar y luego las llevan al laboratorio. Ni Horatio (ni los de Las Vegas) se resignan a un no explicado.
martes, febrero 01, 2005
Sostenella y no enmendalla
Ayer asistí a una conferencia que llevaba por título Planetas y Vida en el Universo, impartida por el Catedrático de Física Aplicada Agustín Sánchez Lavega, de la Escuela Superior de Ingenieros de Bilbao de la Universidad del País Vasco, en el Aula Maga de la Facultad de Física de la Universidad de La Laguna. Sánchez Lavega dirige un equipo de investigación que trabaja en distintos proyectos de ciencias planetarias. Actualmente es miembro del Consejo Asesor para la Exploración del Sistema Solar de la Agencia Espacial Europea y co-investigador de la misión espacial Venus Express. Durante su interesante exposición Sánchez Lavega recorrió con cierto detalle todos aquellos astros de nuestro sistema solar con cierta aptitud, si me permite el uso de este término un tanto inapropiado, para albergar alguna forma rudimentaria de vida: Venus, Marte, Europa y Titán, del que presentó las ya famosas imágenes de su superficie y de los ríos de hidrocarburos y metano que forman mares, a la manera del agua terrestre. En la última parte de su charla abordó las condiciones astronómicas y bioquímicas necesarias para la emergencia de la vida, y unas pocas pinceladas sobre SETI.
Este blog, como incluso hasta el más corto de los magufos puede adivinar, trata de mihterioh de la siensia, es decir, de manías, inventos, creencias, enigmas, "tradiciones" y otras pajas mentales difundidas por gente con el colmillo retorcido, desde el magufo de encabronamiento fácil (si siente que la ubre a la que está agarrado peligra) al más pasteloso de los alternativos disfrazado de cordero, hermanos todos ellos de sangre, palabra, y, a veces, de obra. El mihterio que quiero recordar aquí es el que citó ayer el Catedrático Sánchez Lavega: el famoso careto marciano, imagen demolida por la Mars Global Surveyor en su visita al planeta rojo en abril de 1998. El "conjunto arquitectónico", una falsa impresión producto de la menor capacidad de resolución de las cámaras de la nave Viking I en 1976, quedó reducido a formaciones geológicas naturales. Sin embargo, no he visto a nadie retractarse de sus opiniones anteriores, aseguró el conferenciante. Claro, ni lo verá nunca, porque el mundo magufo es una iglesia, y, como tal, mantiene un credo mínimo cerrado según el cual no puede retractarse de ninguno de los enigmas-enemas más suculentos y rentables. ¡Qué más que descubrir ruinas arquitectónicas o un centinela clarckiano deseaba la NASA!: ¡nada! Sin embargo, los creyentes acusan de conspiración y ocultamiento al organismo espacial norteamericano. Y los proponentes de la "cara" marciana se atrincheran en la irracionalidad, en el mismo surco irracional, sensacionalista y disparatado en el que llevan décadas los ufólogos y los paranormalistas. Algunos tendrían que dedicar el resto de sus vidas a hacer pública retractación de toda la basura que han publicado, proferido y ejecutado audiovisualmente. Sería su principal contribución a la educación pública.
Este blog, como incluso hasta el más corto de los magufos puede adivinar, trata de mihterioh de la siensia, es decir, de manías, inventos, creencias, enigmas, "tradiciones" y otras pajas mentales difundidas por gente con el colmillo retorcido, desde el magufo de encabronamiento fácil (si siente que la ubre a la que está agarrado peligra) al más pasteloso de los alternativos disfrazado de cordero, hermanos todos ellos de sangre, palabra, y, a veces, de obra. El mihterio que quiero recordar aquí es el que citó ayer el Catedrático Sánchez Lavega: el famoso careto marciano, imagen demolida por la Mars Global Surveyor en su visita al planeta rojo en abril de 1998. El "conjunto arquitectónico", una falsa impresión producto de la menor capacidad de resolución de las cámaras de la nave Viking I en 1976, quedó reducido a formaciones geológicas naturales. Sin embargo, no he visto a nadie retractarse de sus opiniones anteriores, aseguró el conferenciante. Claro, ni lo verá nunca, porque el mundo magufo es una iglesia, y, como tal, mantiene un credo mínimo cerrado según el cual no puede retractarse de ninguno de los enigmas-enemas más suculentos y rentables. ¡Qué más que descubrir ruinas arquitectónicas o un centinela clarckiano deseaba la NASA!: ¡nada! Sin embargo, los creyentes acusan de conspiración y ocultamiento al organismo espacial norteamericano. Y los proponentes de la "cara" marciana se atrincheran en la irracionalidad, en el mismo surco irracional, sensacionalista y disparatado en el que llevan décadas los ufólogos y los paranormalistas. Algunos tendrían que dedicar el resto de sus vidas a hacer pública retractación de toda la basura que han publicado, proferido y ejecutado audiovisualmente. Sería su principal contribución a la educación pública.
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