Descartes
admitted that wonder was the essential stimulus to inquiry, but fretted that the
stimulus could easily become an addictive drug. Excessive wonder (admiration)
could slide into astonishment (étonnement), thereby arresting rather than
triggering the quest for explanation.
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
jueves, septiembre 11, 2014
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