Aquí les dejo la versión integra de la entrevista que me pidió la revista valenciana El Temps, parte de la cual figura en la entrada anterior.
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--¿Por qué considera interesante la investigación del mito de los ovnis?
Porque se trata de una creencia social extendida a todo el mundo, y también un mito religioso sobre el origen de la vida, la tecnología y la evolución moral de los supuestos habitantes del cosmos. Es una mezcla de religiosidad y tecnología típica del ocultismo nacido en el siglo XIX y difundido en el XX. Al margen de todo ello, en la casuística ufológica, en medio de una enorme cantidad de ruido, puede haber alguna "señal" en forma de fenómenos no de todo explicados por la ciencia, como el caso del rayo globular. Algunos testimonios divulgados en la literatura ufológica pueden tener su causa en manifestaciones de este fenómeno atmosférico. De los extraterrestres no existe la más mínima prueba al respecto. Este complejo rumor formado por observaciones, creencias, especulaciones, impactantes revelaciones que se diluyen en la nada al cabo de una semana como un terrón de azúcar en el café ha propiciado que los gobiernos prestaran atención al supuesto fenómeno camuflado entre montañas de especulación, que los ejércitos realizaran investigaciones relacionadas con la seguridad del espacio aéreo (como en España, cuyo Ejército del Aire entregó a la opinión pública en los años noventa toda la información que almacenaba desde los años sesenta) y que los investigadores académicos dedicaran amplios ensayos a interpretar esta creencia (lo que refuta la especie interesada de que "la ciencia no se ha ocupado de los ovnis"). También ha servido para ocultar, tras la cortina de humo de los platillos volantes, otras actividades menos confesables, como el lanzamiento de globos espía, misiles balísticos de prueba, vuelos secretos de aeronaves militares de última generación, etc. La riqueza de la leyenda de los ovnis es inmensa, pero los pretendidos extraterrestres son muy tímidos y no se presentan a cara descubierta. Los ovnis, como dijera Robert Sheaffer, son un "fenómeno celoso de sí mismo". Y quien dice tener pruebas no las ha presentado aún. Y lo que es peor, el aficionado creyente no se las pide. Es como una religión fanática.
--¿Cómo se crea este mito? ¿A qué responde su extensión?
La historiografía del mito señala al 24 de junio de 1947 como el momento de su nacimiento. Aquel día un piloto de avionetas norteamericano, Kenneth Arnold, observó en el estado de Washington nueve objetos volantes que no pudo identificar. A partir de ahí nace la expresión "platillo volante", que los medios de comunicación convirtieron en una imagen clásica del siglo XX. La Segunda Guerra Mundial había acabado dos años antes y algunos años después comenzaba la conquista del espacio con el lanzamiento de los primeros satélites artificiales. Desde los años sesenta se hablaba de la conquista de la Luna y de planetas como Marte. Si nosotros podíamos ir a otros cuerpos celestes ¿por qué otras entidades más avanzadas no podían venir a nuestro planeta? Esta lógica es sencilla, pero choca con las enormes dificultades del viaje interplanetario. Pero la realidad no nos estropeará nunca nuestra creencia y nuestros deseos, al igual que a algunos periodistas la realidad no les estropea jamás una buena historia, aunque sea tan falsa como una moneda de un euro y medio. La historia de los ovnis esta plagada de ejemplos de este tipo.
--¿Hemos cambiado las hadas por los ET?
En cierta medida sí. Ambas entidades, hadas y extraterrestres, solo se dejan ver tímidamente, por ciertas personas y en determinadas circunstancas. El propio cambio en las visiones es también importante: vemos lo que es "tolerable" ver, lo que en nuestra cosmovisión o forma de ver el mundo es sólito presenciar. Ahora carece de sentido social y cultural ver hadas: es "normal" ver extrarrestres, naves, entidades sabias y desarrolladas espiritualmente y, sobre todo, tecnológicamente. La soledad cósmica ha sido siempre evitada mediante apariciones, manifestaciones y vislumbres de seres divinos o trasmundanos.
--¿En qué medida la literatura, el cine, la televisión han influído en la extensión y la configuración del mito?
En una medida imposible de cuantificar. La literatura y el pensamiento especulativo ha tenido entre sus protagonistas, desde la antigüedad, a los extraterrestres. Tanto los pluralistas como los unicistas se refirieron, para afirmar o para negar, a la existencia de otros cosmos y entes similares a los conocidos entonces. Este debate ha permanecido siempre en la conciencia de los seres humanos, aun con épocas de escasa presencia directa en las manifestaciones culturales. En el siglo XX retoma el protagonismo ayudado por las novelas y relatos de éxito comercial, las películas de serie B norteamericanas, la enorme difusión de los medios de comunicación audiovisuales y escritos y el gran volumen de la literatura especializada en los principales idiomas occidentales. Ello permitió que el mito inicial se diversificara, que surgieran nuevos motivos como las abducciones, el secretismo oficial, los contactos con elegidos (contactados), las alertas ovni, el pseudo-periodismo de investigación, etc.
--En su libro Los ovnis ¡vaya timo! (editorial Laetoli,Navarra, 2006) afirma que hablar de extraterrestres es prácticamente hablarle al espejo...
No recuerdo haber empleado esa expresión, pero me parece una buena forma de resumir lo que es este mito. Es una historia de religación secular con un más allá material, cósmico y tecnológico. Expresa la definitiva conversión del ser humano occidental en un ser planetario, preocupado por la existencia, o su sospecha, de otras entidades inteligentes en el universo para referirnos a las cuales no tenemos más patrones que los que nosotros hemos asumido: la bondad, la maldad, la curiosidad, el deseo de descubrimiento, el viaje de exploración, la evolución espiritual, la conquista, la destrucción y el rapto de los extraños inferiores, etc. Intuimos que esos seres del cosmos, si existen, deben amoldarse a alguna de las variantes morales enumeradas, entre otras posibles. Pocas veces tenemos en cuenta que una posibilidad es la indiferencia absoluta, que es también una de las soluciones factibles para la "paradoja de Fermi". Ésta trata de explicar o comprender por qué no hemos sido aún visitados por extraterrestres y ni siquiera hemos detectado su existencia mediante algún dispositivo, señal, indicio o clave de indudable origen alienígena.
--¿Por qué ya no hay, hoy en día, tantos supuestos avistamientos como en los años 70-80 del siglo pasado?
La causa parece residir en la publicidad que este tema ha recibido históricamente en los medios de comunicación. Cuanto más se habla, publica, debate y especula más observaciones se denunciarán. Es una situación típica de contagio social, de la misma forma que en épocas de epidemia los seres humanos estamos más sensibilizados antes posibles síntomas. Ésta es, al mismo tiempo, una enseñanza negativa, en el sentido de que esa dinámica de picos y valles en el flujo de informes sobre observaciones de supuestos ovnis nos está diciendo lo que no es el supuesto "fenomeno ovni", o lo que no es en gran parte: un fenómeno natural. Es un fenómeno fuertemente influido por los deseos y las expectativas de los seres humanos. No hay ningún fenómeno en la naturaleza que dependa o tenga en cuenta la psicología humana para manifestarse. En la subcultura ovni sabemos de épocas, como los años setenta del siglo XX, en los que la prensa se ocupaba casi a diario de este tema y los telediarios divulgaban noticias al respecto, algo impensable hoy en día. El público estaba atento y expectante, y era mucho más probable que fenómenos astronómicos como el planeta Venus o grandes estrellas fugaces fuesen tomadas por fenómenos extraños o "no identificados", algo que ha ocurrido en innumerables ocasiones; no en vano, el planeta Venus es conocido como "la reina de los ovnis" (véase el blog Misterios del aire, de Juan Carlos Victorio).
--Usted habla de 'olas', de 'epidemias' cíclicas de ovnis: ¿qué mecanismos activan estas 'olas'?
Como he dicho, su activación está estrechamente relacionada con la publicidad que la creencia en los ovnis recibe en los medios de comunicación. Normalmente aparece un caso relevante –explicado o no- que actúa como detonante, cuyo seguimiento produce una avalancha de nuevas denuncias por parte de personas que han estado atentas y sensibilizadas a las cosas que se ven en el cielo (aviones, planetas que salen y se ponen, estrellas fugaces esporádicas, fenómenos de refracción de la luz en la atmósfera, etc.) o bien luces en la lejanía que pueden ser cualquier cosa: casas, automóviles, barcas de pescadores, aeronaves aterrizando, lanzamientos balísticos iluminados por la luz solar, reentradas de chatarra espacial, entre otras muchas posibilidades.
