miércoles, septiembre 15, 2004

Pic-nic ufológico

En la nota anterior me referí, al final, a algunos epítetos que A.J. Gevaerd dedicó a Kentaro Mori y a Ceticismo Aberto al rechazar la propuesta de someter un solo caso ovni al examen de una comisión científica independiente (una iniciativa, en mi opinión, a medio camino entre el Panel Sturrock y el Proyecto Magonia, je, je). Junto al de que no Gevaerd le pegó un pase de pecho a Mori, Kentaro, tal que así: ... um amontoado de céticos que pesquisam Ufologia de gabinete (esquentação de poltrona e clicação de mouse), que, en traducción literal, viene a querer decir que no me toquen los ufos; que te vayas a tu gabinete o al salón de tu choza a sentarte en tu poltrona (o butaca escéptica) delante del ordenador; y que no jodas la marrana haciendo click con el ratón y destripando los casos de platillos volantes que yo me he currado a pie de obra para beneficio de la humanidad.

Luis Ruiz Noguez, científico mexicano, ufólogo experto en casos ovni fotográficos y frecuentador de butacas o poltronas escépticas (voy a preguntar en Ikea), de los que hacen todo el día click con el mouse y también vecino en la lista Anomalist, de la Fundación Anomalía, hizo un par de comentarios, que reproduzco a continuación:

Aunque esto es general en todos los ufólogos, en este caso particular Gevaerd y Werner afirman que ellos sí investigan, mientras que los escépticos no. Cuando mucho conceden que los escépticos hacen investigación de gabinete. En estos términos para ellos la investigación de gabinete, o no es investigación o es una investigación de segunda. Independientemente de que eso no es así (muchos de nosotros hemos salido al terreno a entrevistar, analizar, medir, cronometrar...). En su gran mayoría los ufólogos no tienen ni idea de lo que es una investigación. No saben lo que es una prueba en periodismo, en abogacía, mucho menos científica (ahí esta Gevaerd proponiendo demostrar la negación). Ellos piensan que investigar es ir a tomarse la foto con el abducido en turno; hipnotizarlo; transcribir sus notas y publicar un reportaje o aparecer en la radio o televisión mostrando que las suelas de sus zapatos son prueba irrefutable de que ellos sí investigan. Se han tomado muy a pecho aquello de que son investigadores. Ya ni a ellos les gusta que les llamen ufólogos. Eso de investigadores, por lo menos en México, salió después de que en los programas de TV nos presentaban como escépticos. Ellos quisieron que los presentaran como "investigadores". Pero que yo sepa, el antónimo de escéptico no es ni ufólogo ni investigador. La palabra correcta es "crédulo".

Yo firmo esto, claro. A continuación reproduzco un pequeño fragmento de un librito que saldrá próximamente a la luz, si mi editor lo tiene a bien (ya daré noticias). Fue escrito en 1997 y pasó unos cuantos años en un oscuro rincón de mi disco duro hasta que lo desempolvé. Si usted tiene 20 años y es aficionado a los Mihterioh de la Siensia es probable que le venga bien leerlo.

