La primera referencia a los platillos volantes en la prensa
canaria se halla en La Provincia (Las Palmas de Gran Canaria)
el 8 de julio de 1947. Dos semanas antes, el 24 de junio, había tenido lugar el
caso fundacional de la historia de los ovnis: la observación de Kenneth Arnold
de nueve objetos brillantes en el estado norteamericano de Washington que se
movían como platos lanzados contra el agua, entrando y saliendo de la formación
a gran velocidad. A partir de entonces, se desató una auténtica epidemia de
observaciones por todo el país. Por entonces, como quedó demostrado en las
primeras encuestas de opinión realizadas, el origen extraterrestre de los
misteriosos platillos no se contemplaba, ya que se pensaba que eran armas
secretas, bien soviéticas, bien norteamericanas. El caso Arnold ha sido
estudiado hasta la saciedad y lo más probable es que se tratara de un vuelo de
prueba de aeronaves secretas. El ensayo más exhaustivo al respecto es el de
MartinShough: The
Singular Adventure of Mr Kenneth Arnold.
La Provincia reproduce en la fecha indicada una
nota de prensa de la agencia EFE de noticias que señala que continúan las
apariciones de platillos volantes. Ante esta situación el general Arnold,
veterano de la Segunda Guerra Mundial, opinaba que los objetos observados
podían ser algún invento de su propio país en vías de experimentación; un
invento extranjero fuera de control; aviones de propulsión a chorro o por
reacción. El general Henry H. Arnold (que no era pariente del citado testigo K.
Arnold), fue un brillante mando de la Fuerza Aérea norteamericana que participó
en la operación
Lusty (Luftwaffe Secret TechnologY). Tenía por objeto la
captura y el análisis de documentos científicos, centros de investigación,
aviones y armas alemanes de la Segunda Guerra Mundial, así como el
reclutamiento de científicos y personal técnico.
Los extraterrestres no harían
aparición hasta algunos años más tarde, así que podemos decir que hay un
desfase entre el momento en que la historiografía del mito de los platillos
volantes localiza su origen (24/6/47, caso K. Arnold) y el momento en que al
repertorio de explicaciones se une la del origen extraterrestre, lugar casi
común en cualquier historia del mito ufológico racional. Es importante
señalarlo porque las fuentes menos críticas, y por desgracia mayoritarias, no
suelen hacer distingos, de tal forma que esos primeros años en los que la
sociedad occidental no pensaba en los alienígenas para entender esas extrañas
observaciones celestes también se contabilizan entre los de la era de los
platillos volantes en tanto que naves extraterrestres, asimilación exitosa a
partir de entonces.
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