--¿Y la prensa? ¿Cuál es su papel en este embrollo?
Es fundamental. La prensa creó el fenómeno, lo distribuyó, lo cuidó y alimentó, y hace que flaquee en determinadas épocas, cuando el interés social se satura, como en la actualidad y desde finales de siglo. Sigue habiendo, no obstante un nivel basal de actividad y observaciones, pero muy inferior al de épocas de "oleada". Ocurre como en las modas.
--¿Por qué verdes? ¿Por qué con antenas? ¿Por qué humanoides?
Quizá porque cada testigo interpreta lo que ve a su manera. El testimonio humano no es válido como prueba. Si incluso a la hora de informar de un accidente de tráfico diferentes testigos, incluso los no implicados, no se ponen de acuerdo sobre cómo ocurrieron los hechos, menos debemos confiar en la palabra de quien asegura haber visto un extraterrestre paseándose por el campo o a bordo de una nave interplanetaria. Pero no porque mientan, sino porque nuestro cerebro reconstruye las percepciones, las altera, las adorna e interpreta, influido, además, por la cultura popular de los platillos volantes (imágenes, películas, divulgación acrítica y crédula, etc.). Al final, lo que queda en nuestra memoria es muy distinto de lo que percibimos realmente. Realmente las tipologías de los "extraterrestres" son múltiples, como ha puesto de manifiesto Luis R. González, colaborador de la Fundación Íkaros, una fundación dedicada a la conservación del patrimonio cultural español relacionado con la mitología ufológica con sede en Santander. Se han visto seres enanos, de estatura normal y gigantes, con intenciones agresivas y pacíficas o indiferentes, recolectores de plantas y raptores de personas para llevárselas a su nave (abduciones). Estos últimos suelen ser de color gris, y casi todos antropomorfos o humanoides. Pero también tenemos ejemplares más raros: con forma de murciélago o de búho gigante, monstruos peludos achaparrados, de contornos geométricos, sin cabeza... La fauna ET es muy variada, a gusto del consumidor, lo que hace que la Tierra sea el ombligo del Universo, sin duda; ¿o no?
--¿Qué interés podría tener una supuesta civilización extraterrestre por nosotros?
Probablemente el mismo que nosotros por ellos. O no. Quizá, si es que existe alguna, no tengan el más mínimo interés en saber de otras civilizaciones. No es necesario que lo que nosotros experimentamos como interés sea sentido por otros seres o civilizaciones. Quizá sean piratas y estén buscando otros planetas para colonizarlos, exterminar a sus habitantes, llevarse las materias primas que consideren útiles y seguir su viaje interestelar. Quizá pasen de largo porque no les interese establecer contacto, de la misma forma que a la mayoría de los seres humanos no les interesa comprender el lenguaje que se establece en el interior de los hormigueros o colmenas entre las diferentes castas de individuos. Otros piensan que esas entidades son una especie de evangelizadores cósmicos que llevan la buena nueva de la evolución espiritual a las razas menos evolucionadas, al igual que ocurre en nuestro planeta con las religiones históricas, algunas de las cuales parecen necesitar el convertir al mayor número de humanos a su credo. La historia cobra así sentido: el sentido único y el deseo de homogeneizar a las comunidades terrestres es trasplantado al universo.
--¿Dónde está Ovnilandia?
En la cabeza de quienes creen que nos visitan extraterrestres y que viajan a bordo de naves interplanetarias. Éste es el núcleo de la creencia, prácticamente inamovible, transmitido de generación en generación mediante memes, piezas mínimas de información cultural que vuelan de cerebro en cerebro con el apoyo de los medios de comunicación, de los publicistas de los misterios de todo a cien, de los investigadores disfrazados de Indiana Jones y de la amplia presencia en Internet de especulaciones absurdas y ridículas, como los reptilianos, las confabulaciones entre los ejércitos y los extraterrestres, los círculos de las cosechas y otras historias producto de mentes recalentadas, con nula capacidad crítica o, al mismo tiempo, con evidentes intereses económicos por contagiar a la mayor cantidad de aficionados con estos virus absurdos para que consuman tales productos, casi siempre acogidos favorablemente por empresas privadas de comunicación.
--Se han desenmascarado muchos fraudes relacionados con fotografías y vídeos trucados, con montajes de todo tipo y condición: ¿no influyen estas constataciones a la hora de deshinchar la creencia?
Es probable que hayan servido para que algunas personas recapacitaran si tenían intención de divugar un fraude de este tipo con la intención de vender unas instantáneas fotográficas o la filmación de la luz de una farola desenfocada. Hoy en día es mucho más fácil para los analistas fotográficos descubrir un amaño o explicar la auténtica naturaleza de una luz que un fotógrado aficionado o un cámara profesional, incluso, no fueron capaces de identificar correctamente. El 90 ó el 95% de las imágenes de presuntos ovnis son vergonzosas, simples puntos de luz con fondo negro, descarados fraudes o fenómenos claramente identificables como los espectaculares lanzamientos de misiles norteamericanos Poseidon observados y fotografiados desde las Islas Canarias en los años setenta del pasado siglo. Todavía hay quien se refiere a estas instantáneas como "ovnis", de la misma forma que hay quien sostiene que la Tierra es el centro del universo y que el Sol gira a nuestro alrededor.
--¿Qué opina de la petición recientemente emanada de la revista Philosophical Transactions de la Royal Society en el sentido de reclamar a la ONU un grupo de trabajo dedicado a "asuntos extraterrestres" con capacidad para elaborar un plan a seguir en caso de contacto? Dicen que nos tendríamos que "preparar para lo peor", en caso de que llegaran a la Tierra formas de vida extraterrestre...
Es muy interesante, pero, en realidad, esta petición no tiene relación alguna con el mito de los ovnis. Para los auténticos científicos, no para quienes pretenden hacerse pasar por tales en los medios de comunicación, los ovnis no tienen relación con la vida extraterrestre más que en su aspecto cultural y mítico. Los astrobiólogos no están interesados en los ovnis porque no los necesitan. Las sondas de exploración espacial a otros planetas y satélites no van a buscar ciudades alienígenas ni señales inteligentes, sino indicios de vida microscópica, restos fósiles de la misma o marcadores atmosféricos de la presencia de vida. El folclore de los platillos volantes y todas sus ramificaciones es un tema totalmente distinto, es una creación cultural. Si algún día llega a descubrirse vida alienígena serán los científicos quienes se ocupen de estudiar el hallazo (quizá el más importante en la historia de la humanidad), no una lamentable colección de pseudo-periodistas hábiles sólo para cultivar las ideas preconcebidas de los creyentes. La NASA estudia protocolos de contacto con seres alienígeneas (que no tiene por qué ser cara a cara, o lo que tengan por cara, sino en forma de señales de radio u otras de indudable origen inteligente) desde hace décadas. Eso no quiere decir que el contacto se vaya a producir; quizá no se produzca jamás. Pero como es una posibilidad, en principio muy pequeña, debe ser considerada y prevista en sus consecuencias más probables. Quizá la ausencia de contacto, sea del tipo que sea, es un auténtico indicio de la inexistencia de seres extraterrestres. Tal vez, en caso contrario, y dada la presupuesta convergencia evolutiva, debamos prepararnos para lo peor: entidades malvadas como las que aparecen en los videojuegos de éxito. ¿Qué ocurrirá, una conferencia de paz cósmica, un proceso de esclavitud mundial como en El planeta de los simios o una guerra total como en Starship troopers? De momento, juguemos con nuestra imaginación, pero que no se aprovechen de ella.