Investigación de campo-investigación de gabinete: un enfrentamiento ficticio



Una de las falacias más asentadas en la Ovnilandia española (jocoso término que empleo como traducción del equivalente Ufoland, introducido por Robert Sheaffer en Veredicto OVNI, Examen de la evidencia, Tikal Ediciones, Gerona, 1994, para referirse al mare mágnun de creyentes acérrimos, fabricantes de misterios y otras subespecies de la fauna ufológica) es la separación entre ufólogos de campo y de gabinete, a menudo denominados peyorativamente de salón. Según soy capaz de imaginar -porque nadie ha ofrecido nunca una definición precisa de lo que ambas expresiones significan- el ufólogo de campo es aquel que infaliblemente entrevista a pie de terreno al que divisó el ovni y recaba su valioso testimonio. El de gabinete sería aquel que no entrevista personalmente a los testigos y que se limita a dar opiniones basadas en los datos obtenidos por los primeros (desde tal perspectiva yo podría considerarme botánico o entomólogo si me dedicase unos cuantos meses a recoger plantas e insectos practicando la genuina investigación de campo, aunque nunca haya estudiado formalmente esas ciencias ni tenga interés en elaborar estudios anatómicos, comparativos, etc., de gabinete, con los ejemplares recolectados). De entrada es necesario aclarar que no es posible separar ambas facetas de la investigación, excepto en los casos de observaciones nocturnas y lejanas, en las que, de hecho, es suficiente en muchas ocasiones echar un vistazo a las efemérides planetarias correspondientes para determinar la causa de la confusión. Creo que, si bien no existe un sólo ufólogo de gabinete exclusivamente, sí existen ufólogos (o algo parecido) únicamente campestres; son como un entomólogo que captura mariposas por el simple placer de darse un paseo por el campo, sin ningún interés posterior por analizar, en su laboratorio o gabinete, los ejemplares obtenidos. Ciertamente tal proceder tiene bien poco de científico -lo cual a algunos importa bien poco- y debe ser relegado al terreno de las aficiones intrascendentes e inútiles.

Tal clasificación, ilógica y artificiosa, sirve para perpetuar el tradicional enfoque aberrante y superficial de la ufología, hasta tal punto que los que se arrogan el calificativo de investigadores de campo no son más que alegres cultivadores de la creencia en extraterrestres, escritores de ufología-ficción o pintorescos convocantes de alertas ovni. Al mismo tiempo ha servido para el intento, nada oculto, de segregar de la comunidad de investigadores a los que desde sus inicios se caracterizaban por no seguir modas y por plantear críticamente todos los contenidos positivos de la ufología. Al contrario de la creencia habitual, los investigadores que han sido acusados de no realizar jamás investigación de campo no sólo la han realizado, sino que se han preocupado de mostrar las pautas básicas de la encuesta ufológica en el terreno de cara a futuros interesados. La ufología platillista no suele dejar pasar la ocasión de colgar algún sambenito al ufólogo crítico, con la intención de que la masa de crédulos se mantenga alejada de un análisis imparcial y aséptico. Humorísticamente, Manuel Borraz definió tal actitud como la ufología para quien la trabaja, es decir, para el excursionista aventurero disfrazado de Indiana Jones que persigue ovnis y recoge testimonios sin método alguno, sólo para satisfacer el apetito mágico de la mayoría y generar sub-productos para el sector más consumista de lo paranormal.

Si miramos hacia los ovnis con ojos etnólogo -y es una manera muy productiva de mirar- no podemos por menos que valorar en su justa medida la recogida de datos in situ. Existen numerosos manuales en los cuales se sistematizan están técnicas, básicas cuando lo que se pretende estudiar son relatos orales de testigos de hipotéticos fenómenos anómalos. Pero, ¿queda ahí la labor del etnólogo? ¿Es éste un mero transmisor del folclore autóctono y además lo interpreta al pie de la letra? ¿O lo valora de acuerdo con su posicionamiento ideológico y estrategia de investigación, lo compara con otros hallazgos y establece conclusiones sobre las causas de los comportamientos y creencias?
_______________________________

Añado un comentario para cerrar esta nota.

Es conveniente poner en evidencia esta retórica mema y crédula, no sólo por el prurito de quien, como yo, suele pasear de vez en cuando por los barrios de Paranormalandia, sino por los jóvenes interesados que puedan albergar cierto interés científico por estas cuestiones: cuanto antes aprendan a distinguir entre investigación científica y el teatrillo de los misterios y a hacer uso de las armas del razonamiento crítico, antes sabrán valorar justamente creencias como los platillos volantes, los caretos marcianos, belmezianos y sindonológicos y otras mandangas. Por supuesto, esto no quita para que el interés sociológico o antropológico por todas estas creencias irracionales esté más que justificado. El programa televisivo Planeta encantado es el cadáver de un asesinado: es necesario que un equipo del CSI lo abra, analice los restos de sangre y otros fluidos, identifique los necrófagos, halle curiosos fragmentos que relacionen la muerte violenta con presuntos sospechosos teósofos, dänikenianos, pauwlesitas y bergiersitas, que lo embalsame para posteriores análisis... Así trabajan los forenses, pero también los antropólogos y todo aquel que se dedique a la ciencia de la interpretación. Destripar "misterios", como los niños, que destripan sus juguetes para ver cómo son por dentro. Ruego por los magufos, que me dan alimento espiritual.

