Los misterios misteriosos, las experiencias y las ciencias de frontera (que son las que se practican en los Pirineos o en la confluencia del estado de Texas y México), los relatos sobre ovnis y portentos celestiales, las apariciones fantasmales y casas encantadas y los cuentos sobre monjas voladoras, monjas recauchutadas y otras majaderías del circo paranormal están basadas en el testimonio humano. Algunos ignorantes, dándoselas de entendidos, han hablado de "testigos de elite" como si tal categoría existiese, como si ante fenómenos por definición extraños y supuestamente inexplicables pudiese alguien alcanzar un nivel elitista en la comprensión y transmisión de su propia percepción. Esto es falso, y quienes lo han vendido lo saben. La literatura seria sobre la percepción y el recuerdo es abundante, y, afortunadamente, tenemos en español un ejemplo reciente en ¿Se puede creer a un testigo? El testimonio y las trampas de la memoria. Giuliana Mazzoni. Editorial Trotta, Madrid, 2010.
Pero ya escribiré una reseña sobre esta monografía para otro lugar; ahora quiero dejarles una cita extraída de otro libro de uno de los imprescindibles de la investigación escéptica de lo paranormal Joe Nickell, que en su Entities. Angels, Spirits, Demons, and Other Aliens Beings. Prometheus Books, Amherst, New York, 1995, p. 43, recoge la siguiente anécdota al ocuparse no de las casas encantadas, sino de las mentes encantadas:
La sugestión puede desembocar en el contagio. En 1978 un pequeño oso panda escapó de un zoo de Roterdam, después de lo cual la policía dio la alerta en los medios. Pronto empezaron a comunicarse observaciones del panda, unas cien, a lo largo de toda Holanda. Desgraciadamente, un animal solo no puede estar en tantos lugares en un periodo de tiempo tan breve. De hecho, nadie había visto el panda realmente, ya que había muerto atropellado por un tren cerca del zoo. ¿Cómo explicamos todas estas observaciones? La respuesta es: por contagio. La expectación lleva a la gente a malinterpretar lo que realmente están viendo. Por ejemplo, alguien podría haber visto un perro detrás de unos arbustos y pensar que eran el panda debido a sus propias expectativas. Otros tienen experiencias ilusorias similares. La publicidad generada por el caso pudo haber provocado algunas llamadas falsas.
Multitud de programas prescindibles de radio, páginas periodísticas, ocultistas domingueros, gente enemiga del sentido común, amante de su dinero (del de usted, no solo del de ellos) y ansiosa por seguir cultivando sus ignorancias y creencias paranormalistas continuarán apelando al testimonio y al dogma de la inmaculada percepción, al honor de los testigos y otras estúpidas falacias para adornar su mundillo de magia y atontamiento sociedad anónima.
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
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1 comentario:
lsiensia esta empapa de polvos de la mdre celestina
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