Odio la fanfarronería, odio la impostura, odio la superstición, odio la mentira y odio toda clase de tipos miserables y embaucadores, que son muchísimos, como sabes. Luciano de Samósata (s. II)
jueves, febrero 24, 2011
miércoles, febrero 23, 2011
Reportaje más entrevista en El Temps
martes, febrero 22, 2011
Paco Padrón se encontró -o tropezó- con Luis Miravitlles
Revisando artículos antiguos del fallecido Francisco Padrón, presunto ufólogo y ocultista que pegó a todos los palos posibles del más allá, me encuentro con una divertida anécdota relacionada con el divulgador científico Luis Miravitlles. Al parecer, ambos coincidieron en una ocasión invitados en un programa de televisión de TV-2 en Barcelona, “La Nit Bruixa”, para hablar de cosas raras y muy misteriosas. Entre los invitados se encontraba también una grafóloga. Por la anécdota que cuenta Padrón, Miravitlles actuó cual Johnny Carson o Randi con el prestidigitador Geller. Veamos qué dice Padrón de la anécdota:
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También quiero destacar el hecho, para mí incalificable, por parte de un representante de la ciencia, en el programa de TV-2 “La Nit Bruixa”, en Barcelona. Después de mi intervención fue entrevistada una conocida grafóloga catalana, Rosita Torrens. A continuación Luis Miravitlles asumió el papel de inquisidor de la ciencia. Nada que argumentar en contra, pero sí en el momento en que dicho señor la [sic] entrega, en un papel, el registro de su firma para que Rosita haga un rápido estudio grafológico. Después Miravitlles, aclara que le había cambiado el papel por otro donde figuraba otra firma, concretamente la de la presentadora del programa. Estimo que aquello fue una burda representación, una farsa, una mentira, un acto indigno de un supuesto representante de la ciencia
Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife), 13 de agosto de 1989.
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¿Inquisidor de la ciencia? Si esta estupidez les parece poco la de "supuesto representante de la ciencia" tampoco se queda atrás. Basta ver qué cuenta la Wikipedia de Luis Miravitlles. Supongo que a Padrón no se le ocurrió informarse del currículum de quien puso en evidencia a la grafóloga y a sus propias creencias, de paso.
Quizá valdría la pena rescatar ese programa de televisión en el que Miravitlles desenmascaró a la citada cuentista (porque eso fue lo que debió ocurrir, a tenor de la reacción indignada de Padrón). En mi opinión, se trató de una deliciosa manera de romper un más que probable escenario de autocomplacencia y de pavoneo acrítico en pro de las facultades psi y otros rumores la subcultura creyente. Seguramente a Miravitlles, para proceder de tal forma, no le hizo falta haber leído a James Randi, pero sí fue muestra de un interés por poner a prueba a la semi-bruja de la grafología y, potencialmente, a cualquiera que pretendiese tener facultades o poderes psi.
Para quienes no recuerden a Luis Miravitlles, aquí pego el único fragmento que se puede hallar en Youtube.
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También quiero destacar el hecho, para mí incalificable, por parte de un representante de la ciencia, en el programa de TV-2 “La Nit Bruixa”, en Barcelona. Después de mi intervención fue entrevistada una conocida grafóloga catalana, Rosita Torrens. A continuación Luis Miravitlles asumió el papel de inquisidor de la ciencia. Nada que argumentar en contra, pero sí en el momento en que dicho señor la [sic] entrega, en un papel, el registro de su firma para que Rosita haga un rápido estudio grafológico. Después Miravitlles, aclara que le había cambiado el papel por otro donde figuraba otra firma, concretamente la de la presentadora del programa. Estimo que aquello fue una burda representación, una farsa, una mentira, un acto indigno de un supuesto representante de la ciencia
Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife), 13 de agosto de 1989.
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¿Inquisidor de la ciencia? Si esta estupidez les parece poco la de "supuesto representante de la ciencia" tampoco se queda atrás. Basta ver qué cuenta la Wikipedia de Luis Miravitlles. Supongo que a Padrón no se le ocurrió informarse del currículum de quien puso en evidencia a la grafóloga y a sus propias creencias, de paso.
Quizá valdría la pena rescatar ese programa de televisión en el que Miravitlles desenmascaró a la citada cuentista (porque eso fue lo que debió ocurrir, a tenor de la reacción indignada de Padrón). En mi opinión, se trató de una deliciosa manera de romper un más que probable escenario de autocomplacencia y de pavoneo acrítico en pro de las facultades psi y otros rumores la subcultura creyente. Seguramente a Miravitlles, para proceder de tal forma, no le hizo falta haber leído a James Randi, pero sí fue muestra de un interés por poner a prueba a la semi-bruja de la grafología y, potencialmente, a cualquiera que pretendiese tener facultades o poderes psi.
Para quienes no recuerden a Luis Miravitlles, aquí pego el único fragmento que se puede hallar en Youtube.
martes, febrero 08, 2011
La Nave de los Locos
Sergio Sánchez y Diego Zúñiga son ufólogos, exufólogos o neo-ufólogos, como el lector prefiera, toda vez que se cansaron un poco del mundillo de los platillos y sus personajes principales, gente, en su mayoría, de traca, es decir, de la cultura de todo a cien del misterio. Volvieron hace algunos meses (La Nave de los Locos, nº 37, agosto 2010), y me parece muy bien, porque tienen una manía funesta para los creyentes y quienes los alimentan, que es pensar, pensar en uno de sus objetos de interés: el mito ufológico. Esta perversión les lleva a no tragarse los sapos que otros se tragan enteritos o medio masticados, y a rehuir la propaganda infumable, pan de cada día en Ovnilandia. Lo demuestran los citados en los artículos con los que se abre este número de La Nave. Y ya que están, lean también el tercero y el cuarto, ambos de John Rimmer. Y el de Borraz. Y la entrevista a Ignacio Cabria…

Lean también el comentario que Luis Alfonso Gámez escribió sobre este número de La Nave, que les informa de algunos de sus contenidos, entre ellos una reseña firmada por Sergio Sánchez de mi librito Los ovnis ¡vaya timo! .
En su entrada, Gámez comenta:
Me pasa como a Diego Zúñiga: para mí, la ufología murió cuando enloqueció más allá del límite, cuando a las increíbles abducciones les sucedieron los encuentros sexuales, las conspiraciones para matar a Kennedy, los platillos estrellados por doquier, las sondas anales....
Cabría preguntarse si esa lógica repugnancia por tales derivaciones de la ufología, más allá de la tradicional curiosidad con afán científico que una pequeña parte de los interesados (los recopiladores, evaluadores y explicadores de casuística), no tiene en cuenta que la ufología es, precisamente, todo eso; o mejor dicho, que era previsible que acabase convirtiéndose en todo eso. No le recrimino ni a Gámez ni a nadie no haber previsto esa transformación de la ufología en un manicomio de contactados, abducidos y conspiranoicos desequilibrados… ¿O sí? No sé, quizá deberíamos haber imaginado un escenario así porque tal situación era auténticamente previsible: si nunca contamos con una sola prueba válida de que la esencia del supuesto misterio consistiese en lo que nos vendían los periodistas disfrazados de Indiana Jones y la propia creencia, por tal motivo, no se extinguía, esta situación era un poderoso indicio indirecto de que nos hallábamos ante una especie de religión de fanáticos bajo el ropaje del buen rollo, el cambio de conciencia y el desfile carnavalesco de pseudo-investigadores que se presentaban disfrazados de San Jorge después de haber aniquilado al dragón del secreto oficial. Y lo más importante de todo: que este escenario de frikismo general platillista era y es lo normal, que no era razonable esperar otra cosa, y que los críticos y los auténticos interesados racionales son, como he comentado unas pocas veces entre amigos y cervezas en algún bar escéptico lagunero, los auténticos raros, los extraños, los que se salen de la norma, la minoría, los realmente frikis, al igual que el pensamiento crítico y la cultura de verdad es una frikada en una sociedad donde se promociona el paletismo, la igualación de todas las opiniones por lo bajo, donde Cuarto milenio pasa por ser un ejemplo de divulgación científico-cutural (¡cágate, lorito!) y donde Planeta encantado se emitió dos veces por la tele pública sin repartir primero mascarillas anti-contaminación a los televidentes. (A Mourinho no me lo toquen: adoro a ese tipo, en serio, por si alguien está pensando en él al leer algunos ejemplos del mundo-basura de los medios de comunicación).
La Nave de los Locos pasa factura al mundo de los platillos en los artículos que cité al principio. Lo bueno es que tiene intención de seguir haciéndolo una vez al año.
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Sergio Sánchez y Diego Zúñiga (Ed.): La Nave de los Locos, nº 37, Santiago de Chile, agosto de 2010. 175 páginas. 11,16 euros.

