Y aún quedan entre nosotros algunos medios de adivinación por los astros,
los espíritus, las figuras de los cuerpos, los sueños y otros -claro ejemplo de
la loca curiosidad de nuestra naturaleza que se entretiene en anticipar las
cosas futuras, como si no tuviese bastante con digerir las presentes:
cur hanc tibi rector Olympi
Sollicitis visum mortalibus addere curam,
Noscant venturas ut dira per omina clades,
Sit subitum quodcunque paras, sit caeca futuri
Mens hominum fati, liceat sperare timenti.
[¿Por qué quisiste, soberano del Olimpo, añadir al mal de los mortales la angustia de las desgracias que los adivinos desvelan? Que tus deseos, cualesquiera que sean, irrumpan de improviso, que el alma humana permanezca ciega a su destino futuro, y que con todos sus temores pueda aún tener esperanza.
Lucano.
Farsalia, II, 4-15]
Ne utile quidem est scire quid futurum sit. Miserum est enim nihil proficientem angi.
[De nada sirve conocer el futuro. Pues en efecto es inútil atormentarse en vano.
Cicerón. De la naturaleza de los dioses, III, 6]
De los pronósticos
Ensayos
Michel de Montaigne
[Ediciones Cátedra, Madrid, 1996, p. 78]
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