1 comentario:

Ricardo Campo Pérez dijo...

[Recuperando comentarios]

1. De: Asigan - Fecha: 2004-09-15 17:42

No me parece que tengan la más mínima intención de dirigir esas pseudodicotomías a los escépticos, ni siquiera para "calentarles". Un cuenta cuentos de ese tipo no discutira jamás con un escéptico si no hay público. Es al público a quien dirigen esas consignas, y saben que funcionan.

Además de refutar semejantes afirmaciones en publicaciones en papel y digitales, convendría hacerse con un arsenal de contramedidas retóricas dirigidas al mismo objetivo.

2. De: Ricardo Campo - Fecha: 2004-09-17 12:23

Sí, es cierto en buena medida, la salida de "prueba tú que no existen" impacta a quien no tiene ni idea, y es a ese público al que la tonterías paranormales se dirigen. Yo tengo parte de ese arsenal de anti-retórica elaborado, que publicaré, con suerte, ante de fin de año. Daré noticias.

3. De: Asigan - Fecha: 2004-09-19 11:28

Pues espero ansioso. ;)

4. De: Tartaglia - Fecha: 2004-09-27 18:53

Se que este comentario está fuera del tema, pero no veo por aquí una dirección donde poder mandártelo. Bórralo de aquí cuando lo leas, si te parece.
Al lío:
He venido a esta página enlazado por Magonia y atraído por ese nombre, "Mihterioh de la siensia".
Es, precisamente, el nombre lo que motiva este comentario.
Me parece que la idea es una especie de transcripción fonética de la pronunciación andaluza de "Misterios de la Ciencia".
Pues yo, aunque no se me note aquí, pronuncio "Mihterioh de la Ciencia" y tengo muchos compañeros que lo pronuncian tal y como escribes en tu título. Soy un escéptico y más inculto de lo que quisiera, pero es bastante probable que mis compañeros sean tan escépticos y cultos como tú.
Así que ya está bien de asociar el habla andaluza a la incultura, a la superstición y otros asuntos de esa calaña, como parece desprenderse del título de tu weblog, que me ha hecho recordar a esos simplones guionistas de teleseries que para acentuar el analfabetismo, la credulidad (y la "gracia" de paso) de una "chacha", la escogen con un marcado acento andaluz.
Seguro que hay otras alternativas para el título (con faltas ortográficas o con algún juego de palabras) que acentúen el carácter inculto de los "no escépticos", sin incluir a los andaluces entre ellos.
Probablemente tus intenciones no iban en ese sentido, pero reflexiona si quieres sobre todo esto que digo y ánimo con tu tarea de desenmascarar a los vendedores de patrañas, que una cosa no quita la otra.
"Grasiah por leé et-to"
Recibe un cordial saludo.

5. De: webensis - Fecha: 2004-09-27 18:59

Pues yo pensé que era transcripción del acento canario...

6. De: Ricardo Campo - Fecha: 2004-09-27 21:35

Estimado matemático andaluz:
Lo de mihterioh de la siensia es purito acento, perdón, asento canario, como pensaba webensis, no andaluh, perdón andaluz, y de paso puro cachondeo. Así que líbrenme los dioses de asociar cualquier región española con todas estas paridas. De entrada es suficiente con la canaria, donde tanto maguferío y credulidad hay. Saludos cordiales.

¿Caso "tipo Levelland" en Tenerife?

La información sobre este caso consiste en un muy breve y muy dudoso comentario en el libro de Jacques Vallée Fenómenos insólitos del espaci...