Lean también el comentario que Luis Alfonso Gámez escribió sobre este número de La Nave, que les informa de algunos de sus contenidos, entre ellos una reseña firmada por Sergio Sánchez de mi librito Los ovnis ¡vaya timo! .
En su entrada, Gámez comenta:
Me pasa como a Diego Zúñiga: para mí, la ufología murió cuando enloqueció más allá del límite, cuando a las increíbles abducciones les sucedieron los encuentros sexuales, las conspiraciones para matar a Kennedy, los platillos estrellados por doquier, las sondas anales....
Cabría preguntarse si esa lógica repugnancia por tales derivaciones de la ufología, más allá de la tradicional curiosidad con afán científico que una pequeña parte de los interesados (los recopiladores, evaluadores y explicadores de casuística), no tiene en cuenta que la ufología es, precisamente, todo eso; o mejor dicho, que era previsible que acabase convirtiéndose en todo eso. No le recrimino ni a Gámez ni a nadie no haber previsto esa transformación de la ufología en un manicomio de contactados, abducidos y conspiranoicos desequilibrados… ¿O sí? No sé, quizá deberíamos haber imaginado un escenario así porque tal situación era auténticamente previsible: si nunca contamos con una sola prueba válida de que la esencia del supuesto misterio consistiese en lo que nos vendían los periodistas disfrazados de Indiana Jones y la propia creencia, por tal motivo, no se extinguía, esta situación era un poderoso indicio indirecto de que nos hallábamos ante una especie de religión de fanáticos bajo el ropaje del buen rollo, el cambio de conciencia y el desfile carnavalesco de pseudo-investigadores que se presentaban disfrazados de San Jorge después de haber aniquilado al dragón del secreto oficial. Y lo más importante de todo: que este escenario de frikismo general platillista era y es lo normal, que no era razonable esperar otra cosa, y que los críticos y los auténticos interesados racionales son, como he comentado unas pocas veces entre amigos y cervezas en algún bar escéptico lagunero, los auténticos raros, los extraños, los que se salen de la norma, la minoría, los realmente frikis, al igual que el pensamiento crítico y la cultura de verdad es una frikada en una sociedad donde se promociona el paletismo, la igualación de todas las opiniones por lo bajo, donde Cuarto milenio pasa por ser un ejemplo de divulgación científico-cutural (¡cágate, lorito!) y donde Planeta encantado se emitió dos veces por la tele pública sin repartir primero mascarillas anti-contaminación a los televidentes. (A Mourinho no me lo toquen: adoro a ese tipo, en serio, por si alguien está pensando en él al leer algunos ejemplos del mundo-basura de los medios de comunicación).
La Nave de los Locos pasa factura al mundo de los platillos en los artículos que cité al principio. Lo bueno es que tiene intención de seguir haciéndolo una vez al año.
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Sergio Sánchez y Diego Zúñiga (Ed.): La Nave de los Locos, nº 37, Santiago de Chile, agosto de 2010. 175 páginas. 11,16 euros.
viernes, diciembre 31, 2010
Escépticos
jueves, diciembre 16, 2010
¿Dónde están los extraterrestres?
Publicado hoy en Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife), suplemento Principia (también en este enlace).

Indiferencia (y prescindencia) de la criptozoología (XXIII)
Demuestran la inutilidad de la criptozoología. En este enlace.
miércoles, diciembre 08, 2010
Indiferencia (y prescindencia) de la criptozoología (XXII)
Ningún criptozoólogo entró en la cueva. Ni falta que hacía. En este enlace.
jueves, noviembre 11, 2010
Misterios a porrillo
miércoles, noviembre 10, 2010
Artículo en AstronomíA y entrevista en esRadio Las Pamas
La revista AstronomíA publica en su nuevo número, 137 (noviembre 2010), un artículo del que soy autor. Lleva por título El mito de los ovnis como herramienta para explicar astronomía básica. En él recojo algunos populares episodios en los que el planeta Venus o un bólido fue el auténtico protagonista de la observación "extraña", por muy super-pilotos de aeronave que fueran los testigos.

De paso, les dejo el enlace a una entrevista que me hicieron sobre el Curso Ciencia y pseudociencias 2010 para una radio de Las Palmas de Gran Canaria.

De paso, les dejo el enlace a una entrevista que me hicieron sobre el Curso Ciencia y pseudociencias 2010 para una radio de Las Palmas de Gran Canaria.
miércoles, octubre 06, 2010
Indiferencia (y prescindencia) de la criptozoología (XXI)
En este enlace. La criptozoología, mientras, buscando dragones.
viernes, septiembre 24, 2010
Carl Sagan y los platillos volantes
[Publicado originalmente en Circular Escéptica, 12].
Alguien debería hallar alguna relación entre la ufología y la criptozoología… ¡Ya lo tengo!: los ovnis son una serpiente de verano. Bueno, sí, es una tontería. Me debo haber contagiado del que se hizo eco hace poco que Carl Sagan le había confesado en secreto secretísimo a J. A. Hynek que creía que los ovnis eran naves extraterrestres tripuladas por marcianitos pero que no lo podía decir en público porque vendría a llevárselo el hombre del saco, o algo parecido.
Es que hay que tener unas tragaderas como las de un rorcual azul para creerse semejante disparate, más viniendo de una fuente exopolítica, un sarao internacional mitad circo mitad manicomio.
Pero claro, al tener la mente abierta es más probable que te apuntes al carro de intentar arrimar a Carl Sagan a las ideacas platillistas, visto su prestigio y su interés por la vida extraterrestre. Sagan es plato apetecible para los cultivadores menos racionales de la ufología. Hace dos años un grupo brasileño de creyentes trató de apropiarse del nombre del astrofísico para legitimar sus correrías tras los platillos volantes amparados bajo tan popular nombre. Afortunadamente, tal absurdo no prosperó, pero lo cambiaron por Galileo Galilei, el santo patrón de todos los chiflados que aspiran a dar un vuelco a la ciencia contemporánea amparándose en sus manías personales. Y no hace mucho, en un programa nocturno y dominguero de paranormalidades y otros desperdicios culturales nos presentaron a Sagan como inspirador del presentador de semejante embrollo. Sí, ya sé que es risa, pero así de cínico y desvergonzado es el patio de los misterios mediáticos.
En el mundo del negocio del misterio, de la figuración y de la pérdida de tiempo con pseudos-descubrimientos ridículos (me viene ahora a la mente la disparatada monserga ocultista de los restos nazi-atlanteos-profético-2012 en Lanzarote: visiten este enlace y este y pásmense) hay una permanente tensión, nunca resuelta, entre el apego a la ciencia, a su prestigio, y la crítica a la misma, normalmente calumniosa en este sector del mercado de los misterios. Y cuando digo a la ciencia me refiero a los científicos, que son los que hacen ciencia, porque ésta no se hace sola.
El apego a la ciencia se concreta entre quienes desde el siglo XIX vienen usando de conceptos científicos para legitimar las más variadas ocurrencias, desde el contacto con entidades desencarnadas en el más allá mediante tecnologías variadas a la indiscriminada utilización de conceptos de la física cuántica para sustentar disparates como el cambio de conciencia o la memoria del agua pasando por los criptozoólogos, que anteponen sus creencias en bichos inexistentes a la base teórica, los métodos y procedimientos de la biología. También podemos citar, por ejemplo, el uso que algunos programas televisivos y radiofónicos de misterios hacen de científicos invitándolos a participar, con los que se intenta dar una pátina se rigor al resto de barbaridades que son las que, en último término, dan la nota en tales programas. ¿No pretendió un popular programa de televisión hace años vender una alerta ovni con el concurso de diversos museos de la ciencia y planetarios españoles? (también en este enlace). Afortunadamente la jugada platillista les salió mal. Y otro ejemplo es, precisamente, la falsa atribución a Sagan de su creencia en los platillos volantes u ovnis como naves espaciales con señores inteligentes a bordo.
Pero, ¿qué pensaba realmente Sagan del mito de los platillos volantes? Porque, como suele ocurrir, una cosa es lo que sale publicado en revistas mensuales alucinógenas y otra la realidad. ¿De verdad usted, lector, se puede creer que un crítico de circo mundial de los platillos volantes (entre otras muchas cosas producto de la imaginación humana) confesara en la intimidad –en la intimidad del descanso de un programa televisivo a otro invitado, Hynek- que realmente creía que nos visitaban seres extraterrestres a bordo de naves interplanetarias? Seguimos, por otro lado, perpetuando la interesada confusión entre ovnis y naves extraterrestres. Lo que ocurre es que en los ovnis no hay que creer: hay miles de testimonios; y eso son los ovnis: testimonios y relatos sobre fenómenos u objetos que un testigo o un grupo de personas no pudo identificar adecuadamente. Otra cosa es, por tanto, lo que realmente sean esos ovnis en último término. Pero para estos periodistillas del misterio tales disquisiciones no son más que piedrecitas en el camino que habitualmente transitan, pavimentado de sobreentendidos, retórica populachera, credulidad, ignorancia del interesado medio, afán de figuración y utilización, a discreción, de los propios científicos para que te pongan una sonrisa de compromiso desconocedores de la auténtica y esencial patraña que se desarrolla en tales escenarios alternativos, misteriosos y mentalmente abiertos. En un teatrillo de marionetas clásico hay más dignidad que en toda una serie de programas del mundo del más allá mediático.
Sagan fue cofundador en 1976 del actual CSI , y, como indica Manuel Borraz, siempre consideró que la búsqueda de inteligencias extraterrestres es uno de los más trascendentales desafíos científicos, pero opinaba que no hay pruebas de que estemos siendo visitados. Para él, la respuesta no la iban a aportar los ovnis sino las sondas de exploración espacial y la radioastronomía (en Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo. En: Vida en el universo, Del mito a la ciencia. Ricardo Campo (ed.), Fundación Anomalía, Santander, 2008, p. 48). Borraz toma esta cita de Sagan, Carl, 1972, The Extraterrestrial an Other Hypotheses, en UFO´s. A Scientific Debate. Carl Sagan and Thornton Page, Ithaca and London: Cornell University Press, p. 274.
He seleccionado algunas citas de El mundo y sus demonios (Planeta, Barcelona, 1997) en las que queda bien claro cuál era la opinión de Sagan sobre los platillos volantes:
Lentamente me fui dando cuenta de que, existiendo la falibilidad humana, podría haber otras explicaciones para los platillos volantes (…) Todo depende de la prueba. En una cuestión tan importante [la igualación ovnis-extraterrestres], la prueba debe ser irrecusable. Cuanto más deseamos que algo sea verdad, más cuidadosos hemos de ser. No sirve la palabra de ningún testigo. Todo el mundo comete errores. Todo el mundo hace bromas. Todo el mundo fuerza la verdad para ganar dinero, atención o fama. Todo el mundo entiende mal en ocasiones lo que ve. A veces incluso ven cosas que no están (p. 88).
La mayoría de la gente contaba lo que había visto con toda sinceridad, pero lo que veían eran fenómenos naturales, si bien poco habituales. Algunos avistamientos de ovnis resultaron ser aeronaves poco convencionales, aeronaves convencionales con modelos de iluminación poco usuales, globos de gran altitud, insectos luminiscentes, planetas vistos bajo condiciones atmosféricas inusuales, espejismos ópticos y nubes lenticulares, rayos en bola, parhelios, meteoros, incluyendo bólidos verdes, y satélites, morros de cohetes y motores de propulsión de cohetes entrando en la atmósfera de modo espectacular (p. 89).
Una vez eliminados de la serie de datos los fenómenos naturales, los engaños y aberraciones psicológicas, ¿queda algún residuo de casos muy creíbles pero extremadamente raros, sobre todo casos sustentados por pruebas físicas? ¿Hay una señal oculta en todo este alboroto? Desde mi punto de vista, no se ha detectado ninguna. Hay casos de los que se informa con fiabilidad que no son raros, y casos raros que no son fiables. No hay ningún caso –a pesar de más de un millón de denuncias de ovnis desde 1947- en que la declaración de algo extraño que sólo puede ser una aeronave espacial sea tan fidedigna que permita excluir con seguridad una mala interpretación, tergiversación o alucinación. Todavía hay una parte de mí que dice: qué lástima (p. 99).
A principios de la década de los sesenta argumenté que las historias de ovnis se acuñaban principalmente para satisfacer anhelos religiosos. En una época en que la ciencia ha complicado la adhesión acrítica a antiguas religiones, se presenta una alternativa a la hipótesis de Dios: los dioses y demonios de la antigüedad, con el disfraz de la jerga científica y la ‘explicación’ de sus inmensos poderes con terminología superficialmente científica, bajan del cielo para atormentarnos, ofrecernos visiones proféticas y tentarnos con visiones de un futuro de esperanza: una religión misteriosa naciente de la era espacial (p. 151).
Un razonamiento similar al de esta última cita puede hallarse en Sagan, Carl, 1972, The Extraterrestrial an Other Hypotheses, en UFO´s. A Scientific Debate. Carl Sagan and Thornton Page, Ithaca and London: Cornell University Press, p. 272.
¿Queda claro ahora lo que realmente pensaba Sagan del mito de los platillos volantes, yendo directamente a la fuente en lugar de hacerse uno eco de la parida surgida de una mente exopolítica?
Pero, ¿se puede esperar otra cosa de un aficionado a los misterios como José Gregorio González que, por ejemplo, reconoce que los más famosos ovnis canarios de los setenta fueron misiles pero que hubo algo más? ¿Algo más de qué? ¿Una nave extraterrestre de Alfa Centauro camuflada en las estelas de los misiles? ¿Una pelota de gofio amasado? Es el mismo que se tragó que un accidente doméstico en una localidad tinerfeña fue una combustión espontánea. O que hizo el ridículo paseándose por el Museo de Historia y Antropología de La Laguna contando el bulo del fantasma de la inexistente Catalina de Lercaro. Y el alma de Tacande, y el Chupacabras de Taco y… La lista es interminable.
Pero aquí el que no se consuela es porque no quiere: aquí tienen la auténtica prueba de que hay extrañas máquinas volando por los cielos.
Alguien debería hallar alguna relación entre la ufología y la criptozoología… ¡Ya lo tengo!: los ovnis son una serpiente de verano. Bueno, sí, es una tontería. Me debo haber contagiado del que se hizo eco hace poco que Carl Sagan le había confesado en secreto secretísimo a J. A. Hynek que creía que los ovnis eran naves extraterrestres tripuladas por marcianitos pero que no lo podía decir en público porque vendría a llevárselo el hombre del saco, o algo parecido.
Es que hay que tener unas tragaderas como las de un rorcual azul para creerse semejante disparate, más viniendo de una fuente exopolítica, un sarao internacional mitad circo mitad manicomio.
Pero claro, al tener la mente abierta es más probable que te apuntes al carro de intentar arrimar a Carl Sagan a las ideacas platillistas, visto su prestigio y su interés por la vida extraterrestre. Sagan es plato apetecible para los cultivadores menos racionales de la ufología. Hace dos años un grupo brasileño de creyentes trató de apropiarse del nombre del astrofísico para legitimar sus correrías tras los platillos volantes amparados bajo tan popular nombre. Afortunadamente, tal absurdo no prosperó, pero lo cambiaron por Galileo Galilei, el santo patrón de todos los chiflados que aspiran a dar un vuelco a la ciencia contemporánea amparándose en sus manías personales. Y no hace mucho, en un programa nocturno y dominguero de paranormalidades y otros desperdicios culturales nos presentaron a Sagan como inspirador del presentador de semejante embrollo. Sí, ya sé que es risa, pero así de cínico y desvergonzado es el patio de los misterios mediáticos.
En el mundo del negocio del misterio, de la figuración y de la pérdida de tiempo con pseudos-descubrimientos ridículos (me viene ahora a la mente la disparatada monserga ocultista de los restos nazi-atlanteos-profético-2012 en Lanzarote: visiten este enlace y este y pásmense) hay una permanente tensión, nunca resuelta, entre el apego a la ciencia, a su prestigio, y la crítica a la misma, normalmente calumniosa en este sector del mercado de los misterios. Y cuando digo a la ciencia me refiero a los científicos, que son los que hacen ciencia, porque ésta no se hace sola.
El apego a la ciencia se concreta entre quienes desde el siglo XIX vienen usando de conceptos científicos para legitimar las más variadas ocurrencias, desde el contacto con entidades desencarnadas en el más allá mediante tecnologías variadas a la indiscriminada utilización de conceptos de la física cuántica para sustentar disparates como el cambio de conciencia o la memoria del agua pasando por los criptozoólogos, que anteponen sus creencias en bichos inexistentes a la base teórica, los métodos y procedimientos de la biología. También podemos citar, por ejemplo, el uso que algunos programas televisivos y radiofónicos de misterios hacen de científicos invitándolos a participar, con los que se intenta dar una pátina se rigor al resto de barbaridades que son las que, en último término, dan la nota en tales programas. ¿No pretendió un popular programa de televisión hace años vender una alerta ovni con el concurso de diversos museos de la ciencia y planetarios españoles? (también en este enlace). Afortunadamente la jugada platillista les salió mal. Y otro ejemplo es, precisamente, la falsa atribución a Sagan de su creencia en los platillos volantes u ovnis como naves espaciales con señores inteligentes a bordo.
Pero, ¿qué pensaba realmente Sagan del mito de los platillos volantes? Porque, como suele ocurrir, una cosa es lo que sale publicado en revistas mensuales alucinógenas y otra la realidad. ¿De verdad usted, lector, se puede creer que un crítico de circo mundial de los platillos volantes (entre otras muchas cosas producto de la imaginación humana) confesara en la intimidad –en la intimidad del descanso de un programa televisivo a otro invitado, Hynek- que realmente creía que nos visitaban seres extraterrestres a bordo de naves interplanetarias? Seguimos, por otro lado, perpetuando la interesada confusión entre ovnis y naves extraterrestres. Lo que ocurre es que en los ovnis no hay que creer: hay miles de testimonios; y eso son los ovnis: testimonios y relatos sobre fenómenos u objetos que un testigo o un grupo de personas no pudo identificar adecuadamente. Otra cosa es, por tanto, lo que realmente sean esos ovnis en último término. Pero para estos periodistillas del misterio tales disquisiciones no son más que piedrecitas en el camino que habitualmente transitan, pavimentado de sobreentendidos, retórica populachera, credulidad, ignorancia del interesado medio, afán de figuración y utilización, a discreción, de los propios científicos para que te pongan una sonrisa de compromiso desconocedores de la auténtica y esencial patraña que se desarrolla en tales escenarios alternativos, misteriosos y mentalmente abiertos. En un teatrillo de marionetas clásico hay más dignidad que en toda una serie de programas del mundo del más allá mediático.
Sagan fue cofundador en 1976 del actual CSI , y, como indica Manuel Borraz, siempre consideró que la búsqueda de inteligencias extraterrestres es uno de los más trascendentales desafíos científicos, pero opinaba que no hay pruebas de que estemos siendo visitados. Para él, la respuesta no la iban a aportar los ovnis sino las sondas de exploración espacial y la radioastronomía (en Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo. En: Vida en el universo, Del mito a la ciencia. Ricardo Campo (ed.), Fundación Anomalía, Santander, 2008, p. 48). Borraz toma esta cita de Sagan, Carl, 1972, The Extraterrestrial an Other Hypotheses, en UFO´s. A Scientific Debate. Carl Sagan and Thornton Page, Ithaca and London: Cornell University Press, p. 274.
He seleccionado algunas citas de El mundo y sus demonios (Planeta, Barcelona, 1997) en las que queda bien claro cuál era la opinión de Sagan sobre los platillos volantes:
Lentamente me fui dando cuenta de que, existiendo la falibilidad humana, podría haber otras explicaciones para los platillos volantes (…) Todo depende de la prueba. En una cuestión tan importante [la igualación ovnis-extraterrestres], la prueba debe ser irrecusable. Cuanto más deseamos que algo sea verdad, más cuidadosos hemos de ser. No sirve la palabra de ningún testigo. Todo el mundo comete errores. Todo el mundo hace bromas. Todo el mundo fuerza la verdad para ganar dinero, atención o fama. Todo el mundo entiende mal en ocasiones lo que ve. A veces incluso ven cosas que no están (p. 88).
La mayoría de la gente contaba lo que había visto con toda sinceridad, pero lo que veían eran fenómenos naturales, si bien poco habituales. Algunos avistamientos de ovnis resultaron ser aeronaves poco convencionales, aeronaves convencionales con modelos de iluminación poco usuales, globos de gran altitud, insectos luminiscentes, planetas vistos bajo condiciones atmosféricas inusuales, espejismos ópticos y nubes lenticulares, rayos en bola, parhelios, meteoros, incluyendo bólidos verdes, y satélites, morros de cohetes y motores de propulsión de cohetes entrando en la atmósfera de modo espectacular (p. 89).
Una vez eliminados de la serie de datos los fenómenos naturales, los engaños y aberraciones psicológicas, ¿queda algún residuo de casos muy creíbles pero extremadamente raros, sobre todo casos sustentados por pruebas físicas? ¿Hay una señal oculta en todo este alboroto? Desde mi punto de vista, no se ha detectado ninguna. Hay casos de los que se informa con fiabilidad que no son raros, y casos raros que no son fiables. No hay ningún caso –a pesar de más de un millón de denuncias de ovnis desde 1947- en que la declaración de algo extraño que sólo puede ser una aeronave espacial sea tan fidedigna que permita excluir con seguridad una mala interpretación, tergiversación o alucinación. Todavía hay una parte de mí que dice: qué lástima (p. 99).
A principios de la década de los sesenta argumenté que las historias de ovnis se acuñaban principalmente para satisfacer anhelos religiosos. En una época en que la ciencia ha complicado la adhesión acrítica a antiguas religiones, se presenta una alternativa a la hipótesis de Dios: los dioses y demonios de la antigüedad, con el disfraz de la jerga científica y la ‘explicación’ de sus inmensos poderes con terminología superficialmente científica, bajan del cielo para atormentarnos, ofrecernos visiones proféticas y tentarnos con visiones de un futuro de esperanza: una religión misteriosa naciente de la era espacial (p. 151).
Un razonamiento similar al de esta última cita puede hallarse en Sagan, Carl, 1972, The Extraterrestrial an Other Hypotheses, en UFO´s. A Scientific Debate. Carl Sagan and Thornton Page, Ithaca and London: Cornell University Press, p. 272.
¿Queda claro ahora lo que realmente pensaba Sagan del mito de los platillos volantes, yendo directamente a la fuente en lugar de hacerse uno eco de la parida surgida de una mente exopolítica?
Pero, ¿se puede esperar otra cosa de un aficionado a los misterios como José Gregorio González que, por ejemplo, reconoce que los más famosos ovnis canarios de los setenta fueron misiles pero que hubo algo más? ¿Algo más de qué? ¿Una nave extraterrestre de Alfa Centauro camuflada en las estelas de los misiles? ¿Una pelota de gofio amasado? Es el mismo que se tragó que un accidente doméstico en una localidad tinerfeña fue una combustión espontánea. O que hizo el ridículo paseándose por el Museo de Historia y Antropología de La Laguna contando el bulo del fantasma de la inexistente Catalina de Lercaro. Y el alma de Tacande, y el Chupacabras de Taco y… La lista es interminable.
Pero aquí el que no se consuela es porque no quiere: aquí tienen la auténtica prueba de que hay extrañas máquinas volando por los cielos.
sábado, septiembre 18, 2010
Ciencia y pseudociencias 2010
La nueva edición, décima, del Curso de Extensión Universitaria de la Universidad de La Laguna
Ciencia y pseudociencias,
comienza el lunes 27 de septiembre. En la web provisional del Curso tienen el programa completo y una presentación en ppt con la historia del mismo.
Ciencia y pseudociencias,
comienza el lunes 27 de septiembre. En la web provisional del Curso tienen el programa completo y una presentación en ppt con la historia del mismo.

sábado, agosto 28, 2010
Galaxias y centellas paranormalísima
El pasado domingo acudí invitado al programa de radio de Canarias Radio La Autonómica (Santa Cruz de Tenerife) Galaxias y Centellas para hablar de... los ovnis, claro. Vayan al enlace y abajo, en Descárgate el último programa, podrán escucharlo.
lunes, agosto 23, 2010
¿Estamos solos en el Universo?
Vi ayer un interesante reportaje de la Agencia Espacial Europea que lleva por título ¿Estamos solos en el Universo?
Es interesante, y los expertos consultados son gente seria y normal, no patéticos pseudo-ufólogos pseudo-periodistas de los que dan vergüenza ajena. Pero hay algo que no me gusta en el reportaje, o que considero incorrecto: se masca algo que, a lo largo del mismo y al final, con la última frase del comentarista, se hace explícito:
¿Solos o acompañados? Ni la ciencia ni los iluminados tiene por ahora las respuestas.
Parece como si las posibles respuestas de un u otro colectivo fuesen distintas pero simétricas. Y no. Me parece que sólo la ciencia puede llegar a responder esta pregunta, no los iluminados, que no han hecho más que ruido y más ruido en un medio que incluye hipotéticas señales. ¿Pondrían ustedes en pie de igualdad a Swedenborg, con sus visitas guiado por la corte celestial a todos los planetas de nuestro Sistema Solar, todos habitados, claro, y la misión Kepler?
O dicho de otra manera: formalmente, el reportaje está muy bien –en particular las intervenciones de David Clarke- pero debería llevar otro título, un título, el que ustedes quieran, que no incluya las palabras vida y universo. Simplemente eso. Creo, incluso, que un organismo como la ESA no debería producir un reportaje como el que comento. Si acaso, uno en el que dejase bien claro que una cosa es su investigación normal y otra un mito popular que la cultura contemporánea y el sensacionalismo mediático ha ido asociando a aquélla.
Cuando se formula y se responde, a tientas, la pregunta ¿estamos solos en el universo?, los ovnis, los platillos volantes o como queramos llamar a este amasijo informe de relatos, leyendas y miles de imágenes borrosas no pintan nada. Y el que crea lo contrario que aporte las pruebas, pero pruebas pruebas, no afirmaciones que a usted le dé la gana que nos traguemos sin masticar.
Ése es el motivo por el que Neil deGrasse Tyson se toma con humor al principio la pregunta de si cree en ovnis en este vídeo que A. C. Agostinelli acaba de subir a su blog Factor 302.4. Tyson es astrofísico, y su actividad no tiene nada que ver como tal con el mito de los platillos volantes. Hace unos días le recordaba a una periodista que es casi una pregunta obligada cuando entrevistan a un astrofísico en la prensa si cree en los ovnis. Esto, como siempre digo, proporciona información negativa, en el sentido de que nos da pistas sobre una carencia o un sesgo no explícito. En este caso, que esa pregunta sea un lugar común nos habla de las carencias que padece el periodismo general en torno a temas científicos (¿no confundieron astrofísica y astrología hace unos años en El País?). Y si lo queremos interpretar como un sesgo, podemos decir que se trata de una errónea asociación popular, cultural, entre una ciencia y un fenómeno psicosociológico (que éste pueda ser objeto de análisis científico, a años luz de periodismo chapucero medio, es otro tema).
En cualquier caso, las palabras de Tyson son mucho más clarificadoras que la imagen final que el documental de la Agencia Espacial Europea parece dejar en la mente de quien lo visiona.
La forma más baja de evidencia que existe en este mundo es el testimonio visual, dice Tyson. Pues eso, no se puede decir de forma más clara. Todo lo que cuenta Tyson ha sido dicho y repetido hasta la saciedad por todos los críticos del mundo. Vean el vídeo y la estupenda demolición de la falsa creencia en la fiabilidad del testimonio humano:
Es interesante, y los expertos consultados son gente seria y normal, no patéticos pseudo-ufólogos pseudo-periodistas de los que dan vergüenza ajena. Pero hay algo que no me gusta en el reportaje, o que considero incorrecto: se masca algo que, a lo largo del mismo y al final, con la última frase del comentarista, se hace explícito:
¿Solos o acompañados? Ni la ciencia ni los iluminados tiene por ahora las respuestas.
Parece como si las posibles respuestas de un u otro colectivo fuesen distintas pero simétricas. Y no. Me parece que sólo la ciencia puede llegar a responder esta pregunta, no los iluminados, que no han hecho más que ruido y más ruido en un medio que incluye hipotéticas señales. ¿Pondrían ustedes en pie de igualdad a Swedenborg, con sus visitas guiado por la corte celestial a todos los planetas de nuestro Sistema Solar, todos habitados, claro, y la misión Kepler?
O dicho de otra manera: formalmente, el reportaje está muy bien –en particular las intervenciones de David Clarke- pero debería llevar otro título, un título, el que ustedes quieran, que no incluya las palabras vida y universo. Simplemente eso. Creo, incluso, que un organismo como la ESA no debería producir un reportaje como el que comento. Si acaso, uno en el que dejase bien claro que una cosa es su investigación normal y otra un mito popular que la cultura contemporánea y el sensacionalismo mediático ha ido asociando a aquélla.
Cuando se formula y se responde, a tientas, la pregunta ¿estamos solos en el universo?, los ovnis, los platillos volantes o como queramos llamar a este amasijo informe de relatos, leyendas y miles de imágenes borrosas no pintan nada. Y el que crea lo contrario que aporte las pruebas, pero pruebas pruebas, no afirmaciones que a usted le dé la gana que nos traguemos sin masticar.
Ése es el motivo por el que Neil deGrasse Tyson se toma con humor al principio la pregunta de si cree en ovnis en este vídeo que A. C. Agostinelli acaba de subir a su blog Factor 302.4. Tyson es astrofísico, y su actividad no tiene nada que ver como tal con el mito de los platillos volantes. Hace unos días le recordaba a una periodista que es casi una pregunta obligada cuando entrevistan a un astrofísico en la prensa si cree en los ovnis. Esto, como siempre digo, proporciona información negativa, en el sentido de que nos da pistas sobre una carencia o un sesgo no explícito. En este caso, que esa pregunta sea un lugar común nos habla de las carencias que padece el periodismo general en torno a temas científicos (¿no confundieron astrofísica y astrología hace unos años en El País?). Y si lo queremos interpretar como un sesgo, podemos decir que se trata de una errónea asociación popular, cultural, entre una ciencia y un fenómeno psicosociológico (que éste pueda ser objeto de análisis científico, a años luz de periodismo chapucero medio, es otro tema).
En cualquier caso, las palabras de Tyson son mucho más clarificadoras que la imagen final que el documental de la Agencia Espacial Europea parece dejar en la mente de quien lo visiona.
La forma más baja de evidencia que existe en este mundo es el testimonio visual, dice Tyson. Pues eso, no se puede decir de forma más clara. Todo lo que cuenta Tyson ha sido dicho y repetido hasta la saciedad por todos los críticos del mundo. Vean el vídeo y la estupenda demolición de la falsa creencia en la fiabilidad del testimonio humano:
martes, agosto 10, 2010
"El Mundo" y los ovnis en España
He decido posponer el comentario anunciado en la entrada anterior sobre lo que pensaba Carl Sagan sobre los platillos volantes para el próximo número de la Circular Escéptica, el 12, que está en el horno en estos momentos. Una vez publicado, será reproducido aquí.
Es conveniente profundizar sobre esta cuestión -la presunta creencia en marcianitos verdes del astrofísico norteamericano- para que el interesado no se tropiece sólo con la majadería del abierto de mente de turno, uno más de los que han intentado arrimar el ascua de Sagan a su sardina magufa. En otras ocasiones, por el contrario, se ha acusado a Sagan de ser un tergiversador y de estar pagado por los mismos poderes que algunos se imaginan después de haber fumado alguna hierba rara. La cosa es decir gilipolleces, y darte pisto mientras apartas la vergüenza de igual forma que los perros entierran su meada.
Parece que los medios generalistas se asesoran, de vez en cuando, con cierto criterio: véase el especial que El Mundo está dedicando a los ovnis en España. No siempre va a consistir el acercamiento periodístico al mito platillista en una ridícula perpetuación de chorradas acuñadas décadas atrás por periodistas correcaminos.
Es conveniente profundizar sobre esta cuestión -la presunta creencia en marcianitos verdes del astrofísico norteamericano- para que el interesado no se tropiece sólo con la majadería del abierto de mente de turno, uno más de los que han intentado arrimar el ascua de Sagan a su sardina magufa. En otras ocasiones, por el contrario, se ha acusado a Sagan de ser un tergiversador y de estar pagado por los mismos poderes que algunos se imaginan después de haber fumado alguna hierba rara. La cosa es decir gilipolleces, y darte pisto mientras apartas la vergüenza de igual forma que los perros entierran su meada.
Parece que los medios generalistas se asesoran, de vez en cuando, con cierto criterio: véase el especial que El Mundo está dedicando a los ovnis en España. No siempre va a consistir el acercamiento periodístico al mito platillista en una ridícula perpetuación de chorradas acuñadas décadas atrás por periodistas correcaminos.
jueves, agosto 05, 2010
Las cicatrices saladas de Roque, el Moñigo
A la espera de comentarles mañana, si me es posible, lo que creía Carl Sagan de los platillos volantes, les dejo ahora este delicioso texto extraído de El camino, de Miguel Delibes.
--------------------------------------------------------------------
Pero la herida de Roque, el Moñigo, era de una esquirla de metralla. Se la produjo una bomba al estallar en un prado cuando, una mañana de verano, huía precipitadamente al bosque con la Sara. Los más listos del pueblo decían que el percance se debió a una bomba perdida, que fue lanzada por el avión para quitar peso. Más Roque, el Moñigo, recelaba que el peso que había tratado de quitar el avión era el suyo propio. De todas maneras, Roque, el Moñigo, agradecía al aviador aquel medallón de carne retorcida que le había dejado en el muslo.
Continúan los tres mirando la cicatriz que parecía, por la forma, una coneja. Roque, el Moñigo, se inclino de repente, y la lamió con la punta de la lengua. Tras un rápido paladeo, afirmó:
- Sigue sabiendo salada. Dice Lucas, el Mutilado, que es por el hierro. Las cicatrices de hierro siguen sabiendo siempre saladas. Su muñón también sabe salado y el de Quino, el Manco, también. Luego, con los años, se quita ese sabor.
Daniel, el Mochuelo, y Germán, el Tiñoso, le escuchaban escépticos. Roque, el Moñigo, receló de su incredulidad. Acercó la pierna a ellos e invitó:
- Probad, veréis cómo no os engaño.
El Mochuelo y el Tiñoso cambiaron unas miradas vacilantes. Al fin, el Mochuelo se inclinó y rozó la cicatriz con la punta de la lengua.
- Sí, sabe salada –confirmó.
El Tiñoso lamió tras él y asintió con la cabeza. Después dijo:
- Sí, es cierto que sabe salada, pero no es por el hierro, es por el sudor. Probad mi oreja, veréis como también sabe salada.
Daniel, el Mochuelo, interesado en el asunto, se aproximó al Tiñoso y le lamió el lóbulo dividido de la oreja.
- Es verdad –dijo-. También la oreja del Tiñoso sabe salada.
- ¿A ver? –inquirió dubitativo el Moñigo.
Y deseoso de zanjar el pleito, chupó con avidez el lóbulo del Tiñoso con la misma fruición que si mamase. Al terminar, su rostro expresó un profundo desencanto.
- Es cierto que sabe salada también –dijo-. Eso es que te dañaste con la cerca de alambre y no con púa de una zarzamora como crees.
- No –salto el Tiñoso, airado-; me rasgué la oreja con la púa de una zarzamora. Estoy bien seguro.
- Eso crees tú.
Germán, el Tiñoso, no se daba por vencido. Agachó la cabeza a la altura de la boca de sus compañeros.
- ¿Y mis calvas, entonces? –dijo con terca insistencia-. También saben saladas. Y mis calvas no me las hice con ningún hierro. Me las pegó un pájaro.
El Moñigo y el Mochuelo se miraron atónitos, pero, uno tras otro, se inclinaron sobre la morena cabeza de Germán, el Tiñoso, y lamieron una calva cada uno. Daniel, el Mochuelo, reconoció enseguida:
- Sí, saben saladas.
Roque, el Moñigo, no dio su brazo a torcer:
- Pero eso no es una cicatriz. Las calvas no son cicatrices. Ahí no tuviste herida nunca. Nada tiene que ver que sepan saladas
El camino
Miguel Delibes
Ediciones Destino, Barcelona, 1980.
[pp. 99-101]
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Y de propina, este vídeo de Michael Shermer, ahora que nuestra televisión pública se dedica a hacer propagada a los brujos reunidos en San Sebastián y que en la Sexta se ceban con el príncipe y sus creencias supersticiosas (por si no teníamos bastante con el de Inglaterra y su alucinógena cosmovisión newager):
--------------------------------------------------------------------
Pero la herida de Roque, el Moñigo, era de una esquirla de metralla. Se la produjo una bomba al estallar en un prado cuando, una mañana de verano, huía precipitadamente al bosque con la Sara. Los más listos del pueblo decían que el percance se debió a una bomba perdida, que fue lanzada por el avión para quitar peso. Más Roque, el Moñigo, recelaba que el peso que había tratado de quitar el avión era el suyo propio. De todas maneras, Roque, el Moñigo, agradecía al aviador aquel medallón de carne retorcida que le había dejado en el muslo.
Continúan los tres mirando la cicatriz que parecía, por la forma, una coneja. Roque, el Moñigo, se inclino de repente, y la lamió con la punta de la lengua. Tras un rápido paladeo, afirmó:
- Sigue sabiendo salada. Dice Lucas, el Mutilado, que es por el hierro. Las cicatrices de hierro siguen sabiendo siempre saladas. Su muñón también sabe salado y el de Quino, el Manco, también. Luego, con los años, se quita ese sabor.
Daniel, el Mochuelo, y Germán, el Tiñoso, le escuchaban escépticos. Roque, el Moñigo, receló de su incredulidad. Acercó la pierna a ellos e invitó:
- Probad, veréis cómo no os engaño.
El Mochuelo y el Tiñoso cambiaron unas miradas vacilantes. Al fin, el Mochuelo se inclinó y rozó la cicatriz con la punta de la lengua.
- Sí, sabe salada –confirmó.
El Tiñoso lamió tras él y asintió con la cabeza. Después dijo:
- Sí, es cierto que sabe salada, pero no es por el hierro, es por el sudor. Probad mi oreja, veréis como también sabe salada.
Daniel, el Mochuelo, interesado en el asunto, se aproximó al Tiñoso y le lamió el lóbulo dividido de la oreja.
- Es verdad –dijo-. También la oreja del Tiñoso sabe salada.
- ¿A ver? –inquirió dubitativo el Moñigo.
Y deseoso de zanjar el pleito, chupó con avidez el lóbulo del Tiñoso con la misma fruición que si mamase. Al terminar, su rostro expresó un profundo desencanto.
- Es cierto que sabe salada también –dijo-. Eso es que te dañaste con la cerca de alambre y no con púa de una zarzamora como crees.
- No –salto el Tiñoso, airado-; me rasgué la oreja con la púa de una zarzamora. Estoy bien seguro.
- Eso crees tú.
Germán, el Tiñoso, no se daba por vencido. Agachó la cabeza a la altura de la boca de sus compañeros.
- ¿Y mis calvas, entonces? –dijo con terca insistencia-. También saben saladas. Y mis calvas no me las hice con ningún hierro. Me las pegó un pájaro.
El Moñigo y el Mochuelo se miraron atónitos, pero, uno tras otro, se inclinaron sobre la morena cabeza de Germán, el Tiñoso, y lamieron una calva cada uno. Daniel, el Mochuelo, reconoció enseguida:
- Sí, saben saladas.
Roque, el Moñigo, no dio su brazo a torcer:
- Pero eso no es una cicatriz. Las calvas no son cicatrices. Ahí no tuviste herida nunca. Nada tiene que ver que sepan saladas
El camino
Miguel Delibes
Ediciones Destino, Barcelona, 1980.
[pp. 99-101]
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Y de propina, este vídeo de Michael Shermer, ahora que nuestra televisión pública se dedica a hacer propagada a los brujos reunidos en San Sebastián y que en la Sexta se ceban con el príncipe y sus creencias supersticiosas (por si no teníamos bastante con el de Inglaterra y su alucinógena cosmovisión newager):
martes, julio 20, 2010
Indiferencia (y prescindencia) de la criptozoología (XX)
Un loris que se creía extinguido es descubierto por zoólogos, que son quienes hallan (o redescubren) nuevas especies. Los "criptozoólogos", mientras, fumando cosas raras y viendo Yetis, Chupacabras, Nessies y "dinosaurios" africanos.
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jueves, julio 15, 2010
sábado, julio 10, 2010
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